La privatización generalmente es entendida como la transferencia de empresas, servicios o actividades públicas que pertenecían al Estado al sector privado, también se habla de privatización de los recursos naturales vitales como el agua. La privatización es uno de los pilares de la visión neoliberal, que se fundamenta en el principio de operar la economía de acuerdo a la lógica del mercado y llevar al Estado a su mínima expresión.
La participación del Estado en las actividades económicas en México a través de empresas públicas paraestatales aumentó de los años de 1920-1940 donde llegaron a existir 36 paraestatales a los sexenios de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, entre 1970 y 1982 con un gran total de 1 155. El culmen de esta corriente estatista fue la nacionalización de la banca en septiembre de 1982.
A partir de 1989 la mayoría de estas empresas fueron vendidas al sector privado.
La política del actual gobierno, por lo menos en su narrativa es contraria a privatizar, es más bien, proclive a estatizar. Así sucede en los países con los que la actual administración tiene afinidad como Venezuela y Cuba.
La falta de presupuesto y poco interés en atender temas como la salud o la educación promueven la privatización silenciosa de estos servicios tan estratégicos y sensibles para la población.
En el caso de salud, para nadie es ajeno la falta de medicinas, médicos y espacios de atención dignos, ya no para atender enfermedades graves, si no para atender lo fundamental. Actualmente, los niños ya no reciben su esquema de vacunación básico. Enfermedades como cáncer y otros están fuera del esquema de atención de los servicios de salud públicos. El argumento es que con los apoyos de programas sociales que reciben las familias son suficientes para cubrir estos gastos. Nada más alejado de la realidad. El que un integrante de una familia sufra alguna de estas enfermedades graves representa una tragedia que no solo destruye las finanzas sino muchas veces a las familias completas. La gente se ve obligada a recurrir a los servicios privados, no solo porque la calidad es mejor sino porque ahí se cuenta con medicamentos, tecnología y médicos especializados que los servicios públicos de salud no cuentan. Los médicos del sector salud son buenos pero insuficientes para cubrir la demanda. El problema no es la falta de médicos sino de presupuesto para contratarlos, en última instancia se prefiere contratar médicos extranjeros con cartas credenciales dudosas o que desconocen la realidad nacional. La gente entonces tiene que prácticamente resignarse a quedar mal o definitivamente en espera de una muerte segura, por otro lado, muchas familias hacen sacrificios recurren a contratar servicios privados parta obtener la atención que debería brindar el Estado.
Lo mismo sucede en el sector educativo, la pandemia fue fatal para el sistema educativo nacional. La educación básica se ha convertido en un medio de adoctrinamiento, poco importa el aprendizaje de las futuras generaciones. Los libros de texto son una prueba de ello, el dinero invertido en ellos simplemente se tiró a la basura. Los padres de familia que desean una buena educación para sus hijos tienen que recurrir a las escuelas privadas, acrecentando la brecha de desigualdad en nuestro país. Los hijos de los funcionarios públicos de este gobierno prefieren enviar a sus hijos a escuelas privadas incluso quienes pueden prefieren enviarlos al extranjero. La pandemia agudizó el problema ya que hay niños de cuarto y quinto de primaria que no saben ni siquiera leer, los cuales fueron promovidos por políticas educativas flexibles.
Un recurso vital como el agua ya se encuentra privatizado ante la escasez del vital líquido, y una falta de previsión de las autoridades. Antes, el dicho decía “agua que no has de beber, déjala correr” o la frase que “el agua se regala”, actualmente el agua se compra a purificadoras o en pipas, porque el servicio público de agua no provee este vital líquido, La falta de presupuesto y voluntad política por atender temas estratégicos está provocando una privatización silenciosa de servicios que el Estado debería prestar con calidad.
El peor escenario es que se obstaculice a la iniciativa privada prestar estos servicios tan fundamentales sin que se mejore la calidad del sector público. Como siempre los sectores más perjudicados son los más pobres, aquellos que los discursos defienden.
X: @aguilargvictorm