En las primeras horas del jueves 15 de mayo, Mario Hernández García, presidente municipal de Santiago Amoltepec, fue asesinado en una violenta emboscada cuando regresaba de una festividad religiosa en honor a San Isidro, celebrada en la comunidad de Llano del Tigre. En el ataque también perdieron la vida dos hombres que, de manera extraoficial, se ha informado eran policías municipales que formaban parte de su escolta.
EL ARTERO CRIMEN
El crimen ocurrió en el paraje conocido como El Tablero, en el camino que conecta con la comunidad El Mamey. Justo en el trayecto de regreso al centro de Santiago Amoltepec. De acuerdo con la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO), se ha desplegado un equipo multidisciplinario para investigar los hechos y dar con los responsables.
“La Fiscalía de Oaxaca ha activado los protocolos correspondientes para la investigación ministerial que permita esclarecer los hechos y presentar ante la ley a quien o quienes resulten responsables de este delito”, informó la dependencia en un comunicado.
La patrulla en la que se transportaba el edil fue interceptada alrededor de las 2:30 de la madrugada. Testigos narran que el ataque fue directo y certero, ejecutado por sujetos armados que desaparecieron sin dejar rastro.
LA MUERTE EVITADA… PERO SOLO POR MINUTOS
Lo más devastador es que Mario Hernández García no murió de forma inmediata. Se presume que herido y aún con signos vitales, fue trasladado de emergencia a la comunidad de Teojomulco. Ya que, en Santiago Amoltepec no había medicamentos ni el equipo médico necesario para atenderlo. Sin embargo, perdió la vida en el camino, agonizando por la falta de servicios de salud básicos.
Este hecho, según fuentes locales, no solo revela la creciente inseguridad que azota a la región, sino también la desprotección institucional y la precariedad de los servicios de salud.
“Nuevamente, la falta de medicamentos y equipo médico en Santiago Amoltepec provocó que el presidente, aún agonizando, tuviera que ser trasladado”, denunciaron habitantes de la zona.
UN ALCALDE BAJO ASEDIO
El asesinato del presidente municipal no es un hecho aislado. En enero de este mismo año, su hermano fue ejecutado, lo que ya había encendido las alarmas sobre la violencia que envuelve a esta comunidad serrana. Además, el 9 de marzo pasado, el gobernador del estado, Salomón Jara Cruz, visitó la zona. Donde recibió reclamos y exigencias por parte de los pobladores, quienes señalaron que los acuerdos pactados con el gobierno no habían sido cumplidos.
Este contexto de tensión social, de supuesto abandono institucional y violencia sostenida hace aún más crítica la situación en la Sierra Sur.
CONDENA OFICIAL, ¿RESPUESTA SUFICIENTE?

Tras conocerse la noticia del asesinato, el gobernador Jara Cruz se pronunció en redes sociales:
“Condenamos enérgicamente la muerte del presidente municipal de Santiago Amoltepec, Mario Hernández García. Vamos a apoyar en todo lo necesario a la Fiscalía General del Estado para esclarecer este suceso. En nuestro gobierno no hay ni habrá espacio para la impunidad”, escribió en su cuenta oficial.
Sin embargo, voces críticas aseguran que, las palabras no bastan. La violencia en Oaxaca —uno de los estados más pobres y desiguales del país— ha venido en aumento, y los crímenes políticos se han vuelto cada vez más frecuentes en comunidades donde el Estado parece haber cedido terreno ante la delincuencia organizada o conflictos locales no resueltos.
¿UN MUNICIPIO OLVIDADO?
Santiago Amoltepec, ubicado en la región de la Sierra Sur, ha sido históricamente marginado. Sus caminos de terracería, la falta de infraestructura médica y la escasa presencia de fuerzas de seguridad estatales o federales han convertido al municipio en una tierra de nadie.
La muerte de su presidente municipal no solo enluta a la comunidad, sino que también, según los propios ciudadanos, deja al descubierto un Estado incapaz de garantizar condiciones mínimas de seguridad, justicia y salud.
UNA ALERTA ROJA PARA OAXACA
Por otra parte, voces críticas refieren que el asesinato de Mario Hernández García no debe entenderse como un hecho aislado, sino como parte de una serie de síntomas que apuntan al deterioro institucional en varias regiones de Oaxaca. Además, refieren que, la falta de servicios médicos, la impunidad reinante y el abandono gubernamental han creado un caldo de cultivo para tragedias como esta.
Mientras las autoridades prometen justicia, la ciudadanía exige respuestas concretas. Porque no basta con condenar, hace falta actuar.