Mercado de Abasto, un mundo aparte
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Opinión

Editorial

Mercado de Abasto, un mundo aparte

 


En una de las entrevistas que llevamos a cabo en El Mejor diario de Oaxaca, con los aspirantes a la presidencia municipal de la capital, surgió un dato preocupante respecto a la inseguridad que vive la ciudadanía, el cual provino del candidato del Partido Encuentro Solidario (PES), Manuel Guzmán García, militar, que ha hecho carrera en materia de seguridad pública. Se trata de toda la podredumbre que existe en la zona del Mercado de Abasto, un mundo aparte de la realidad urbana, pues ahí prolifera la trata de mujeres, el narcomenudeo y otros vicios. El aludido mencionó datos escalofriantes respeto a la trata de personas y la complicidad de grupos criminales con los “chulos” que regentean dicho negocio. Asimismo, hizo mención de la existencia de cientos de alcohólicos crónicos y drogadictos que viven en situación de calle, los mismos que para poder comprar el alcohol o la droga, asaltan o asesinan. 

La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿si las autoridades municipales saben de estos problemas, por qué no han actuado en consecuencia? Ello puede tener varias explicaciones. Una de ellas es la presunta complicidad de los funcionarios que tienen a su cargo dicha área comercial; otra es la apatía oficial respecto a dicha problemática y la última que tiene que ver con los compromisos políticos, con los dirigentes de mercaderes y comerciantes. Si bien se trata de un centro comercial al que acuden a diario miles de clientes, para ahorrar en el gasto, también se trata de un espacio urbano en el que el asalto, el robo y otros, están a la orden del día. Lo peor de todo ello es que los delitos son solapados por aquellos que, se presume, tienen a su cargo la salvaguarda de dicho mercado.

Se espera que con la inversión millonaria que realiza el gobierno estatal para dignificar dicho espacio comercial, el rubro de la seguridad no sea soslayado. Ya no debe permitirse la existencia de verdaderas mafias de organizaciones y dirigentes que lo mismo regentean los puestos y espacios públicos que a las bandas de delincuentes. Es urgente el rescate de estacionamientos, playones del Río Atoyac y otros espacios que, misteriosamente, han pasado a manos de sindicatos, organizaciones o particulares. Se necesita mano firme para acotar a dirigentes, que han sido responsables por acción u omisión del estado actual que prevalece en dicho centro comercial popular.

Opinión compartida

En la pasarela de aspirantes a la presidencia municipal de la capital oaxaqueña que realizó este diario, con carácter incluyente y respetando la diversidad ideológica y de principios de cada uno, hubo un tema que permeó entre las interrogantes a los siete candidatos: el asunto del comercio en la vía pública y, sobre todo, la pésima imagen que dan al Centro Histórico, secuestrado por organizaciones y grupos. Todos, sin excepción, lo tienen en su agenda con una visión compartida: es urgente darle solución; regular su presencia en la ciudad, pero devolverle al zócalo capitalino su ancestral señorío. Y se dieron opiniones diversas respecto a la solución de este problema. Desde aquellos que reconocieron que debe aplicarse estrictamente la ley y acotar a los dos o tres dirigentes que mantienen el control de cientos de puestos, hasta quienes reconocieron que hay que reubicarlos en otros espacios. 

El tema referido permeó en todas las entrevistas colectivas. Ninguno de los participantes justificó el secuestro de nuestro Centro Histórico, mucho menos que un espacio público emblemático siga en manos de dos o tres sujetos: los dirigentes de “Sol Rojo”, Javier Aluz Mancera; Adán Mejía, de la Unión de Artesanos y Comerciantes Oaxaqueños en Lucha (Uacol), así como de la mafia que regentea Carmela Luján; los triquis que lideran Lorena Merino, Reyna y Jesús Martínez. Todos coincidieron en que no es tarea fácil, salvo el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), quien dijo, sin cortapisas que, de obtener el voto ciudadano mayoritario, va con todo y con la ley en la mano. Asumió como inconcebible que un espacio público tan importante sea negocio de unos cuantos, que violentando el Estado de Derecho se han apropiado del mismo.

El asunto es que el ambulantaje ha crecido de manera exponencial. Los puestos se ubican actualmente hasta frente a la explanada de Santo Domingo y las calles de Adolfo C. Gurrión, pero también han invadido todo Bustamante, Las Casas, 20 de noviembre, Mina y Miguel Cabrera. Es decir, se han apropiado de las banquetas, pasos peatonales y todo rincón en donde se han instalado, en complicidad con sus dirigentes, a quienes pagan a diario cuotas elevadas por dejarlos vender. La coincidencia es que dicho negocio debe regularse y, si bien, darle la oportunidad a los comerciantes de ganarse la vida en espacios más dignos, deben desalojar el corazón de la capital.