No quiero que conozcan mi nombre, esto lo hago por cariño y agradecimiento a Oaxaca que tanto me ha dado, no por publicidad, señala “El Ruso”, Alexander Karminsky, de 68 años que el miércoles salió a la gélida mañana y en uno de los portales del zócalo capitalino comenzó a repartir regalos, juguetes sonrisas y, sobre todo, juguetes a cuanto infante oaxaqueño se cruzó por su camino.
En entrevistas para EL IMPARCIAL Televisión “El ruso”, un ucraniano llegado a Oaxaca hace 38 años, indicó que habla hebreo, ucraniano, ruso, alemán, español y un “champurrado” español oaxaqueño pero que, con sus años de estancia en nuestro estado “ya es más oaxaqueño que ruso u ucraniano” y “¡que los chapulines”!
En una entrevista concedida en abril a EL IMPARCIAL, Karminsky indicó que se considera “changarrero” y muy bueno para el negocios. Con un costal rojo al hombro, barba blanca, gorro y traje rojo de San Nicolás llamaba a los pequeños que transitaban por el zócalo de manos de sus padres y les regalaba un presente.
“El ruso” a lo largo de su vida fue mesero, obrero, cocinero, zapatero, fayuquero; fue aquí en la Verde Antequera donde encontró la manera de sobrevivir en un mundo extraño totalmente diferente al de Alemania, de donde llegó luego de un periplo desde su natal Ucrania.
Sabedor ya de palabras como “parió” o “merito ahí” hace más de tres décadas se sorpredió porque “vendían el tasajo por metro, enrollaban el quesillo y se comían los chapulines”.
Entrevistado en el poniente del zócalo, junto a cafeterías, zapaterías y restaurantes, al ver las cámaras de EL IMPARCIAL esturo su mano derecha e indicaba “¡mando saludos a todo Oaxaca! ¡Sean felices!. “Es el año 35 que regalo jueguetes en Oaxaca, no quiero que conozcan mi nombre, no lo voy a decir” señalaba “El Ruso”.
“Quiero que todos seamos felices en Oaxaca”, reiteró evasivo de dar a conocer su identidad, aunque muchos saben que es dueño de un establecimiento de venta de discos en el centro histórico.
“Para ser feliz sólo hay que ver cómo reaccionan los niños”, indica al ser cuestionado sobre el móvil de caracterizarse como Santa Clós y salir con un costal repleto de presentes. “Para ser feliz, ¡niños!, no los adultos”, reitera “El Ruso”.
“Desde 16 años yo comencé a vestirme de Santa Clós y lo seguiré haciendo; cada año hay más tristeza y es una forma de dar alegría”. Papa Noel ucraniano-ruso-judío-oaxaqueño ofreció regresar el próximo año para brindar un poquito de alegría a los niños oaxaqueños, aunque ya había prometido no volver a disfrazarse de rojo. Pero “¡No debemos quitarles el personaje de Santa Clós!”.
Con su costal ya semivacío Karminsky caminó y se perdió en los pasillos de los portales del zócalo, “Oaxaca me dio muchos amigos, indicó, muchas amistades; algunos de ellos ya se fueron, pero aquí seguirmos” y aderezó “soy más oaxaqueño que tú y que los chapulines”.
“El Ruso” ya es mexicano y totalmente naturalizado, es más oaxaqueño que el quesillo y el chapulín. Se da tiempo para regresar con un juguete en las manos que entrega a un pequeño o, ahora con la tecnología, una madre de familia le pide un saludo para su nieto. “¡Pórtate bien!” les dice en una videollamada por celular.
Llama los pequeños y posa con ellos para una foto. “¡Ven, hijo, ven, dice ese oaxaqueño nacido en otro país!” Reitera que se quedará en Oaxaca y promete fehacientemente que el año próximo regresará vestido de Santa Clós para ofrecer más regalos, como hace 35 años.
