Ante la ausencia del arzobispo de Antequera, Pedro Vásquez Villalobos, el obispo auxiliar Luis Alfonso Tut Tún encabezó la homilía del mediodía en Catedral, destacando la importancia del bautismo como acto de unión y solidaridad con Jesús.
En un mensaje cargado de simbolismo y espiritualidad, Monseñor Tut Tún reflexionó sobre el significado profundo del bautismo de Cristo en el río Jordán, invitando a los fieles a renovar su fe y compromiso con Dios.
Durante la celebración de la misa, recordó el momento en el que una multitud se reunió en las orillas del río Jordán para recibir de Juan El Bautista el sacramento del arrepentimiento. Entre ellos, Jesús, quien sin pecado alguno, se formó junto a los pecadores como gesto de humildad y solidaridad. Monseñor Tut Tún enfatizó la profundidad de este acto:
“Jesús quiso descender y entrar ahí, sumergirse en esas aguas fangosas como nuestra vida. El Hijo de Dios se sumerge en las aguas turbias de nuestro pecado; hombre entre los hombres, él, infinitamente santo se pone en la fila de los pecadores. No lleva las insignias de la gloria divina, sino de la debilidad humana”.
Un tiempo de nueva vida
El obispo auxiliar subrayó que este acto marca el inicio de un tiempo nuevo: un tiempo de consolación y vida plena en compañía con Dios. Gracias al bautismo, los creyentes se convierten en hijos de Dios, alcanzados por el Espíritu Santo y llamados a abrir su corazón al amor divino y la fraternidad.
“Desde que somos bautizados, la vida de Dios está en nosotros. El Padre está cerca de nosotros y es amoroso hasta el punto de acompañarnos y sufrir con nosotros todas nuestras fragilidades”.
Monseñor Tut Tún destacó que cada amanecer es un recordatorio del amor de Dios hacia sus hijos: “Cada mañana, cuando se abren nuestros ojos, Dios nos está diciendo: ‘Te amo, hijo. Te concedo esta vida un día más para que tú también ames tu vida y tu trabajo’”.
La oración, el oxígeno de la vida espiritual
En su mensaje final, el obispo auxiliar hizo un llamado a los fieles a fortalecer su relación con Dios a través de la oración. Explicó que esta no es un adorno de la vida, sino su esencia misma.
“La oración no es algo que sirva de adorno para nuestra vida, sino que es el oxígeno, la vitalidad de la vida misma. Los hijos que no hablan a sus padres y los padres que no hablan a sus hijos pueden ser biológicamente de la misma sangre, pero no lo son afectivamente. Es la conversación, esa intimidad, la que nos hace ser verdaderamente hijos”.
Con estas palabras, Monseñor Luis Alfonso Tut Tún concluyó su homilía, dejando a los asistentes un mensaje de esperanza, renovación y amor, invitándolos a reflexionar sobre el valor de su relación con Dios y con los demás.
La celebración de la misa se vivió con gran solemnidad y devoción, recordando a los fieles que el bautismo no es solo un rito, sino un llamado a una vida transformada por la presencia de Dios en cada uno.