Quiaviní, vejez, respeto y marginación
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Quiaviní, vejez, respeto y marginación

Ser adulto mayor implica honor en este municipio de Valles Centrales, donde por tradición, historia e incluso por mandato municipal, los ancianos deben ser cuidados en su salud, alimentación y necesidades elementales


San Lucas Quiaviní

En este municipio de los Valles Centrales, ubicado a 45 minutos de la capital oaxaqueña, el respeto a las personas de la tercera edad es una regla que se sigue a cabalidad.

Desde el ingreso a este municipio considerado de muy alta marginación, algunas mujeres y hombres que rebasan los 65 años de edad se observan en calles donde caminan o descansan, porque el cuerpo ni los familiares les permiten trabajar.

En esta tierra de usos y costumbres donde predomina el zapoteco, habitan 300 adultos mayores de un total de mil 345 pobladores, según los registros de las autoridades municipales.

La mayoría vive con sus familiares y pocos son los que habitan solos en alguna casa, ante la emigración de hermanos, hijos y nietos hacia Estados Unidos.

Norma López Curiel, regidora de salud, explica que al menos 261 de las personas de la tercera edad están como beneficiarios del gobierno federal, que de manera reciente los volvió a censar con la promesa de darles el apoyo mensual de mil 274 pesos.

En esta población indígena y de alta marginación, los adultos mayores recibirán el recurso federal a partir de los 65 años de edad, a diferencia de quienes viven en zonas urbanas y otros municipios donde el apoyo será a partir de los 68.

Las estimaciones del número de adultos mayores de 65 años en la población, es de al menos el 50% hombres y 50% mujeres, que deben ser cuidados por los familiares como una responsabilidad que establece el municipio.

A diferencia de la capital oaxaqueña u otros municipios de la entidad, en San Lucas Quiaviní no se les obliga a los adultos mayores a trabajar ni se les ve como una carga, sino como personas que merecen respeto y cuidados por los años de trabajo y aportación a la comunidad y familia.

Diabetes e hipertensión

La mayoría de la población, dedicada al campo, apenas permite que los hombres mayores sigan en las cosechas, pese a que algunos busquen sentirse útiles aunque sea solo para llevar algunos canastos para consumo familiar.

La regidora de salud asegura que la mayoría de las necesidades de la población de la tercera edad son precisamente las relacionadas con la salud. “Muchos tienen dolores musculares, de las rodillas o complicaciones por la diabetes e hipertensión; al menos 70 tienen estas enfermedades”.

En un recorrido por la población, algunas mujeres y hombres de la tercera edad aseguraron que los hijos se encargan de ellos.

“Nada hacen, solo quehaceres del hogar. No se les permite trabajar, se les protege. La comunidad sabe que a los adultos mayores se les respeta, porque nos toca retribuirlos. Si vemos a algún caso que represente desgaste o peligro para el adulto mayor, llamamos la atención a los responsables de ellos”, señaló la regidora.

Modesta

De 80 años, Modesta López camina a paso lento por el peso de la edad, pero asegura que goza de buena salud y por ello es admirada por sus propios hijos, que ya muestran complicaciones y enfermedades como diabetes.

Solo acude a sus citas médicas por revisiones que las autoridades les llaman a hacerse, como una forma de prevención. Ella escucha y ve bien, no tiene dolores musculares, pero no se confía.
Antes trabajaba en el campo junto a su esposo que ya murió hace unos años. Ahora sus hijos ya no le permiten trabajar, pero sí hace “de vez en cuando” tortillas o tejate para el consumo familiar.

Modesta fue una de las personas de la tercera edad que fue censada hace unas semanas por el gobierno federal, pero duda si tendrá el recurso que prometieron a los adultos mayores, porque le hicieron falta algunos documentos.

Personal de la Secretaría de Bienestar le dijeron que “verían qué hacer” para que fuera incorporada, aún cuando no cuente con la CURP.

Madre de nueve hijos, Modesta se muestra alegre, sin preocupaciones. Cuenta que cuatro de sus hijos migraron y de ellos recibe remesas que ocupa para mejorar la casa o solventar algunos gastos familiares o personales.

Doña Modesta López, de 80 años.

Fausto

De 68 años de edad, cumplidos apenas en septiembre, Fausto García Núñez asegura que él no fue censado, pese a que tiene la edad para estar en el programa de adultos mayores del gobierno federal o en el de personas con discapacidad.

En silla de ruedas desde hace 15 años, por la amputación de una de sus piernas como consecuencia de la diabetes, Fausto solo señala que no está en ningún censo, pero asegura no saber por qué.
El hombre que se dedicaba al campo y que trabajaba en Estados Unidos, regresó a su comunidad de origen en 2002, cuando empezó su viacrucis con la enfermedad.

Padre de tres, dice que al mes recibe dinero que le envía una de sus hijas que radica en la Ciudad de México, además del recurso que sale del trabajo en el campo que realizan algunos de sus familiares en el terreno que él les ha prestado.

Sin embargo, dijo, el dinero que recibe no le alcanza, porque la comida “cada vez está más cara”, así como los cobros que se hacen de los servicios básicos.

De 68 años, don Fausto García Núñez.

Tomás

De 94 años de edad, Tomás Curiel Curiel sí fue censado, pero también ignora cuándo y cómo será el pago del primer recurso. Desde la anterior administración federal contó con el apoyo bimestral de mil 200 pesos, pero ahora confía en que el nuevo recurso le alcance para las medicinas.

Por la edad, dice su nieta que lo vigila y está cerca de él para evitar alguna caída, el señor Tomás apenas puede caminar con un bastón. Tiene cataratas, le duele la espalda y se le va la respiración si se hace algún esfuerzo.

En una casa de concreto, al igual que la mayoría de los habitantes de la población, Tomás Curiel recibe apoyo de sus familiares, que no lo dejan caminar por los pasillos de la casa, a menos que esté acompañado.

Don Tomás Curiel, de 94 años.

En esta población que representa uno de los municipios de Valles Centrales con mayor migración, la mayoría de sus habitantes apenas termina la primaria. Gran parte se dedica a la siembra y cosecha de maíz y frijol, mientras que otros deciden emigrar hacia Estados Unidos.

De manera quincenal, el municipio impulsa talleres y actividades físicas para los adultos mayores, con apoyo de las promotoras del programa enfocado a este sector de la población.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2012, en México el principal síndrome geriátrico que reporta la población de mayor edad es el déficit visual (47.4%), el cual pasa de 41.3% en la prevejez a 76.7% para los de vejez avanzada de 90 años y más.

El segundo, el déficit auditivo, afecta al 42.9% de los adultos mayores y se incrementa con la edad (de 34.5% en los de prevejez a 68.9% para los de vejez avanzada de 90 años y más).


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