Cerca de las nubes; olvidados por el gobierno de Oaxaca
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Cerca de las nubes; olvidados por el gobierno de Oaxaca

El sismo ocurrido el 7 de septiembre devastó varias comunidades de los mixes, entre ellas la agencia de Las Flores en donde la naturaleza se volvió a ensañar con los que de por sí han padecido la pobreza y el olvido gubernamental


Cerca de las nubes; olvidados por el gobierno de Oaxaca | El Imparcial de Oaxaca

¿Cómo te llamas?
Gustavo
¿Cuántos años tienes?
10.
¿Qué tocas?
¿Eh?
¿Que qué instrumento tocas?
La trompeta.

A esta última respuesta le siguen una serie de señas con la mano derecha con las que Pepe, un músico de Santiago Matatlán, le pregunta a Gustavo qué nota es: Fa, si bemol, do, todas las reconoce el niño.
Siguen las preguntas:

¿Y te sabes la tabla del 9?
-Apenas.
¿Y qué quieres ser de grande?
– Albañil.

El cuestionario se detiene al mismo tiempo que el automóvil. Gustavo baja junto a María, su madre, y se dirige a su casa. Sale a recibirlos su padre Rubén Martínez Martínez. Gustavo, sus cuatro hermanos y sus padres parecen ser los únicos habitantes de El Mirador-Las Flores, la parte de la montaña que precede el camino hacia la agencia de Flores, perteneciente a Santa María Tlahuitoltepec.

Su casa, de una sola pieza con dos camas, una mesa y un altar, fue terminada de construir hace apenas unas semanas y ya ha sido abandonada. Rubén ha trasladado a su familia a una parte de la parcela, duermen bajo una lona, donde hay una almohada. Teme que su casa, con algunas grietas pueda caerse. Si es suficiente o no el riesgo como para llevarse drásticamente a su familia lo desconoce, en esta agencia no hay protección civil ni plan DN-III ni mucho menos MX que le diga si es seguro resguardarse de la lluvia bajo el techo que construyó con adobe.

Gracias en mixe

Dios mkujo’yïxjïp. Gracias en mixe. 17 días después del primer sismo de septiembre los pobladores de las agencias de Flores recibieron apoyo. Despensas, ropa, pañales, cobijas para los más viejos. 150 personas formadas desde las 7:00 horas atendiendo el llamado del agente municipal. Juntos forman una fila que cubre tres cuartas partes de una cancha de baby-fut. Bebés en brazos, niños de 4, 5, 6 años. Tras recibir las indicaciones de cómo recibirán las bolsas con despensas colocadas cerca de una de las porterías, los pobladores de Flores pronuncian en coro: Dios mkujo’yïxjïp. Gracias. Se dirigen a Víctor, representante de los pobladores de San Nicolás Ixmiquilpan, Hidalgo, que han traído en un viaje de 20 horas en un camión torton, ocho toneladas de víveres a pobladores de las agencias de Tlahuitoltepec.

Mujeres y niñas se agolpan en el lugar donde fueron colocadas las cajas con ropa. Quienes tienen bebés se adelantan para recoger las bolsas con pañales y como los últimos son siempre los primeros, los ancianos al final de la fila reciben las primeras cobijas.

El agente pide además que las personas cuyas casas hayan sido derribadas por los sismos se agrupen y den un recorrido a los visitantes.

Doña Elvira, de 70 años, es la primera en mostrar los restos de su casa, caída el pasado 7 de septiembre. Le siguen su hijo Juvenal, su nuera, Alejandra, sus dos hijos, de cuatro y dos años de edad. Son las primeras voces de un testimonio que se reproducirá exacto por toda la comunidad: “Aquí nadie viene porque está retirado”.

Tras mostrar los pedazos de tierra que eran los muros de su cocina, Juvenal pregunta a los visitantes si trajeron láminas. Su madre vive con su hermana y él ha tenido que dormir a la intemperie.

Coro vocal

Las imágenes de esta comunidad son inéditas para el gobierno. Ni el Ejército ni los representantes populares, diputados federales o locales de este distrito, no han emitido comunicados oficiales sobre esta comunidad, no se ha encargado la reconstrucción a ningún secretario de gabinete, ni a Rosario Robles ni a José Calzada Rovirosa, ni a Luis Enrique Miranda ni a José Antonio Meade. Aquí no hay funcionarios ni recorridos oficiales, quizá porque el escenario tras el sismo es muy similar al que había antes, con la diferencia de que algunas casas, 10 aproximadamente, han sido destruidas y tres decenas más presentan cuarteaduras.

