La gran oportunidad del gobernador Jara con Huatulco
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Opinión

La gran oportunidad del gobernador Jara con Huatulco

 


 

Segunda parte

ANA MARÍA SOLEDAD CRUZ VASCONCELOS

Sin duda, la gente de Huatulco espera que el gobernador Salomón Jara saque la casta y hable por ellos ante el presidente de la república. La democracia se basa en la voz del pueblo, el gobernante escucha las necesidades, preocupaciones y sugerencias de la gente. Nadie más que la propia gente sabe la solución a sus problemas. Este descobijo al retirar a Fonatur del CIP Bahías de Huatulco, es drástico, pues costó más de 20 años arrancar el desarrollo, ser un referente en el Estado como generador de empleos, ser el mejor destino turístico del sureste, afinar la comunicación, las acciones, el cogobierno, la colaboración, el diálogo abierto y la participación ciudadana en las acciones públicas de la localidad.

Afortunadamente la gente se educó, se ciudadanizó y se espera que continúe el mismo ejercicio, pero ¿habrá correlación ahora? Que las acciones sean transparentes de parte del gobierno del Estado, hoy más que nunca. Cuando se ha cancelado prácticamente el desarrollo de Huatulco, siendo un contrasentido con la llegada de la nueva carretera. Un largo sueño esperado por propios y extraños. Los oaxaqueños de a pie que puedan llegar con su familia a vacacionar o un fin de semana, ¿dónde encontrará hospedaje?, con los decretos de las Nuevas Áreas Protegidas, que se arrogó la reserva urbana, terrenos ya impactados con vialidades de vehículos de motor, ciclovías, accesos, servicios de agua y luz. En primer lugar, ya se frenó su crecimiento y, por otro lado, se ha creado el paraíso a los invasores, mexicanos, migrantes, aventureros y maleantes, todos tienen dónde guarescerse sin ser molestados. Esto será la destrucción de un destino turístico de nivel internacional.

El gobernador debe tener su lealtad del lado de su pueblo, no del presidente, por más amigo, que le haya dado la oportunidad y le haya entregado el bastón de mando, también le delegó la confianza de que hará bien las cosas, y para hacer bien las cosas, se debe hablar con la verdad. ¿Por qué el temor reverencial al presidente de hacerle creer que todo lo hace bien?, ¿por qué mentirle que las cosas van bien? Por qué no invitarlo a sentarse como un amigo que escucha, al que pueda dársele alguna sugerencia, sobre todo soluciones.

El miedo paraliza y bloquea el pensamiento. Uno tiene miedo a decirle que se equivocó y el otro tiene miedo de que le propongan algo que no tiene idea cómo manejarlo, que se le escape de las manos el control de lo que en su imaginario tiene, alimentado por servidores desleales que no le hablan con la verdad al presidente. Que le dicen que será un presidente que rebasó a Lázaro Cárdenas dejando más áreas naturales protegidas que él, y cualquier otro en la historia. Arrancarle un suspiro de grandeza, un sueño quimero, así se lleve el diablo a un pueblo entero. Así se tire a la borda cientos de miles de millones de dólares de los mexicanos. Qué importa el presidente sonríe, es feliz. Así sea producto de la mentira.

Gobernador, este es su reto, ser diferente, ser distinto a los corifeos que rodean al presidente, sea su amigo leal y póngase del lado de Oaxaca. No hay presupuesto que alcance para cuidar las áreas naturales protegidas, prácticamente dentro de un centro productivo. Ningún plan de manejo funcionará ante tales superficies. Al ser terrenos federales, se vuelven tierra de nadie. ¿Su gobierno podrá desempeñarse con eficiencia y honradez, para culminar el proyecto de Huatulco? Recuperar algunas zonas para espacios escolares, deportivos, ¿para una central de abasto?, para zona de hospitales, para tener servicios, zona agrícola, zona ganadera, vivienda social, etcétera. No creo que tenga otra oportunidad igual, las condiciones están. Sólo hay que tener el arrojo y la bendición del Todopoderoso para concluir y mantener este desarrollo. No está obligado a ser experto, pero si hay que escuchar a los que si son. No queremos que Oaxaca se vuelva un Estado fallido como Guerrero. Que se ponga un alto a las invasiones y a la consecuente inseguridad que se está generando.