Deja cierre del basurero un pueblo fantasma
Muere la actividad económica en la zona; negocios y bodegas están cerrados
Poco a poco la actividad en la zona aledaña al basurero municipal ubicado en la Villa de Zaachila comienza a morir, negocios cerrados y bodegas semi vacías son parte del panorama.
A lo largo de casi 200 metros, los espacios que eran utilizados para almacenar productos como PET, cartón, aluminio y demás material ocupado en la colecta empieza a disminuir.
A más de dos meses del cierre del tiradero municipal ubicado en la Villa de Zaachila, los recolectores de desechos, se han visto obligados a buscar la forma de ganar el sustento diario, dado el olvido de las autoridades.
Fabiola Damián Gaytán, originaria de la Villa Sola de Vega recuerda perfecto el último día que recolectó material para venta en la parte alta del basurero. Un par de zapatos podía hacer la diferencia en un día malo, porque mínimo era lo de las tortillas.
“Nos hemos tenido que ir a buscar material reciclado a las colonias periféricas y en los pueblos, porque de la ciudad ya no llega nada, llevamos dos meses sin trabajo y el hambre aprieta”, reconoce la mujer de unos 60 años.
En algunas bodegas la actividad se paralizó ante la falta de material de reciclado y en otras solo van cuando tienen material.
Pero no solamente eso se detuvo en la zona, sino también algunos comedores cercanos o de venta de tortas y refrescos, dado que las ventas se desplomaron totalmente.
El cierre del basurero no solo nos pegó a los vendedores, sino también a los habitantes de la cercanía porque las tienditas ya no venden lo mismo, pues el ir y venir de los carros se terminó, dice la dependienta de un negocio.
Señala por ejemplo la relativa calma que se vive en uno de los accesos al tiradero pues ya no hay circulación de grandes camiones recolectores de ningún municipio de Valles Centrales.
No obstante aquella pluma que se había cerrado hace dos meses ayer estaba abierta, de acuerdo a la versión de los pobladores es para el ingreso de quienes sanean el sitio.
Patricia García, representante de la Unión de Pepenadores Flor de Agua lamenta que a los gobiernos municipal y estatal – aunque ya se fue – no les haya importado la situación de más de 130 personas que dependen de la colecta.
Tras el cierre del tiradero explica que ninguna autoridad los ha buscado para conocer su situación económica, dado que muchos son personas adultas mayores y que no tienen ingresos.
“Más de la mitad de los integrantes de la organización le hemos buscado en un pequeño negocio, por ejemplo yo y mi mamá vendemos tortillas de mano, para sacar el sustento”, comenta.
Señala que al gobierno del priista Alejandro Murat nunca le interesó la gente pobre, pues solamente les fueron a pedir el voto y jamás regresaron, al contrario las promesas de campaña se quedaron en eso, en promesas.
