Cuando el invierno se convierte en arma contra la sociedad civil en Ucrania
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Cuando el invierno se convierte en arma contra la sociedad civil en Ucrania

Rusia intensifica sus ataques contra la infraestructura civil de Ucrania. Al comienzo del invierno, cientos de miles de personas se encuentran sin electricidad ni calefacción, y las temperaturas seguirán descendiendo.


Cuando el invierno se convierte en arma contra la sociedad civil en Ucrania | El Imparcial de Oaxaca

Para niños como Polina y sus amigos, ahora comienza la época más mágica del año. Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, casi todos los demás niños han abandonado esa aldea remota en el extremo nororiental de la región de Járkov. La escuela ha permanecido cerrada durante mucho tiempo.

Miedo a las bajas temperaturas

La primera nevada del año es un cambio positivo para Polina y sus amigos. En los próximos días, se llegará a los 12 grados bajo cero: “A partir de ahora, podemos montar en trineo y lanzarnos bolas de nieve”, explica la pequeña entusiasmada.

La mayoría de los adultos de la región no está tan contenta con el pronóstico del tiempo. Al contrario, a ellos les preocupa cómo van sobrevivir los próximos meses. “Las heladas aquí son cada noche más fuertes. No quiero ni pensar en qué va a parar todo esto”, dice Irina.

La jubilada vive en una pequeña ciudad en el este del país, en Izium, en un edificio agujereado con metralla. Casi todos los vecinos abandonaron el complejo de seis pisos, pero Irina decidió quedarse: “¿A dónde voy a ir? Para huir es necesario, como mínimo, un auto y algunos ahorros”.

El dinero que aún le quedaba lo invirtió en ventanas nuevas, porque muchas se rompieron por las explosiones. También la calefacción del edificio se estropeó por los bombardeos de los últimos meses

Una anciana en el salón de su casa.La jubilada Irina no quiere abandonar su ciudad. No tiene ni auto ni dinero.

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Desde hace varias semanas, Rusia ha intensificado sus ataques contra la infraestructura energética de Ucrania, y los cortes de energía son parte de la vida contidiana del país. “No tuvimos electricidad durante dos días”, recuerda Irina. La única opción en una situación así fue vestirse con más capas de ropa, usar las últimas reservas de gas y tomar té caliente.

Los ancianos no salen de sus casas

Los ancianos son quienes corren mayor riesgo por el descenso de las temperaturas en las próximas semanas ,y aunque puedan ir a vivir a otras regiones menos devastadas o incluso al extranjero, muchos no quieren dejar su entorno.

Hasta hace unos días, la madre de Oxana Melnyk vivía en un pueblo, en la parte este de Ucrania, ocupado por los rusos. Durante meses, Oxana la persuadió para que abandonara el pueblo, pero su madre reaccionaba con terquedad. “Ella pensó que, de alguna manera, sobreviviría, que todo pasaría”, dice Oxana. “Pero todos sabemos ahora que esto está lejos de terminar”, se queja.

Oxana se subió a su auto Lada de más de 40 años. Junto con una conocida. condujeron por el único corredor que conecta las áreas controladas por Ucrania con las ocupadas por Rusia. Una vez en el pueblo de su madre, pudo convencerla de que hiciera las maletas: “Le dije: Se trata de tu vida. ¿Qué es lo realmente valioso aquí? Ni tu apartamento, ni el auto ni cualquier otra cosa. Al final, solo la vida es valiosa”.

Seguridad en Zaporiyia

En el camino de regreso, quedaron varias veces atrapadas con el auto en el lodo, pasaron por docenas de puestos de control rusos y ucranianos, y el motor del auto se estropeó. Al final, acabaron en un centro humanitario en la capital regional de Ucrania oriental, en Zaporiyia.

Para las mujeres, este fue el primer lugar donde pudieron entrar en calor. En Zaporiyia, dice Oxana, no quería admitir que Rusia estaba usando el invierno contra la población civil. Pero es exactamente lo que está sucediendo ahora mismo. “Solo rezo para que Dios les dé una razón para que dejen de (hacerlo)”, suspiró. “Que se vayan en paz. Deberían dejar nuestro país para que no muera más gente”.

Las mujeres no saben que les sucederá en el futuro. Primero quieren ir a Odessa, donde Oxana tiene un apartamento, aunque no es un lugar seguro por los masivos ataques aéreos. Pero, por lo menos, los inviernos en esa ciudad porturaria no son tan duros como en el este del país.