Oaxaca es uno de los estados más biodiversos y culturalmente ricos de México, enfrenta un grave problema ambiental: la contaminación de sus ríos. A pesar de su importancia ecológica y social, muchos cuerpos de agua en la región han sido gravemente afectados por desechos industriales, aguas residuales y basura, poniendo en riesgo tanto a las comunidades locales como a la flora y fauna.
Muchas comunidades en Oaxaca carecen de sistemas de tratamiento de aguas residuales adecuados. Esto provoca que los desechos domésticos sean vertidos directamente en ríos como el Atoyac y el Salado, afectando la calidad del agua y propagando enfermedades.
Empresas y fábricas descargan sustancias químicas en los cuerpos de agua sin un control riguroso. Además, el uso excesivo de fertilizantes y pesticidas en la agricultura también contribuye a la contaminación del agua, afectando a los ecosistemas acuáticos y a las personas que dependen de estos ríos.
La falta de infraestructura para la recolección de basura provoca que los residuos sean arrojados a los ríos. Plásticos, vidrios, metales y otros desechos contaminan las aguas, afectando su calidad y dañando a los seres vivos que habitan en ellas.
Uno de los más contaminados del estado, afectado por descargas de aguas negras y residuos industriales es el río Salado que presenta altos niveles de contaminación debido a desechos domésticos y urbanos.
El agua contaminada puede provocar enfermedades gastrointestinales, infecciones en la piel y problemas respiratorios en las comunidades que dependen de estos ríos. Muchas especies de peces y plantas acuáticas han desaparecido o disminuido debido a la contaminación que reduce las fuentes de agua limpia, lo que agrava los problemas de acceso al líquido vital.
Por ello es fundamental la participación de gobiernos, empresas y ciudadanos para recuperar estos cuerpos de agua y garantizar un futuro sostenible para las comunidades que dependen de ellos.