Parte I
Aunque hubo un tiempo en que panteón y cementerio no eran lo mismo, uno era para los dioses y el otro para los mortales, hoy ante la escasez de los primeros, convencionalmente los consideramos sinónimos, la Real Academia Española nos dice que el cementerio es: “un terreno, generalmente cercado, destinado a enterrar cadáveres” Pero sabemos que son mucho más que eso.
Los cementerios además de cadáveres guardan historias, tradiciones e inquietudes de una época y localidad, son testimonio cultural, estético y social, pero además podrían ser nuestros jardines zen, podríamos convertirlos en espacios contemplativos y propiciatorios del estar con uno mismo.
Al estar en un cementerio nos alejamos del trajín del mundo cotidiano, recordamos emociones y experiencias si en él se encuentra algún ser añorado, podemos entablar un diálogo; yo siempre que visito a mis padres les pongo al día sobre los acontecimientos desafortunados en mi vida y por alguna razón tal vez primitiva en mis genes, espero que intervengan por mí en la dimensión en que se encuentren. Pero aun cuando no “conozcamos” a nadie en el cementerio, podemos imaginar historias y vidas con solo ver o leer los epitafios, uno se puede transportar a otros sitios y tiempos, como me sucedió con el del escritor escocés Robert Louis Stevenson, el autor de la Isla del tesoro, citado por Fernando Savater en su libro, Lugares con genio, que me hace no solo imaginar su tumba en Samoa, también la he soñado, les comparto lo que el mismo escribió:
Bajo el inmenso y estrellado cielo cavad mi fosa y dejadme yacer. Alegre he vivido y alegre muero, pero al caer quiero hacerles un ruego, que pongáis sobre mi tumba este verso: ‘Aquí yace donde quiso yacer. De vuelta del mar está el marinero; de vuelta del monte está el cazador (Savater, 2014, p. 222)’.
Los cementerios como museos
Actualmente algunos cementerios en el mundo son aprovechados como museos, uno de los más emblemáticos se encuentra en París: Montparnasse, que es el segundo en extensión de la Ciudad luz, nació como una iglesia por la voluntad de un rey Luis XV y una revolución lo convirtió en cementerio, Napoleón combinó las dos funciones y nuevamente otra revolución la de 1830, le devolvió su destino mortuorio. En él se encuentran cerca de 42 mil hombres y algunas mujeres como: Marie Curie y Simón de Beauvoir, diversas disciplinas entre ellas: el arte, la ciencia, la política, etc., y distintas nacionalidades como el argentino Julio Cortázar y nuestros paisanos Julio Ruelas y Porfirio Díaz, al mismo tiempo junto a los nombres ilustres conviven excelsas obras de arte que nos hablan de las inquietudes y valores de cada época.
Patricia Chiñas López
Corresponsalía Ing. Alberto Bustamante Vasconcelos