Agua para el futuro
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Agua para el futuro

 


Como ya lo adelantaba la editorial de El Imparcial, El mejor diario de Oaxaca, del pasado 3 de marzo, la sequía que viene se perfila para ser una de las más problemáticas de los últimos años (https://bit.ly/3w1V1FJ).

El fenómeno que se avecina fue previsto desde finales hace meses. La investigadora Christian Domínguez Sarmiento, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, advirtió que el fenómeno de “La Niña” podría causar ausencias de lluvias afectando el suministro de agua potable para el país (https://bit.ly/34Fmwtu). Desde hace décadas, diversas comunidades del Estado tienen problemas para contar con suficiente agua para atender sus necesidades básicas, lo que puede profundizarse con este tipo de fenómenos climáticos.

Al final, se trata de un problema de gestión. El agua no es un recurso infinito y requiere que la administración del mismo sea sostenible. Es cierto que todas y todos debemos realizar esfuerzos para poder incidir en un uso más racional del agua, pero, como la doctora Christian Domínguez lo señala, “depende también del manejo regional que hagan los tomadores de decisiones sobre el recurso hídrico”.

De conformidad con información estadística de Conagua, el agua para uso humano se distribuye de la siguiente manera: 76 por ciento al uso agrícola; 14.4 por ciento al abastecimiento público; 4.9 por ciento a la industria autoabastecida, y 4.7 por ciento a la energía eléctrica, excluyendo hidroelectricidad (https://bit.ly/34CDFUF).

Una gran cantidad de agua se ocupa en el sector agrícola e industrial, y en el sector de abastecimiento público también se destina al sector de los servicios, lo que indica que si bien son trascendentes las acciones que en lo individual podamos adoptar para tratar de contribuir para un uso sostenible del agua, en realidad la solución de la problemática está fuera de nuestra esfera individual.

Se requiere que desde la federación se cambien las reglas del juego para el abastecimiento de agua. Privilegiar a las comunidades antes que las corporaciones e industrias con una visión de derechos humanos y desarrollo sostenible. Además, se necesita replantear de fondo y con visión de largo plazo al sector agropecuario; invertir en su y transformación y adopción urgente de tecnologías y estrategias para disminuir radicalmente el uso de agua en el sector; finalemente, recuperar afluentes y entrarle de verdad la reingeniería de los sistemas de drenaje tanto poblacionales como industriales (https://bit.ly/3pVCwPm).

Es un lugar común, pero no porque lo sea deja de ser cierto: el agua es vida. Y no solo es vida en cuanto a la insustituible necesidad que tenemos para mantener funciones biológicas, también lo es en cuanto a la contribución a la paz social que deriva de contar con el recurso.

Existen ya varias proyecciones que vaticinan que para 2030 la crisis del agua pegará a una buena parte de la población en México, siendo particularmente cruenta en las áreas metropolitanas (https://bit.ly/3KCQFci; https://bit.ly/34BcYQ6). La carencia del recurso no solo generará condiciones de vida insostenibles para muchas y muchos, sino que implicará también condiciones que alterarán la gobernabilidad.

Quedan escasos 8 años para tomar decisiones radicales para el sector. Se requerirán miles de millones de pesos para hacer frente al reto que implica garantizar y dar viabilidad al abastecimiento de agua en México, pero es poca cosa en comparación a lo que podemos ganar a cambio: vida y futuro.

 

@GalateaSwanson