Para celebrar los 90 años de vida del artista y mentor Shinzaburo Takeda, Ex Hacienda San José Espacio Cultural presentó el 13 de febrero la exposición colectiva “Shinzaburo Takeda. Su magisterio artístico”, las obras de treinta y un artistas que estudiaron en diferentes épocas con el artífice nacido en Seto, Japón, en 1935.
Con esta muestra, Ex Hacienda San José Espacio Cultural se integra a la serie de exposiciones dedicadas al artista y maestro que vive en México desde 1963 y en Oaxaca desde 1978, entregado a la pintura, al dibujo y a la gráfica tanto como a su labor docente.
Como profesor de pintura, dibujo y grabado en la Escuela de Bellas Artes y en la Escuela de Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, Takeda ha sido un influyente formador de varias generaciones de creadores de la plástica, en una lista que abarca más de 50 nombres a lo largo de 46 años de docencia.
En la presente exposición participan 31 artistas, entre ellos Liliant Alanis Martínez, Yamilet Asilem, Adriana Audiffred, Fidel Blas Bustamante, Saúl Castro, Nely Cruz Espinoza, Rocío Figueroa Barraza, Gilda Genis García, Pablo Gómez, Siboney GS, Elena Janez, Manuel Jiménez, Fulgencio Lazo, Jaret León, Daniel Enrique López Ortiz, Mercedes López, Ixrrael Montes, Israel Nazario, Fernando Olivera y Guillermo Pacheco.
Además, esta muestra también incluye obras de Luis Fernando Ramírez, Alejandro Santiago, Montserrat Steck, Abraham Torres, Soledad Vásquez, Cruz Vargas, Leonel Villegas, Pavel Villegas Mendoza y Dan Zúñiga, así como dos dibujos y un grabado litográfico de Shinzaburo Takeda.
Además, la Ex Hacienda presenta una instalación digital inmersiva basada en elementos iconográficos de la obra de Shinzaburo Takeda.
Sobre su obra y arte
Con respecto a la obra y las enseñanzas de Takeda, el crítico de arte Jorge Pech Casanova escribe: “Hace 90 años, el 13 de febrero de 1935, nació este hombre que comenzó a mirar el mundo desde las tranquilas chozas del pueblo de Seto, en Japón, y hoy lo contempla desde su apacible casa en el pueblo de San Andrés Huayapan, Oaxaca”.
El escritor añade: “Takeda creció en su comunidad japonesa de campesinos y alfareros. Aprendió a amar los animales del campo y las labores de cultivo mientras desarrollaba habilidades que lo llevaron a buscar un mundo más amplio en su juventud. Las reformas educativas en Japón después de la Segunda Guerra Mundial permitieron al hijo de artesanos cursar estudios básicos de arte en la secundaria y el bachillerato”.
El texto del especialista detalla que el influyente crítico y coleccionista de arte Sadajiro Kubo descubrió a Takeda el mundo de la docencia, al incorporarlo a su Instituto Souzou Biiku, cuya filosofía era enseñar arte a los niños. Además, el crítico y educador puso a Takeda en contacto con el pintor Tamiji Kitagawa, atendiendo a que este artista vivía en Seto, el pueblo donde Takeda nació.
Pech Casanova refiere que Kitagawa, quien en su juventud había enseñado pintura al aire libre a obreros y artesanos en Tlalpan y Taxco entre 1921 y 1936, observó en el estudiante Takeda una inquietud por salirse de los moldes académicos que le imponía la Universidad Nacional de Bellas Artes donde aprendía pintura, en Tokio. El maduro maestro animó a su discípulo a conocer el arte nacionalista de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.

El crítico de arte comenta que, terminados sus estudios en Tokio, Takeda trabajó duramente para costearse el viaje a México en 1963. Llegó a la capital de la república para deslumbrarse con los murales y las artes gráficas de Siqueiros, Orozco y Rivera. Después de un tiempo, a fin de mantenerse en tierras mexicanas, consiguió un trabajo en el Museo de Arte Popular y daba clases libres de arte en esa institución. Por aquellos días —añade el escritor— comenzó a interesarse por la cultura de los pueblos indígenas y emprendió viajes a diferentes partes del sureste: Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Yucatán. Internándose en la zona maya, llegó hasta Guatemala.
El también autor del guion para el documental sobre el artista “Aquí nació y creció mi espíritu” señala que lo que descubrió entre los campesinos, artesanos y chamanes del sureste determinó para Takeda la decisión de vivir en la parte más profunda de México. En 1978 se mudó a Oaxaca; tras intentar establecerse en el istmo de Tehuantepec y en la región de la Costa, tuvo que instalarse en la capital oaxaqueña, donde entró a formar parte del profesorado de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Oaxaca.
Al tiempo que desarrollaba una obra plástica singular, Takeda se esmeró en transmitir a sus alumnos la idea de que la identidad de sus culturas indígenas era un valor esencial para definir su arte, afirma el escritor, quien añade que el maestro animó a sus jóvenes estudiantes a involucrarse con las prácticas tradicionales de sus comunidades de origen, pues varios de sus alumnos procedían del interior del estado. En una sociedad que demeritaba a las personas de origen campesino, Takeda instó a sus discípulas y discípulos a valorar su identidad cultural.
De esa insistencia takediana por revalorar la esencia cultural de artistas de origen indígena surge esta muestra, resume Pech Casanova, para concluir que las piezas de la muestra “dan testimonio de la forma en que la visión de un artista y maestro ha proyectado su talento y sus convicciones para impulsar un movimiento pictórico y gráfico de gran diversidad dentro de sus compartidas lecciones”.