Pide arzobispo de Oaxaca no perder la humildad
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Pide arzobispo de Oaxaca no perder la humildad

Se tiene que ser sal para darle sabor a la vida, señala en su homilía dominical


Pide arzobispo de Oaxaca no perder la humildad | El Imparcial de Oaxaca

Los oaxaqueños deben ser humildes, sencillos y de gran corazón para no perder la capacidad de diálogo ni el respeto a los demás, pidió el arzobispo de la Arquidiócesis de Antequera Oaxaca, Pedro Vázquez Villalobos.

Demandó analizar las obras que se realizan para descubrir si tienen amor, “no se debe dedicar a juzgar ni condenar, sino se debe ser misericordioso, bondadoso, solidario para ser capaz de desprenderse y compartir de lo que se tiene, incluso de la pobreza”.

En su homilía dominical, expresó que se tiene que ser sal para darle sabor a la vida, pero también ser luz para quienes estén tristes y poder animarlos y darles esperanzas, como a los que perdieron a un ser querido y están hundidos en el dolor, en la soledad y tristeza.

Frente a la comunidad católica que se congregó en la Catedral Metropolitana, dijo que se puede acudir con un enfermo que está cansado de vivir en esta situación, se les debe señalar que su sufrimiento no es en vano, que tiene sentido.

También con quien comete alguna injusticia, se le debe decir que con injusticias se pierde el cielo, tal vez diga que no le importa, pero a consecuencia de las injusticias sus trabajadores no reciben su sustento, quedándose con algo que no le pertenece y haciendo sufrir a toda una familia.

El representante de la Iglesia Católica también pidió orar por el injusto y el asesino, para que dejen de hacerlo, ya que las obras deben brillar para dar gloria al Padre sobre los actos que se realizan.

Podemos establecer una relación entre la imagen de la sal que aparece en el Evangelio de San Mateo y la imagen de la carne sana que menciona el profeta Isaías.

La salud de células y tejidos vivos es invaluable, por eso resulta comprensible que el profeta compare la mejora de la convivencia social en el pueblo de Israel con un tejido que desecha sus llagas y recupera la carne sana.

Cuando desaparece la opresión, disminuye el egoísmo y aumenta la compasión, se rejuvenece el tejido social que cohesiona al pueblo de Dios. El Señor Jesús lo expresa con las imágenes de la luz y la sal.

Cuando los discípulos reorganizan su vida a partir del encuentro con Jesús, aprenden a confiar en la bondad de Dios y reajustan la manera de tratar a los pobres, los débiles y necesitados.

Los miran con los ojos de Dios y entonces se siente la dinámica del amor de Dios en la convivencia diaria, puntualizó.


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