La fuerza del Estado
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

La fuerza del Estado

 


 

 

El papel del gobernante, en ciertas coyunturas, resulta fundamental, sobre todo cuando tienen vocación democrática, por ejemplo, en un proceso de descolonización o de institucionalización de un nuevo orden jurídico democrático. Regularmente se está ante el surgimiento de un personaje histórico, que tiende a considerarse insustituible, aquí la parte negativa del asunto.

Sin embargo, en la coyuntura, se manifiesta como representante de la unidad y grandeza de la nación. Por otro lado, no necesariamente como persona puede concitar todas las simpatías, ni todas las afinidades, pues la sociedad no es homogénea en la práctica. El gran gobernante también concita adversidades puesto que los asuntos públicos siempre son y serán motivo de diversidad de opiniones. Esto le otorga una personalidad especial que no pasa desapercibida.

Este tipo de gobernante, tiene regularmente, una gran comprensión de la historia, se abreva de las experiencias históricas de los regímenes políticos, para él, la Historia (así con mayúsculas), es la gran maestra de la vida. Pero la Historia como proceso, no sólo como pasado, de construcción de un mundo más justo y tecnológicamente bien aprendido.

Si bien es cierto que su base es la conservación de lo adquirido y conocido para el bien público, siempre pone la vista a nuevos horizontes para una mejor convivencia humana. No se negará a los esfuerzos de cooperación entre las naciones para la construcción de un mundo donde quepamos todos.

Es un gran arquitecto de construcción de mayor humanidad.

Para la construcción de grandes empresas sociales, económicas y políticas, a veces se requiere de pequeñas dosis de dogmatismo, la firmeza en ciertos principios y valores es muy válido, además de requerido, sin llegar a la inflexibilidad dogmática y a la intolerancia.

Un poco de dogmatismo no riñe con un poco de encanto y de reconocimiento personal. A su vez, para poder convencer sobre la importancia de un proyecto constitucional, por ejemplo, sobresale el carácter dominante e inflexible cuando se cree firmemente que un proyecto constitucional es un proyecto de desarrollo democrático.

A veces la fuerza de la nueva Constitución como norma para terminar un periodo caótico y de descolonización puede parecer autoritario para los oponentes, sin embargo, se deberá usar la fuerza de la política y no la fuerza del poder.

La construcción de un nuevo orden constitucional debe estar fuera de las fuerzas cercanas al fascismo. Si se permite la expresión, se deberá apelar a la fuerza de la democracia, que deberá estar en consonancia con la naturaleza de la nación y con su correspondiente Estado o sociedad política. La organización política de la sociedad deberá estar acorde con la magnitud del proyecto constitucional.

La fuerza de la sociedad se verá reflejada en la fuerza del Estado y no al revés. La fuerza del Estado se requiere cuando se observa debilidad y corrupción de los partidos políticos y de las organizaciones sociales y políticas de la sociedad. Es la acción estatal que se puede dar en un contexto de coyuntura política, siempre encaminado hacia el desarrollo institucional.

Desde luego, el Estado deberá ser acompañado por un grupo de carácter revolucionario con capacidad para arropar al gobernante comprometido con el cambio.

En estos momentos de situación revolucionaria, se debe apelar a la grandeza de los antiguos gobernantes que supieron encaminar los grandes problemas de la construcción de la nación y del poder político nacional. La conjunción de los héroes y heroínas que dieron patria es fundamental para la reproducción de la fuerza del cambio institucional.

En este caso las palabras como grandeza, patria, libertad son de indispensable valor. El otro componente de la narrativa que es necesario apelar es transmitir que la nación está en peligro, en caso de no tomar las acciones que se proponen, el país está en peligro de afectación tremenda.

Que es necesaria una inmediata rectificación de régimen o de una refundación de origen. No cabría una suave reforma puesto la gravedad de la situación requiere de una acción profunda.

Los sucesos o suceso que puede sufrir un país requerirán siempre del gobernante o del operador político de alta y positiva opinión de sus competencias, sobre todo, de su buen juicio. La mediocridad no es competencia para las grandes empresas políticas. Además de la brillantez del operador político le es indispensable de un círculo de adherentes con capacidad y fuerza política.

Si es posible busca considerarte como símbolo de la empresa política y restaurador del orden político. Es muy importante que se vaya adecuando de acuerdo a los tiempos y a las circunstancias. Acomodarse es un acto ante un proceso que beneficiará y hará lograr el objetivo. Las circunstancias hacen, pero también se puede incidir ante tales circunstancias.

Es fundamental que, ante la reconstitución del orden político, después de una situación complicada, se lea de forma adecuada la realidad del campo político, siempre se debe hacer desde una perspectiva de transición, plantear en forma inmediata un régimen político no es aconsejable, es necesario ir por aproximaciones sucesivas hasta encontrar el embone perfecto entre realidad y las instituciones políticas. 

Dar golpes de timón bajo una determinada concepción de régimen que se quiere implantar es un camino equivocado. Instituir un régimen político bajo una idea particular, incluso una dictadura o una democracia, es demasiado arriesgado. Ni un régimen político debe someterse al servicio personal de un gobernante por más legítimo y carismático que sea.