Adolescentes, 35% de mujeres migrantes embarazadas
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Adolescentes, 35% de mujeres migrantes embarazadas

La historia de Sofía en su periplo a EU: seguir a pesar del frío o hambre; han sido atendidas más de un centenar


Foto: Adrián Gaytán // Latisha inició la atención a migrantes embarazadas en el parque Morelos de la Ciudad de Oaxaca.
Foto: Adrián Gaytán // Latisha inició la atención a migrantes embarazadas en el parque Morelos de la Ciudad de Oaxaca.

A sus 17 años de edad y tres meses de embarazo, Sofía sigue la ruta migrante para llegar a la frontera norte. Para ella, no hay más opción que seguir sin importar las condiciones: pasar hambre, frío o enfermedades en el camino.

La joven huyó de su natal Venezuela y busca una vida diferente alejada de la violencia y la pobreza. A su lado, un joven de 19 años la acompaña en el trayecto, con los mismos sueños y esperanzas.

Recostada en el interior de una camioneta estacionada donde se brinda atención a mujeres migrantes embarazadas, Sofía se deja examinar por Latisha, una partera internacional certificada que desde agosto decidió apoyar a este sector en el cuidado prenatal, en diferentes espacios públicos de Oaxaca.

El joven que acompaña a Sofía observa atento la exploración que realiza Latisha con un aparato hacia el vientre, que permite escuchar los latidos de un nuevo ser con un futuro incierto.

 

Red de Parteras Ayudando a Migrantes

 

Para Latisha Serrano, originaria de Estados Unidos y radicada en Oaxaca desde hace 28 años, Sofía no representa la primera migrante embarazada menor de edad que revisa, ni advierte que sea la última.

De al menos 100 migrantes embarazadas que ha valorado en poco más de dos meses, 35 han sido adolescentes de 16 y 17 años de edad, que se dieron cuenta de su embarazo después de salir de su país natal.

Latisha inició la atención a migrantes embarazadas en el parque Morelos de la Ciudad de Oaxaca. Poco después recorrió otros sitios junto con una amiga y después invitó a más parteras locales para unirse a esta noble causa.

En la última semana, la atención en Oaxaca se concentró en el Centro de movilidad migratoria de San Sebastián Tutla, que dejó de operar apenas este viernes por el puente vacacional y las festividades por el Día de Muertos.

En este espacio con más de una centenar de migrantes que pasaban el día o la noche antes de continuar su viaje, Latisha fue testigo del peregrinar y la desesperanza de cientos de mujeres y hombres de todas las edades.

Sofía continua su viaje junto a su pareja y desconoce si su hijo nacerá en el país que tanto anhela. Dar marcha atrás después de un largo recorrido, con constantes riesgos, no representa una alternativa para ella.

Entre el grupo de migrantes que solo llegaron de paso a Oaxaca, se recuerda a una mujer con seis meses de embarazo, que a pesar de los constantes dolores en el camino, se negaba a pedir ayuda médica.

No sabemos qué pasó con ella, solo que avanzó más rápido que nosotros”, recuerda Natalia, una migrante hondureña que avanza con un niño de tres años de edad con síntomas de diarrea desde hace 15 días.

 

Foto: Adrián Gaytán // Mujeres embarazadas de Venezuela, Colombia, Honduras y Nicaragua, avanzan en condiciones precarias.

 

Latisha, a quienes muchos llaman Lety, recuerda también a una joven migrante embarazada que salió de su país junto con su esposo y ahora continúa sola el trayecto, luego de que él muriera por un derrame cerebral.

La partera internacional certificada, de la Red de Parteras Ayudando a Migrantes, recorre algunos espacios públicos donde presta sus servicios sin costo alguno a mujeres migrantes embarazadas, a quienes también ofrece un mapa con números telefónicos de parteras de otros estados que pueden continuar con la vigilancia prenatal.

Lo único que quieren es una vida diferente para sus hijos”, expresa Latisha, luego de asegurar que la mayoría de las mujeres embarazadas a quienes atiende en su camioneta con apoyo de su esposo oaxaqueño, no solo presentan mala nutrición y anemia, sino también constantes infecciones en las vías urinarias.

La mayoría, dice, no sabe de su embarazo hasta que han salido de sus países. Un gran número se da cuenta una vez que logra pasar la Selva de Darién, ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá, donde muchos migrantes han muerto y algunos más contraen enfermedades como el paludismo.

Ante la sospecha de un embarazo no planeado, algunas mujeres que acuden con Latisha lo confirman con los resultados positivos de las pruebas que se realizan. De esta forma, deberán continuar con su camino.

Mujeres embarazadas de Venezuela, Colombia, Honduras y Nicaragua, avanzan en condiciones precarias, donde las constantes necesidades son el dinero, la comida y un techo para pasar la noche.

 

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