La entrada a esta comunidad por un camino pedregoso, más complejo que la simple terracería, hace pensar que en Oaxaca las distancias son cortas, pero los caminos muy largos.

Habitualmente, con o sin temblores de graves magnitudes, en esta comunidad es difícil obtener alimentos, pese a que los árboles frutales –con plátanos, granadas, naranjas y manzanas- son frecuentes en las tierras de Flores, así como las milpas de autoconsumo. Los otros productos, la carne, el pollo, se traen la mayoría de las ocasiones de la cabecera, de la que están alejados por 10 o 12 kilómetros, un trayecto que deben hacer en una camioneta que cobra 20 pesos por pasaje o caminando.

“Si compramos es en Tlahui, todo se encarga, aquí no hay, lo que se cosecha aquí lo llevamos en trueque, aunque no conseguimos mucho, si se da el maíz, pero ahorita ya no se da tanto, a veces calabacitas, cositas así, no hay mucho que vender”, cuenta Estela Núñez, otra de las habitantes que ha perdido parte de su casa. Una de las paredes de su cocina se desprendió y es soportada por dos postes de madera.

¿Ha venido alguien del gobierno a apoyarlos?

Ahorita, no. Ayer fui a la plaza, el sábado, en Tlahui, nos dijeron que nos iban a apoyar y ahí nos dijeron ‘no, no nos dan resultados, no nos contestan o no dicen nada’, pidieron fotos nada más pero dicen que no hay respuesta.

Comunidades hermanadas

Ixmiquilpan, Hidalgo, y Tlahuitoltepec eran dos comunidades desconocidas entre sí, separadas por aproximadamente 670 kilómetros, con algunas coincidencias como la presencia de población hablante de lenguas indígenas, el mixe y el hñahñú. Se conocieron este fin de semana, cuando un grupo de pobladores de la comunidad hidalguense trajo a las agencias de Flores y Metate de la Sierra Norte un torton cargado con ocho toneladas de víveres.

Tras el sismo del 19 de septiembre generaron un centro de acopio para diversas comunidades. Su labor de acopio, que inició con dos bolsas de azúcar y dos de arroz, creció hasta convertirse en 40 o 50 toneladas de víveres, alimentos, ropa, medicinas, agua embotellada, cobijas.

Fueron a la Ciudad de México –donde constataron que no hace falta el apoyo, sino organización entre el gobierno e instituciones como la Cruz Roja para apoyar a los damnificados- y después a Puebla, al municipio de Izúcar de Matamoros. Después, en su lista de lugares que no habían recibido apoyo encontraron a Oaxaca.

El profesor normalista Adán Lora, conocedor de la música oaxaqueña y de sus cantantes, contactó a la soprano María Reyna para preguntarle por la situación en el estado. Preguntó por Juchitán, pero las noticias de inseguridad en la zona para trasladar víveres los ahuyentaron, preguntaron también por Tlaxiaco y, por último, por la zona mixe, de donde es originaria la cantante.

María les habló de las agencias, de Flores y Metate, cercanas a la cabecera, en donde los reportes indicaban que había al menos 60 casas dañadas total o parcialmente y ningún apoyo para sus pobladores. El grupo de apoyo de San Nicolás Ixmiquilpaneligió estos sitios y mandó a 11 hombres y dos mujeres.

El recorrido implicó más de 20 horas, desde la primera hora del viernes hasta las 19:00 horas del sábado, y un desgaste constante debido a la poca visibilidad de los daños mostrados en la región. La Sierra mixe les ocultó muy bien a sus damnificados. En Ayutla observaron apenas una grieta superficial en la iglesia del pueblo; en la cabecera del siguiente municipio, Tamazulapan del Espíritu Santo, los daños por ambos sismos fueron aun menores.

En las agencias de Tlahuitoltpec constataron, sin embargo, que su apoyo fue más allá del apoyo a personas afectadas por el sismo. “San Nicolás, junto con otro pueblo que se nos unió venimos a traerles ayuda, no venimos a pedirles un voto, no venimos a pedirles nada a cambio, sabemos que fueron golpeados por el sismo. Un grupo de amigos, vecinos, nos organizamos para pedirles ayuda, se los da el pueblo de San Nicolás, pueblo del Mandho, y Zamora Michoacán, vemos mucha gente de bajos recursos, casas dañadas”, explicó Víctor Manuel, uno de los representantes del grupo.

A cambio de esas toneladas de apoyo, se llevaron un par de calabazas, dos pencas de plátano, un pedazo de agave cocido, lo que los pobladores encontraron para expresarles Dios mkujo’yïxjïp, gracias. “Es lo que tienen, es lo que dan”, les explicó María antes de despedirlos en su viaje de vuelta a Ixmiquilpan.