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Más que un sombrero

El rol de las mujeres en la política ha estado relegado durante siglos a un segundo plano, la investidura de Primera Dama es muestra de ello, un término ya arcaico para un trabajo cada vez más dinámico

 

En la comunicación política, mucho se habla de los discursos y la forma en que generan la conexión entre gobernantes y ciudadanos, sin embargo, Melania Trump nos vino a recordar que hay algo más que comunica que no precisamente está en las palabras, si no en la moda.

En política nada es casualidad, y el sombrero de Melania Trump no fue la excepción, en un evento cargado de simbolismo y expectación, la ahora Primera Dama de Estados Unidos, se convirtió en la protagonista, con un conjunto de abrigo y falda diseñado por Adam Lippes, y aunque algunos expertos en moda subrayan un mensaje estratégico: apoyo a la industria estadounidense y a los diseñadores emergentes, muy acorde a las promesas económicas de la campaña presidencial; la elección va mucho más allá.

El rol de las mujeres en la política ha estado relegado durante siglos a un segundo plano, la investidura de Primera Dama es muestra de ello, un término ya arcaico para un trabajo cada vez más dinámico, sin embargo, aunque pareciera que la mujer que acompaña al hombre poderoso es solo un accesorio, en nuestra época han cumplido un papel mucho más empoderado.

Es un hecho que estas mujeres de alto perfil se someten a un constante escrutinio público principalmente por su elección de vestimenta, pero también es un hecho que históricamente las mujeres tenían pocos medios alternativos de expresión pública, y la moda se convirtió en un vehículo de mensajes políticos, valores y posturas culturales.

Melania Trump marcó un giro inesperado en su narrativa estilística al optar por este vestuario para la ceremonia de investidura de su esposo. La elección del diseñador se impregna del discurso nacionalista de Trump, “Make America great again”, el tono azul relacionado al compromiso, la elegancia y el poder económico, y el enigmático sombrero que no solo evocó elegancia histórica, sino que también sirvió para enmarcar una imagen de autoridad.

Cubrir su rostro y ocultar su mirada fue una barrera simbólica sobre ¿cómo debería verse una primera dama? Melania entiende que en política, la moda no es opcional, es estratégica.

No olvidemos que el nuevo presidente de los Estados Unidos viene contra todo lo que representa modernidad, en este momento las derechas del mundo libran una batalla cultural que busca controlar la hegemonía del discurso, no es casualidad que el fenómeno “Trad white” tenga tanta relevancia en tik tok. Es decir, Donald Trump ha prometido regresar a Estados Unidos a su antigua gloria económica y claro que eso implica vestir a sus mujeres como una verdadera mujer conservadora, y transmitir la aspiración a lo femenino como “debe ser”.

Melania no es el accesorio de Trump, es la herramienta que utiliza la moda para proyectar poder, valores y mensajes culturales en escenarios clave, y posicionarse en el centro de la conversación política, cultural y estilística de Estados Unidos. ¿Por qué seguimos hablando del sombrero y no de las desigualdades que se perpetúan con los decretos firmados por su esposo?

Pero como casi todo es otra cosa, probablemente la Sra. Trump sólo no quiso ser la mujer que espera el mundo sea, y decidió ser como su acompañante, fría, alejada y renuente a un puesto que ella no pidió.

 

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