Paridad y corresponsabilidad
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Opinión

Paridad y corresponsabilidad

 


¡Yo acepto! Dijo Cipriano casi sin pensarlo y hasta con cierta mueca de orgullo y satisfacción. Recibir un cargo en la asamblea comunitaria representaba para él poderío, reconocimiento social y estar a un paso de la presidencia municipal, de uno de los 570 municipios existentes en la entidad oaxaqueña, donde 417 de esos designan a sus autoridades a través del Sistema Normativo Indígena.

En cambio, Carmen dudó en aceptar, quería negarse, pero ya lo había hecho el año pasado y lo tomaron a mal y así también la trataron, con cierto desprecio, la aislaron, le retiraron el saludo. En su mente revoloteaban imágenes de sus deberes de casa, con su hija e hijo, con su marido que no quiere ni siquiera poner el café; además el campo, sus animales y ahora el cargo. Sólo tenía claro que sus responsabilidades aumentarían de manera exponencial y una gran incertidumbre de cómo poder cumplir con todo.

No me equivoco al decir que si bien la paridad es un logro del movimiento de mujeres anhelado por mucho tiempo para que pudiéramos ejercer plenamente nuestros derechos político-electorales, lo cierto es que en muchas ocasiones la paridad es vivida como una carga, sobre todo ante la ausencia de la corresponsabilidad en la vida de las mujeres designadas en algún cargo y hasta en las que decidieron contender.

En 2020, a nivel nacional por cada 3 hombres hubo una mujer presidiendo las administraciones públicas municipales. Baja California ocupó el primer lugar de representación de mujeres en las presidencias municipales, ya que 4 de los 5 municipios de esa entidad estaban gobernados por mujeres (80%), mientras que en Tlaxcala y Aguascalientes, las mujeres son mayoría pero solo en el cargo de sindicaturas, y en Querétaro y Durango como regidoras. En el extremo opuesto están Tlaxcala con solo 10.2% de las 60 presidencias municipales de la entidad ocupadas por mujeres, Oaxaca con 22.6% de mujeres síndicas y Morelos con 28.2% de mujeres regidoras.

Estos porcentajes de participación me recuerdan cuando al aplicar la paridad al interior de los partidos, las cúpulas se escudan con decir que las mujeres no quieren participar, que no hay mujeres, que las oportunidades ahí están, pero ellas se niegan, o algún otro argumento.    

Las mujeres, para cumplir con dichos supuestos, enfrentan triples y hasta cuádruples jornadas, a veces sin redes de apoyo, son cuestionadas en su desempeño 24/7, cuestionadas en su preparación, su vida personal y hasta sexual, enfrentándose a violencia política en razón de género (muchas veces socialmente normalizada) y cuyos casos aumentan proporcionalmente con el aumento de mujeres en candidaturas y en cargos de toma de decisión.

Aquí destaco la importancia y trascendencia de las redes de apoyo entre mujeres, cuya activación puede surgir desde lo institucional y en el camino irse fortaleciendo de tantas maneras posibles con la experticia de las organizaciones sociales, la academia, la iniciativa privada en su parte socialmente responsable.

El debate debe centrarse ahí, el tema a considerar en la agenda pública es precisamente el de la corresponsabilidad consensada en el trabajo de cuidados que en el mejor de los casos recae en otras mujeres cercanas a la concejala electa o asignada: sus hermanas, sus cuñadas, sus tías, su madre, su suegra, su madrina, sus amigas, sus vecinas…mujeres siempre.   

El reto ahora es trabajar en la sensibilización y concienciación sobre la importancia de tener presupuestos que apoyen el avance en este tema, a través por ejemplo de la implementación del sistema nacional de cuidados.