El arzobispo de Antequera Oaxaca, Monseñor Pedro Vázquez Villalobos, presidió la celebración eucarística el desde la catedral metropolitana en el V Domingo de Pascua.
Vázquez Villalobos recordó que el altar es el lugar del sacrificio vivo de Cristo, quien se entrega al Padre por todos nosotros para el perdón de nuestros pecados. “Esto nos debe de llenar de alegría y de gozo”, expresó al inicio de su mensaje, destacando que cada misa es un encuentro personal con el Señor Resucitado, fuente de esperanza y renovación.
En su reflexión, el arzobispo hizo un recorrido por la historia de las primeras comunidades cristianas, recordando que los apóstoles, a pesar de las persecuciones, no pudieron callar el mandato de anunciar el Evangelio. “Salieron a predicar con valentía porque estaban llenos del Espíritu Santo”, subrayó.
Reconoció la presencia de los fieles en la misa y los llamó “peregrinos de esperanza”, valorando el amor de quienes los cuidan y acompañan. “El que no puede ver no nos pide lástima, nos pide amor”, expresó con emoción, instando a mirar con el corazón y no con prejuicios.
También reconoció a las personas sordas, mudas o con capacidades distintas, valorando su manera de comunicarse y de vivir la fe. En un gesto significativo, agradeció al sacerdote encargado de proclamar el Evangelio en lengua de señas, señalando que “les habló a ellos de una forma muy especial”.
Finalmente, el arzobispo agradeció a todos los colaboradores en el apostolado de la atención a personas con discapacidad, y exhortó a los padres de familia a brindar un amor paciente y tierno a sus hijos en estas condiciones. “A veces creemos que estamos completos, pero somos los más incompletos si no sabemos amar”, afirmó con contundencia.
La homilía concluyó con una invitación a vivir el amor como camino de santidad: “Que cada uno, desde su realidad, siga creciendo en el amor a Dios y al prójimo. Vivamos el amor y hagamos felices a nuestros hermanos, porque ellos también nos harán felices a nosotros”.