Los diputados llegan tarde, siempre tarde, como alegoría y en la realidad. Dos años tardó este Poder en hacer un foro para medir el avance en la reconstrucción tras los terremotos de septiembre de 2017.
En los pasillos de la Facultad de Derecho de la UABJO alrededor del Paraninfo todo es caos, los organizadores del “Foro Perspectivas de Avance a dos años de los sismos de 2017” esperan a los invitados a quienes se les durmió el gallo.
El diputado Pável Meléndez sale al quite, se envanece ante los micrófonos, señala corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto, también tarde, pues ya no está. Sin querer le pega un raspón a su compañera de bancada, Gloria Sánchez, pues habla de los malos manejos de los recursos federales en el Istmo tras los sismos, cuando ella era presidenta de Juchitán. Parece que las transas esquiaron el tamiz de la cuatro te.
Meléndez Cruz dice que le va a pedir al Gobierno del Estado que contemplen partidas de prevención en el presupuesto del próximo año, porque en éste se les olvidó incluirlas en el presupuesto de egresos a los diputados -quienes lo aprobaron-, promete investigar a fondo, pero solo eso, promete nada más.
Laura Estrada Mauro llega, se asoma y se va. Regresa una hora tarde, nadie la anunció en la presentación pero sube en tropel al estrado, aún llega a la foto.
La presidenta de la Junta de Coordinación Política de la 64 Legislatura del Congreso de Oaxaca se forma en corro junto con sus colegas, también llegaron tarde a la cita, pero sonríen ufanos. Piden a los fotógrafos que se acerquen para tomar registro de un momento que llaman histórico.
Pável Meléndez y Estrada Mauro, ambos legisladores locales, ambos por Morena, han sido protagonistas de la división de su partido en Oaxaca, él exige que auditen el manejo de los dineros en el Congreso, ella hace ojo de hormiga. Pero esas patadas por debajo de la mesa se olvidan en público, aquí son sonrisas y halagos, vuelan adjetivos zalameros de un lado a otro.
Laura Estrada toma el pódium para inaugurar este foro, fija los ojos en su texto e intenta leer. Trastabilla, tartamudea, su dicción es ininteligible, alza la mirada nerviosa y esquiva, tiene suerte pues solo las primeras cinco filas hacen caso a su oratoria vacua, el resto de la audiencia son acarreados y la prensa, esa que no aplaude. Retoma la lectura y de nuevo titubea pero no se detiene, vive traspiés y sufre para llegar al final del texto de dos o tres cuartillas, se hace el silencio que se rompe con el aplauso forzado.
Apenas pasan unos minutos de la inauguración, se escuchan los abrazos tronados, los apretones de mano y salen en bandada los legisladores, solo unos pocos permanecen. Laura se va con la misma prisa con la que llegó.
Los tres puñados de estudiantes acarreados con la promesa de créditos extra despiertan de su letargo, inicia la operación hormiga. Se va uno, se van dos, así de poco en poco hasta dejar más de la mitad de la sala del paraninfo vacía, solo hablaron los funcionarios, solo ellos tuvieron público, apenas vienen los especialistas, los doctores en geología, los expertos en prevención de desastres, pero a ellos ya nadie los escucha, la vanidad quedó satisfecha y lo demás, es mero protocolo.
