Ambulantaje: De nueva cuenta
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Editorial

Ambulantaje: De nueva cuenta

 


Luego de un período de desalojo del Centro Histórico y los alrededores de los mercados, que todos aplaudimos, algunas organizaciones del comercio en la vía pública retornaron al corazón de la capital oaxaqueña. Se desconoce si hubo acuerdos con las autoridades o si terminó el periodo que impusieron por sus pistolas dirigentes y cabecillas. Dicha situación vuelve a poner en serio riesgo la salud tanto de comerciantes como de transeúntes, que suelen pasar por esas céntricas calles, sobre todo, una proliferación de contagios justamente cuando Oaxaca no ha podido superar, ni siquiera paliar la emergencia sanitaria por el Covid-19, sino que, por el contrario, nos seguimos ubicando en un sitio grave a nivel nacional. 

Esta situación se dio, justo cuando en el Mercado Democracia, también conocido como “La Merced”, se habían iniciado los trabajos de fumigación en virtud del fallecimiento de mercaderes que contrajeron el mal y la posibilidad de que otros estuvieran en los mismos problemas. Y es que, al menos en ciertos mercados, los locatarios se han mostrado accesibles a las acciones de las autoridades. Pese a lo que implica no vender dos o tres días para su economía, en dichos centros comerciales han accedido a la fumigación, a imponer filtros sanitarios, al reparto de gel anti-bacterial, entre otras medidas sanitarias de prevención. Los tianguis semanales han sido suspendidos en su mayoría, gracias a que el gobierno de la ciudad ha desplegado a patrullas y elementos de la Policía Municipal, antes de que los tianguistas se instalen.

Lo grave es que el mal ejemplo cunde. No tarda en que los sempiternos dirigentes que venden los espacios públicos en las calles, manden a sus leales a invadir las afueras de centros comerciales por todos los rumbos de la capital y esto se convierta en un pandemónium. De poco servirán entonces los cierres escalonados de mercados y las medidas aplicadas para evitar contagios y muertes. El principal foco de contagios estará en las inmediaciones de los mismos, además de que, ello contribuirá a la inconformidad de los locatarios que obran con buena fe. Urgen pues nuevos acuerdos o presión ante los líderes del comercio en la vía pública para que continúen replegados hasta que Oaxaca pueda atisbar en el horizonte alguna posible salida de este mal que, como ya hemos dicho, ha traído de manera colateral, un gravísimo impacto económico. La gente dice que si no la mata el Covid-19, la matará el hambre. Pero la salud, en todo caso, es lo primero. 

Fiestas patronales

¿En cuántas comunidades, cabeceras municipales o simples núcleos rurales oaxaqueños se celebra hoy el día de San Juan Bautista? Deben ser muchas, sin duda alguna. Los Santos Patronos y su festejo son algo que subyace en la propia identidad de nuestras comunidades, sobre todo de raigambre indígena. La organización de las fiestas tradicionales anuales se lleva a cabo con mucha antelación, es más, los cargos de mayordomos (a) para encabezar los festejos, se otorgan, de acuerdo a las usos y costumbres de cada población, desde años antes. Hay vecinos que las solicitan con mucho tiempo y las Juntas de Festejos le otorgan ese privilegio, una vez que han sometido a estudio su religiosidad o apego a las costumbres de la comunidad. Desde meses antes o tal vez un año, se contratan grupos musicales, bandas, se convoca a la familia para que aporten dinero, etc., para darle el mayor lucimiento a la fiesta patronal.

Sin embargo, la contingencia sanitaria por el Covid-19 nos tomó a la mayoría, ciertamente, por sorpresa. Había ya un largo período de preparación para las fiestas. No dudamos que haya poblaciones en donde celebran a San Juan que hoy estén en serios aprietos para festejar o no al Patrono. La diseminación de los contagios de este mal tan letal, ha llegado incluso a comunidades lejanas en las que, se suponía, se habían impuesto filtros sanitarios para evitar el arribo de personas enfermas. Ya hemos mencionado a aquellas poblaciones que son eufemismo les había llamado “de la esperanza” que, de más de doscientas, con seguridad no llegan ni a cincuenta. El problema es que la concentración de personas en calendas, convites, iglesias, bailes o mayordomías representan un riesgo altísimo de contagios.

Las autoridades estatales deben sugerir, sin atentar en contra de la autonomía municipal ni, mucho menos violentar los sistemas normativos internos, suspender en la medida de lo posible dichas fiestas patronales o hacer responsables a los presidentes municipales o agentes, juntas de vecinos o comités de festejos, de las medidas de prevención a que deben sujetarse para evitar que este mal siga expandiéndose. Suponemos que no será tarea fácil por los pormenores de que hablamos antes. Para una u otra determinación comunitaria, las autoridades religiosas tienen un papel importante. Por fortuna, la Iglesia Católica comparte la preocupación de que esta emergencia necesita la corresponsabilidad de todos.

 


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