En una entrevista de años recientes con Mirror, el magnate de la tecnología y fundador de Microsoft, Bill Gates, compartió una regla de oro en su hogar: a sus hijos no se les permitía tener su propio móvil hasta los 14 años. Gates explicó que en su familia establecían una hora límite para el uso de pantallas, lo que ayudaba a sus hijos a irse a dormir a una hora razonable.
Si bien Gates reconoció la utilidad de los teléfonos móviles para tareas o estudios, enfatizó que no eran bienvenidos durante las comidas familiares.
Aunque los tres hijos de Gates han superado la edad mínima para poseer un teléfono, siguen teniendo prohibido tener cualquier producto de Apple en casa debido a la larga rivalidad del empresario con el fundador de Apple, Steve Jobs.
Según un informe de 2016 sobre “Niños y tecnología”, la edad promedio en la que un niño adquiere su primer smartphone es de 10,3 años. Stacy DeBroff, directora ejecutiva de Influence Central, comentó a The New York Times que esta edad probablemente seguirá disminuyendo, ya que los padres se muestran cada vez más reticentes a entregar smartphones a sus hijos.
Expertos en salud han advertido sobre los riesgos de la exposición temprana a la tecnología en el desarrollo infantil, relacionándola con problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión.
Aunque la decisión de los padres puede parecer dura, los Gates podrían estar en lo cierto al retrasar la posesión de teléfonos inteligentes en la infancia para proteger el bienestar de los menores. Esto implica establecer límites estrictos sobre su uso, supervisar el tiempo de pantalla y el tipo de contenido al que los niños pueden acceder, teniendo en cuenta también la frecuencia del ciberacoso. En resumen, se trata de un asunto de información, gestión y supervisión del uso de la tecnología.
