Con un llamado a la penitencia y a la conversión del corazón, la Arquidiócesis de Antequera Oaxaca y creyentes católicos, celebraron el miércoles de ceniza para dar comienzo con el camino de la cuaresma.
Desde las 08:00 horas, decenas de feligreses se dieron cita en la Catedral Metropolitana de Oaxaca y los diferentes templos católicos para participar en las ceremonias eucarísticas con motivo de la imposición de la ceniza.
Al encabezar la primera misa, el padre Alejandro Rodríguez pidió una oración por la salud del Papa Francisco, así como por el bienestar de las familias oaxaqueñas, especialmente por los más necesitados.
En su mensaje, el sacerdote explicó que con el miércoles de ceniza se inicia con el tiempo de la cuaresma “que significa 40 días de preparación para vivir el misterio de nuestra salvación, la ceniza es solamente un signo que nos habla de que estamos dispuestos en hacer este camino, de regresar y devolver nuestro corazón a Dios”.

De acuerdo con representantes de la Iglesia católica, la ceniza es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.
Reitera a las y los feligreses que este tiempo se debe utilizare para la reflexión de la vida, “de entender a dónde vamos, de analizar cómo es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean”.
Por ello, durante la cuaresma las y los católicos consideran el miércoles de ceniza y los viernes santo como días ayuno y abstinencia, en el cual se reconoce que la abstinencia se inicia a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años.
El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre, mientras que la oración ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que se requiere desde el interior del corazón y así poder vivir en armonía y en paz con Dios.