Beethoven y la Sinfonía más famosa del mundo
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Arte y Cultura

Seminario de Cultura Mexicana: Beethoven y la Sinfonía más famosa del mundo

La “Novena” representa el testamento de Beethoven, estrenada en 1824 y Patrimonio de la Humanidad desde 2001


En la Novena, Beethoven mezcló la elegía con la cantata, la ópera italiana y la germana, la fanfarria militar y el réquiem
En la Novena, Beethoven mezcló la elegía con la cantata, la ópera italiana y la germana, la fanfarria militar y el réquiem

La “Novena” representa el testamento de Beethoven, estrenada en 1824 y Patrimonio de la Humanidad desde 2001, estrenaba en el Teatro Imperial su Sinfonía N.º 9 en re menor, op. 125, conocida mundialmente como la Novena. Aunque toda Viena sabía que Beethoven, considerado entonces el más grande de los compositores de su época, estaba completamente sordo.

El público que acudió a la sala contempló con reverencia cómo se colocaba tras el director de Orquesta y seguía el estreno en una copia de la partitura, imaginando en su mente lo que los demás escuchaban. Aunque es sabido que los músicos del nivel de Beethoven no necesitan oír los sonidos físicamente, los tienen en la cabeza.

Al finalizar el concierto estallaron los aplausos de un público conmocionado por lo que había visto y escuchado. La Novena era extraordinaria, no solo por su duración y magnitud instrumental, sino porque incorporaba un nuevo elemento: en el último movimiento intervenían cuatro solistas y un coro, que interpretaban el poema Oda a la Alegría, de Friedrich Schiller. Beethoven mientras tanto seguía concentrado en su partitura cuando la ovación empezó y no reparó en ella, ni en los pañuelos que se agitaban en el aire, hasta que una de las solistas lo alertó, tocándole suavemente el brazo. Solo entonces se inclinó y saludó a sus admiradores por última vez.

Beethoven sabía que su obra iba a formar parte de la parcela más brillante de la creatividad humana. No en balde, la Novena fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001. La sinfonía es la más conocida de una serie de composiciones excelsas que lo sitúan en el Olimpo de la música clásica. Es también una obra que, más allá de esta disciplina, se ha utilizado como referente por muy distintas ideologías.

Beethoven la completó en 1824, después de decidir que iba a colocar el poema de su admirado Schiller en “una gran sinfonía”. El empujón para completar el proyecto le llegó en 1817, cuando la Sociedad Filarmónica de Londres encargó dos nuevas obras de este tipo al autor de joyas como la Heroica, la Quinta y la Pastoral.

El proceso de escritura fue agónico, con más de doscientas versiones diferentes solamente de la oda, insertada en el cuarto y último movimiento. Aquella inclusión de voces era algo totalmente radical, pero no constituía el único factor. En la Novena, Beethoven mezcló la elegía con la cantata, la ópera italiana y la germana, la fanfarria militar y el réquiem. Creó, en definitiva, una nueva forma de arte, alejándose libremente de la tradición. Es una pieza que ha influido en la historia de la música y que aún sorprende: “Tiene pasajes que no solo rompen con su época, sino que hoy suenan casi futuristas, no se los puede ubicar temporalmente”.

Esta partitura original de Beethoven es la primera obra musical incorporada como tal en el registro de la UNESCO. La sinfonía con el coro final conocido como el Himno a la alegría, sobre un tema del poeta alemán Friedrich Schiller, es uno de los documentos más valiosos en poder de la biblioteca de Berlín.

Con el nombre de Himno a la alegría se conoce al cuarto movimiento de la Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven (1770-1827), en el que musicaliza el poema de Friedrich Schiller (1759-1805) llamado Oda a la alegría (Ode an die Freude).

El Himno a la alegría se ha convertido en una referencia universal de la música y es valorado como un cántico a la fraternidad universal. De hecho, su influencia ha sido tan grande que ha pasado de la música académica a la música pop.

El impacto que ha tenido el Himno a la alegría desde su origen se debe, en primer lugar, a ser el primer movimiento coral inserto dentro de una sinfonía, gracias a que Beethoven decidió tomarse la libertad de “hacer hablar” a la que fue su última obra sinfónica. En segundo lugar, se debe también a los valores expresados en el poema de Schiller. Recomiendo escuchar esta obra coral, es una maravilla.

Mario L. Palacios C.


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