Facha, Eureka, empatía, albricias, modorra, regalía, tahonero, bonhomía, sempiterno quizá son algunas de las cientos o miles de palabras que los jóvenes de hoy no entienden su significado, mucho menos pueden imaginar por contexto su sentido.
De acuerdo a la Academia Española de la Lengua actualizado al 2010, los jóvenes usan “algo más de 240 palabras de manera cotidiana para comunicarse.
El castellano cuenta con casi 100 mil vocablos, señala un artículo especializado en lengua Castellana. De tal suerte que, del cúmulo o abanico de posibilidades, los jóvenes utilizan apenas 0,03% del total del lenguaje disponible.
El vocabulario en declive
Un ciudadano promedio utiliza entre 500 y 1000 palabras del español para comunicarse cotidianamente; nuestros padres y abuelos seguramente conocían con más precisión el significado de las palabras y eran, sin duda, más precisos para comunicarse.
Hoy, las redes sociales, los medios digitales y los emojis han limitado al lenguaje. Quizá no lo estén matando, pero se han convertido en cáncer, con metástasis, que encajonan a un raquítico vocabulario la transmisión de ideas, emociones y contextos, en detrimento de una mejor comunicación entre los seres humanos.
Y muchos defienden este encajonamiento, abogan por él.
La escritura en redes sociales
Escribimos en chats que tienen una dinámica más cercana a la de una conversación con el vecino que a la de un libro. Lo bueno es que se puede emitir un mensaje que puede ser leído por cualquiera. Cualquiera puede escribir. Sin embargo, pocas personas utilizan herramientas de corrección ortográfica para asegurarse de que un comentario que ponen en Facebook está bien escrito.
Para algunos, tomando en cuenta estas estadísticas, los jóvenes empobrecen su lenguaje y, con ello, su pensamiento.
Diferencias en el conocimiento del lenguaje
El centro de investigación del País Vasco, Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL), señala que las mujeres conocen más vocabulario relacionado con la ropa o la medicina, mientras que los hombres dominan más el léxico vinculado a los deportes o la física.
El estudio demuestra que “cuanta más edad tienen las personas, más palabras conocen”, con lo que los mayores son quienes “más riqueza léxica atesoran”.
No obstante, el estudio ya ha permitido extraer los primeros resultados descriptivos. Entre estos destacan las diferencias que se dan por edades, ya que, por ejemplo, el conocimiento del vocabulario en español de las personas entre los 15 y los 24 años no llega al 60 % de las palabras.
Por ejemplo, mientras que más del 70 % de las mujeres conoce las palabras drapeado, asténico o dismenorrea (frente a un porcentaje de hombres inferior al 50 %), más del 65 % de los varones domina la palabra testarazo o driblar (frente a un porcentaje de mujeres inferior al 50 %).
El impacto de las redes sociales en la comunicación
La comunicación falla cuando se escribe rápido pero no se entiende. Pasa mucho entre los adolescentes, que son los expertos en crear sistemas y códigos de simplificación, indicó otro especialista.
En el artículo “Redes Sociales, la Mutación del Lenguaje” se señala que el lenguaje que han adoptado las redes sociales ha consistido en trasladar el habla a una “escritura oral”. La ortografía se descuida por comodidad o desconocimiento, se recargan mensajes con mayúsculas convirtiendo lo remarcado en griterío.
Además, se incorporan emoticonos para dar un matiz gráfico a la conversación. Importa más que el mensaje llegue con rapidez, aunque recaiga en el receptor una tarea extra de reinterpretación, que el cuidado de la redacción y la observancia de las normas, que pasan a un plano residual.
Las redes, como medio de comunicación, modelan el lenguaje y fuerzan al idioma a actualizarse. El mayor impacto social positivo que han logrado las redes sociales es mejorar el alcance global de la comunicación y conectividad.
Para otros, “el uso de las redes sociales empobrece la lengua española”. “Vivimos en una era en la que la formalidad al comunicarse de manera escrita se desvanece por la practicidad y la pereza, ese mal hábito que sin duda demuestra la falta de cultura y de comprensión escrita al intentar comunicar o expresar una idea”, señaló en un coloquio Felipe de Jesús González Álvarez, participante de Mar Adentro.