Esta HOJA POR HOJA ha citado desde hace varios años, que en la Ciudad de Oaxaca se celebra desde la época virreinal, el Lunes del Cerro, originado primitivamente por el “Corpus del Carmen”, lo que Juan B. Carriedo refiere en su Ensayo histórico y estadístico del Departamento de Oaxaca, publicado en 1843, y que correspondía a la festividad de la Virgen del Carmen. Se permitía al pueblo hacer un festejo laico, a partir del lunes siguiente al 16 de julio y a los ocho días siguientes —consecuente con el culto religioso—, se repetía en la “Octava. Era una verbena popular desde entonces conocida como “Lunes del Cerro” y a su repetición “Octava del Lunes del Cerro”. Con motivo de las fiestas actuales, en esta ocasión me tomo la licencia de transcribir párrafos publicados en este diario el 28 de julio de 2014:
“En 1932, siendo gobernador Francisco “Chico” López Cortés, la capital del estado celebraba 400 años de haber sido elevada al rango de “Ciudad”. Con ese emotivo, el gobierno organizó una serie de festejos para conmemorar tan importante acontecimiento. Muchos cronistas ya desaparecidos nos han narrado lo grandioso y espectacular que resultaron los festejos, con reinas, madrinas y delegaciones de las Siete Regiones étnico-lingüísticas de Oaxaca… en1932 no se realizó propiamente una “Guelaguetza”, sino un espectacular evento que se denominó “Homenaje Racial”, ya que los pueblos de Oaxaca vinieron a rendir homenaje a la anterior Villa de Antequera (la capital) y le trajeron ofrendas (presentes, dádivas o regalos) que en zapoteca se llama, como bien sabemos, “Guelaguetza”.
“La gran fiesta se celebró en la Rotonda de la Azucena del Cerro del Fortín, pero se aprovechó la verdadera y auténtica fiesta tradicional de Oaxaca, el LUNES DEL CERRO, como escenario para el Homenaje Racial, que contó con la presencia del presidente Abelardo Rodríguez. Nadie le dijo “Guelaguetza”, término que se empezó a encimar en los años cincuenta del siglo XX, dado el impacto que causo ver a las delegaciones con su indumentaria y repartiendo productos típicos entre el público que asistió.
“Como cada año, insistimos en que el Lunes del Cerro y su Octava (que no “segundo lunes”), se deben celebrar “religiosamente” el lunes después de la fiesta de la Virgen del Carmen (si cae en 18, por la muerte de Juárez, se recorre) y comenzó en los tiempos del Virreinato, cuando la Virgen del Monte Carmelo era casi la patrona de todos los novohispanos, hasta que apareció e 1531 la advocación de Guadalupe.
“En fin, el Lunes del Cerro se ha olvidado y más aún el Homenaje Racial. Fueron sepultados por la Guelaguetza, que ahora se la entiende como un festival de danzas folclóricas y no en su sentido original, que de tanto respeto fue en las comunidades primitivas de Oaxaca.“
En la actualidad el Lunes del Cerro dejó de ser una fiesta local. Se ha convertido en “Fiestas de la Guelaguetza” y más: “Fiestas de Julio” y ha trascendido la ciudad y el estado. Es ya un festival internacional de gran prestigio. El “Auditorio Guelaguetza”, construido en lo que fuera la “Rotonda de la Azucena”, es el escenario para el espectáculo folclórico de danzas, no tan auténticas, sino a las cuales se han incorporado elementos de coreografía moderna. Poco se reconoce que no son ni danzas prehispánicas ni tan auténticas. Contienen elementos artísticos que trajeron los colonizadores y evangelizadores españoles. “Flor de Piña” es más un ballet y su música fue compuesta en 1926 por Samuel Mondragón. La Danza de la Pluma (de la pieza escénica y dramática “La Conquista” que representa la rendición de Moctezuma ante Cortés), fue compuesta por los frailes dominicos con fines de introducir la nueva religión y sus armonías corresponden a la composición musical occidental, no a caracolas o flautas de carrizo, sino a bandas musicales de fondo melódico moderno.
Bendito Lunes del Cerro y su octava, que propició la Guelaguetza y el conocimiento de las costumbres y tradiciones de Oaxaca. No olvidemos su nombre prístino. Puede ser un milagro más desde el Monte Carmelo.