García Vigil y Carranza, medio siglo de “tacos a la carta”
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García Vigil y Carranza, medio siglo de “tacos a la carta”

Los “Tacos del Carmen”: 50 años; promoción boca a boca que llegó a Netflix


Fotos: Adrián Gaytán // “Tacos del Carmen”, para saciar el hambre o el antojo, en García Vigil y Jesús Carranza.
Fotos: Adrián Gaytán // “Tacos del Carmen”, para saciar el hambre o el antojo, en García Vigil y Jesús Carranza.

 

̶  ¿Qué le damos? “Dos taquitos de chorizo”.

 

Aun con el calor sofocante del mediodía y los rayos del sol, el ajetreo es el habitual alrededor de los dos anafres. Mientras una de las encargadas deshebra el quesillo otra sirve los tacos o las empanadas, una más hace las tortillas o lava los platos y sirve las aguas. Don José se encarga del cobro o de dar y recibir los platos.

Ya sea reunida en pequeños grupos de amigos, de turistas o en solitario, la clientela llega a la esquina de la calle García Vigil y Jesús Carranza para saciar su hambre o el antojo.

En torno a los comales de barro y bajo una lona que provee de una ligera sombra, las cuatro mujeres preparan los tacos que tienen como base la pasta de frijol y el quesillo. El guiso u otro ingrediente es a elegir y se enlistan tanto en otra lona, en español como en inglés: chorizo, salsa de chicharrón, champiñones, chile relleno o tinga de pollo.

Las memelitas, el primer producto ofrecido desde hace casi 50 años en los “Tacos del Carmen”, pueden ser de queso o quesillo. Las empanadas son de amarillo con pollo y las quesadillas, de flor de calabaza con quesillo o de champiñones y quesillo.

̶ ¿Uno de chicharrón?

“Sí, por favor”.

̶ El agua de horchata es de la muchacha.

 

Los tacos de queso o quesillo, la especialidad.

 

Pronto, lo que eran unas 10 personas, incluidas las que atienden, son casi 20 y las bancas resultan insuficientes. Pero eso no es impedimento para disfrutar de los tacos de este puesto casi icónico del Centro Histórico de la ciudad. La preparación no se detiene aun cuando varios turistas graban con sus teléfonos celulares.

̶ ¿El mole pica?

“No pica. De verdad, no pica”.

Las risas no se hacen esperar ante la incredulidad, aunque uno de los visitantes se anima a pedir una empanada de amarillo.

“Eso que está ahí, chicos, es memela”, les explica la guía.

̶  ¿De qué tiene ya hechos?, pregunta otra clienta.

“Chorizo, chile, champiñón, tinga y salsa de chicharrón”.

̶ Uno de chile y uno de chorizo.

El negocio familiar lo inició doña Carmen junto al jardín Labastida en 1974, cuando por la calle de Macedonio Alcalá todavía transitaban los autos y ella con sus dos hijos solían caminar desde su natal Jalatlaco con su canasto, una caja vacía de tomates y un comal.

Ahora es un puesto semifijo con hielera, mesas, dos anafres y un par de bancas metálicas, pero que no se ha librado del ordenamiento del comercio en vía pública por parte de las autoridades locales.

Aunque existe desde antes de la declaratoria de esta zona como patrimonio mundial ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el legado de doña Carmen se ha tenido que mover hacia la banqueta del exconvento de Carmelitas, donde operó el Registro Civil. Y hace aproximadamente 15 años o quizá más que permanece en Jesús Carranza.

 

Los mejores clientes, son los turistas.

 

Los tacos de quesillo con chorizo o las empanadas de amarillo son de los más demandados en este puesto que inició doña Carmen Hernández y que tras su muerte ha pasado a manos de su hija Margarita Martínez Hernández. Pero los tacos, aunque con más de 40 años en el menú, surgieron un día en el que las ventas eran bajas y doña Carmen optó por hacerlos para alimentar a sus pequeños hijos.

Que la gente pasara por su puesto de memelas en busca de tacos hizo que desde entonces estos se posicionaran como el alimento principal. Y ahora también ofrece tlayudas y tiene servicio a domicilio.

̶ Van a hacer una empanada, lo que le ponen es el epazote ̶  prosigue la guía ante sus turistas.

“¿La salsa pica?”

̶ Sí, hay de la picosa y de la que pica menos.

 Responde don José, hermano de la propietaria.

Contrario a lo esperado, explica que incluso son los extranjeros quienes piden las salsas más picosas o el curtido de cebollas y chiles canarios con limón.

La fama que comenzó con recomendaciones de boca en boca ha llegado a un documental de Netflix y ahora es casi una parada obligada en recorridos de turistas que buscan algo tradicional y no lo de los restaurantes.

Pero sus clientes siguen siendo de todo tipo y los tacos se mantienen en el gusto de los oaxaqueños. .


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