Sin agenda y sin brújula
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Hoja por hoja

Sin agenda y sin brújula

 


Sin agenda y sin brújula
Salus populi suprema lex esto
(La salud del pueblo es ley suprema)
Aforismo latino

La pandemia de Coronavirus, Covid-19, está exhibiendo debilidades, carencias e ineficiencia gubernamentales; un equipo servil e inepto. Sin duda, 30 millones de mexicanos se equivocaron en 2018.
No es necesario recurrir a las definiciones de la ciencia política o de la teoría del Estado, para saber y entender que una nación moderna y sólida, debe contar con instituciones fuertes y merecedoras de respeto. Un gobierno firme, con planes claros de desarrollo y proyectos viables, no sólo en lo técnico sino en lo social y económico, será uno de los principales elementos de la confianza ciudadana. Un poder legislativo que vea por intereses de la comunidad y no mezquindades partidarias, será la clave para la prevalencia de la democracia. Un poder judicial ajustado a las disposiciones legales y constitucionales, garantizará la seguridad ciudadana. Instituciones soberanas, no sujetas a veleidades del poder ejecutivo, será soporte de las libertades públicas y los derechos humanos.
No es el caso de México. El gobierno actual, que preconiza una llamada “cuarta transformación”, no transita con rectitud en la conducción de los asuntos públicos. Carece de un plan de desarrollo (el existente es una proclama política, sin los fundamentos de la técnica de planeación económica y social). Carece también de ideología, si bien se insiste en llamar “de izquierda” al criterio voluble de un partido que llegó al poder por una inercia desenfrenada, cuya proclama principal era el combate a la corrupción, pero sin precisar la forma y método de acabar con ella. La corrupción también le es inherente, como la del pasado que tanto añora.
El gobierno federal ha sostenido como plataforma de su actuación, la iniciación de tres grandes obras: el “tren maya”, la refinería de Dos Bocas y la adaptación de un aeródromo militar en aeropuerto civil. La primera de ellas es un proyecto que puede ser viable en lo técnico (como toda obra de ingeniería lo es, per se), pero no tiene sustento económico al desconocerse la demanda real de pasaje y de carga, lo cual impedirá fijar adecuadamente las tarifas para ambos servicios y se tendrá que recurrir a subvención estatal. El “tren maya” no ha demostrado que vaya a ser rentable, si es que llega a operar.
La refinería de Dos Bocas, en Tabasco (tierra del presidente), es una descomunal idea, no un proyecto. Existen seis refinerías de petróleo, ninguna opera a su capacidad instalada. La de Dos Bocas no aportará más a la ya deficitaria producción de combustibles líquidos, la mayor parte se importa de Texas a mejores precios. De manera que PEMEX, cuyas finanzas están rozando la quiebra y con una muy baja calificación en el mercado internacional, tendrá que asumir la carga y costos de una obra que resulta obsoleta en época que los combustibles fósiles están siendo sustituidos por energías renovables. Inexplicablemente, el gobierno federal se ha dedicado a combatir a empresas privadas que surten gasolina en México, ataque desleal que desincentiva la inversión privada y reduce la generación de empleos y negocios.
Suficiente se sabe de Texcoco y Santa Lucía. La 4T destruyó un proyecto bien elaborado que garantizaba rentabilidad en todos los sentidos. Optó por adaptar una base aérea militar, con bajos estándares para aviación civil internacional cuya operatividad sigue aún sin ser proyectada correctamente.
Se intenta gobernar con chistoretes e insultos, en la mañana, según el ánimo presidencial. Se nota que a lo largo del día en Palacio Nacional y en el gabinete, no se trabaja y no hay creatividad. Los fines de semana se organizan paseos para placear al presidente, en una visible campaña con metas fácilmente entendibles.
La llegada de Morena al poder, se asemeja con el ascenso del partido Nazi y Hitler en Alemania: doce años intentando, la democracia permitió el arribo; luego, la dictadura, con un final nada feliz.