Por Yuriria Sierra
Seis de cada diez mexicanos avalarían que Andrés Manuel López Obrador terminara su periodo presidencial, según una encuesta realizada por Consulta Mitofsky, con miras a la revocación de mandato; en ese ejercicio que se ha convertido en el centro de la conversación del Presidente, no importa lo que suceda, y aun con estos números, está empeñado en realizarla, así cueste millones y lo enfrenten directo con la autoridad electoral.
Seis de cada diez, sin duda un nivel de aprobación importante, más aún en un contexto como el que vive el país: registró en 2021 la mayor inflación en 21 años, el limón, por ejemplo, cuesta casi 50% más de lo que costaba hace 12 meses; la gasolina Magna subió; la Premium, también; la violencia no para, no importa el reflector ni la presencia que en este sexenio se le han dado a las fuerzas militares; antier fue en Zacatecas, ayer fue en Veracruz: cuerpos amontonados como signo del cotidiano de varias regiones del país; en Zacatecas, por ejemplo, ya se cuentan 41 asesinatos en lo que va del año, sí, en estos ocho días. En Guerrero, una comunidad ha advertido a las autoridades que si no retiran a sus policías, comenzarán a armar a sus niños, esos pequeños, como ayer nos lo contó Ángel Galeana, corresponsal de Imagen Noticias en ese estado; ya son entrenados. Pobladores de la comunidad de Ayahualtempa afirman que los elementos municipales de José Joaquín de Herrera están vinculados con el grupo delictivo Los Ardillos.
Y claro, la pandemia. Una cuarta ola que no se asume como tal, pero que avanza a 5 mil contagios nuevos por día: 15 mil el martes, 20 mil para el miércoles, 26 mil el jueves… 28 mil 23, ayer. Largas, larguísimas filas para realizarse una prueba de covid-19, porque nuestro país, a pesar de estar en ese trágico top 5 de naciones que peor han manejado la pandemia, no ha impulsado la compra de pruebas ni ha abierto el mercado para acercarlas a la población. No hay certeza de la compra de vacunas para este 2022. El número de casos nuevos avanza, los estados retroceden en el semáforo epidemiológico, algunos toman cartas para reducir la movilidad, en algunos hospitales se preparan ya para una nueva reconversión.
Sin embargo, en Palacio Nacional nada mueve la agenda diaria, la de la eterna complacencia. Los megaproyectos siguen y ni la exposición a un contagio es causa para hacer que López Obrador reflexione y modifique su postura frente a la pandemia. Ayer por la mañana, nos enteramos que Tatiana Clouthier dio positivo a covid-19; la propia secretaria lo informó en Twitter. Esta semana se reunió con el mandatario, en la conferencia, le preguntaron al presidente si se realizaría una prueba, su respuesta: “No tengo yo síntomas. La verdad es que estoy muy bien (…) cuando uno tiene síntomas es cuando hay que hacerse la prueba”. Con este jonrón hablando en su idioma mandó al carajo las recomendaciones que la medicina no se ha cansado de dar a lo largo de estos dos años de pandemia: ante un escenario de riesgo, prueba y aislamiento hasta la certeza. ¿Qué mensaje da así a sus seguidores, a aquellos que lo escuchan y actúan en consecuencia? Qué peligroso cuando se lee entre líneas. No ha entendido nada.
ENTRETEXTO
“Una cuarta ola que no se asume como tal, pero que avanza a 5 mil contagios nuevos por día: 15 mil el martes, 20 mil para el miércoles, 26 mil el jueves… 28 mil 23, ayer. Largas, larguísimas filas para realizarse una prueba de covid-19, porque nuestro país no ha impulsado la compra de pruebas ni ha abierto el mercado para acercarlas a la población”
