Retroceso epidemiológico
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Editorial

Retroceso epidemiológico

 


En este país hay muchos que ignoramos los criterios que guían a la Secretaría de Salud del gobierno federal, para definir el semáforo epidemiológico. Hace dos semanas, Oaxaca entró en semáforo amarillo, pese a que los contagios diarios no habían bajado de cien diarios y al menos diez decesos. Sin una explicación lógica entramos en dicha fase sólo para retroceder desde el pasado lunes 14 de septiembre. De nueva cuenta estamos en semáforo naranja, justo cuando se habían cumplido los 40 días con cubre-bocas a que convocó el gobernador Alejandro Murat y que, dicho sea de paso, aunque no en su generalidad, la ciudadanía respondió favorablemente a este llamado, con excepción de quienes atiborran calles y avenidas. Sin embargo, es un hecho que la pandemia de Covid-19 sigue sin darnos tregua. Los contagios siguen en ascenso y los decesos, pues desde el fin de semana pasada rebasamos los 14 mil casos positivos y volamos para las 1 mil 400 muertes.

La ciudad de Oaxaca de Juárez y algunos municipios conurbados como Santa Cruz Xoxocotlán, Santa Lucía del Camino, Santa María Atzompa, Tlalixtac de Cabrera, amén de otros como Tuxtepec, Salina Cruz, Huajuapan de León y una decena más, siguen encabezando los mayores contagios. En la capital, como ya lo hemos comentado, el relajamiento en las medidas de prevención ha sido facto clave para este repunte de contagios. El Centro Histórico luce como en temporadas normales, con cientos de personas caminando por sus calles, algunas de ellas sin respetar la sana distancia o el uso del cubre-bocas. Es más, luego de su reapertura, algunos espacios deportivos lucen llenos de personas. Restaurantes y cafés; sitios de esparcimiento como antros y bares, trabajan hasta la madrugada, sin atender los llamados de las autoridades. Se entiende que la situación económica apremia, pero, lamentablemente, la pandemia no nos ha dado respiro.

A todo ello hay que agregar que, a nivel del gobierno federal, se sigue dando un pésimo manejo de la referida crisis sanitaria. Prevalece la cerrazón, la soberbia y la prepotencia. La semana anterior, prestigiados médicos que han sido titulares de la Secretaría de Salud emitieron una propuesta para salir de la crisis. No sólo fueron objeto de escarnio sino de una total cerrazón de parte de los insuflados funcionarios de la Cuarta Transformación. Mucho de ello ha contribuido de manera negativa a que, al Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, se la atribuya poca capacidad para el manejo de la pandemia después de meses de decir verdades a medias, cifras “cuchareadas” y sólo un resumen de muertos que, a la fecha, rebasan los 72 mil en el país.

Como vulgares fascistas

La declaración del controvertido y cuestionado director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo, la semana anterior, caló hondo en la conciencia colectiva de los mexicanos, al afirmar de manera temeraria e irracional, que dos de los críticos e historiadores más reconocidos en el país, que han cuestionado la forma de conducir al país en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador: Héctor Aguilar Camín, director de la revista “Nexos” y Enrique Krauze, de la revista “Letras Libres”, deberían irse del país. Como lo comentamos en este mismo espacio editorial hace poco más de una semana, ambas publicaciones fueron cuestionadas por la publicidad millonaria que recibían en los llamados gobiernos neoliberales y, por ello, fueron puestos en la mira de la Secretaría de la Función Pública (SFP), cuya titular, sin ninguna calidad moral, ordenó a autoridades federales, estatales y municipales, evitar contratarle publicidad, ante lo que se dijo, había fallado en lo que le había sido contratado.

Resulta extraño que un escritor –español de nacimiento-, abierto promotor de la Cuarta Transformación y novelista de medio pelo, sea uno de los principales Torquemadas de algunos que, en otras circunstancias, podrían ser sus maestros, al menos, más sólidos como investigadores de la historia de México. Es una aberración que el FCE, una verdadera institución que en sus inicios fue dirigida por uno de los intelectuales más brillantes de este país en el Siglo XX, don Daniel Cosío Villegas, esté a cargo de un farsante y fanático, quien como un vulgar censor arremetió con un: “que permanezcan en su esquina o se vayan del país”, en uno de los mayores rasgos de discriminación por diferencias ideológicas. 

Lo peor del caso es que el mismo Taibo –insistimos- ni siquiera nació en México y ahora quiere “aplicar el 33” de nuestra Carta Magna, a dos mexicanos comprometidos con la historia y la política nacional, pero su divergencia con el régimen los hace ahora apestados y acusados por un irresponsable editor oficial. Ya no es un secreto que la libertad de expresión en el país, hoy más que nunca, está en serio riesgo. La intolerancia, la cerrazón o la premisa fascista de “estás conmigo o contra mí”, es una de las reglas con las que hoy en día se califica a la crítica y el derecho constitucional de disentir. El gobierno de López Obrador y sus corifeos está jugando con fuego. Regímenes así están condenados al fracaso. Al tiempo.


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