Dr. Ignacio Burgoa Orihuela; el proceso de Cristo
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Opinión

Lecciones Constitucionales

Dr. Ignacio Burgoa Orihuela; el proceso de Cristo

 


Una de las lecturas clásicas y obligadas del derecho es la Obra del Dr. Ignacio Burgoa Orihuela, analizando un proceso que tuvo lugar en Judea, ante Autoridades como Poncio Pilatos y el Cesar Tiberio, de quienes el Derecho Romano fue injusto, falto de garantías a cualquier justiciable y que entre el derecho Israelita y el Derecho Romano, fue un juicio injusto en ambos derechos.

Jesús de Nazareth fue calificado como un revolucionario político, que buscaba la liberación de Israel de la hegemonía romana, un pacifista que deseaba la reconciliación de todos los seres humanos, un libertador del pecado humano, Burgoa señala que era un renovador espiritual de la humanidad, el libro del Maestro Burgoa Orihuela no es un libro de propagación de la fe o que señale preferencias religiosas, es un texto simbólicamente jurídico, de los errores de un Proceso Jurídico del llamado hijo de Dios frente al Derecho Penal Hebreo.

En análisis del Derecho Comparado, el Amparista señala yerros, violaciones de Derechos Humanos contra Jesús de Nazaret, si los Evangelios fueran declaraciones de los Apóstoles frente a un Ministerio Público o Fiscal, o cronistas del caso, se pregunta ¿Y si Cristo hubiera tenido la defensa de un abogado aquella noche de su aprehensión?, además de estas interrogantes, hoy nos preguntaríamos: porque torturas sin sentido a las víctimas o bien a justiciables?, Porque existen Cristos, hoy migrantes sin derechos humanos ya reconocidos?, Porqué violentar a quien responde personalmente con sus capacidades superiores y dignidad ante una Autoridad Judicial en franca honestidad sin solicitar Amparo alguno?.

El derecho esta siempre en construcción, los Derechos Humanos no existían en Roma como fue tratado el Rey de Reyes, un juicio universalmente conocido como la Pasión de Cristo, que conmueve a la humanidad por la crueldad y la falta de Justicia contra un hombre que siendo profeta, sanador, orador, amante de la paz, la libertad y la oración a un Dios invisible, predicó el amor, la bienaventuranza y la fraternidad, fue juzgado como reo de muerte por un Imperio Romano y una Nación Hebrea o Judía, que hasta el día de hoy marcó dicho, Juicio la Era Cristiana.

Pensemos en los Cristos que llenan las cárceles y son maltratados, la aberración jurídica cometida contra un hombre justo o varios por manifestarse libremente, por hacer su trabajo comunicando, por perfeccionar a la opinión pública, frente a los Pilatos o Procuradores que miedosos ante los Tiberios o Césares, que, presionados por el pueblo, piden a gritos la muerte de hombres justos como Cristo.

A Cristo lo juzgó la política de un César, no la Justicia pura, la balanza de la Justicia no se utilizó más que en las manos de Pilatos lavándose las manos de toda culpa para echarle esta culpa al pueblo judío, y que su actuar fue por miedo, siempre por miedo.

Víctima de una Sentencia de Muerte sin Juicio, unas manos lavadas de pueblo o democracia, señalan la muerte de un hombre digno y amorosamente honesto.

Acusado de blasfemia por la Alta Corte Sacerdotal. Acusado de ser hijo de Dios frente a un Templo antiguo, que siempre tuvo la razón y la verdad. Acusado de ser hijo de un carpintero que se atrevió a manifestar que destruyeran el Templo y lo reconstruiría en tres días. Acusado de levantar muertos de sus tumbas, de curar ciegos en día de descanso, acusado de sanar a leprosos, curar manos secas, dar vista a ciegos de nacimiento, curar paralíticos y hablar con autoridad moral y divina frente al Sanedrín. Acusado de declararse el Mesías, hijo del Dios vivo. Acusado de alta traición según las leyes romanas y las judías popularmente aceptadas, acusándolo sin que sus acusaciones fuesen totalmente ciertas o verdaderas para enjuiciar a un hombre inocente.

La envidia y el odio de los sacerdotes de que fue víctima Jesús de Nazareth, es similar al odio o envidia que enceguece a quien no sigue las letras de la ley sino de sus rencores personales. La cobardía manifestada por Pilatos, es símbolo de duda, de temor al pueblo, injusticia de Roma para los siglos. El interrogatorio a Cristo es incomprensible para sólo defenderlo de un largo Proceso que no se investiga, que es perverso desde su origen, porque se pide la sangre de un hombre justo sin investigarlo.

Jesús frente a Roma era un alborotador que decía la verdad frente a todo el mundo, un hombre culpable de hablar con la verdad, sentenciado a muerte por ser popular, por ser enemigo del Cesar al declararse Rey frente al Sanedrín, Rey que no era de este mundo, que Herodes mismo, no encontró delito en Él, que mereciera la muerte.

Finalmente, en esta Semana Santa, vivir la Pasión de Cristo, es vivir la noche oscura de la injusticia sufrida, es vivir el amor incondicional de un hombre crucificado que aún en el sufrimiento y suplicio, pide misericordia para sus torturadores y perseguidores. Perdonar y ser misericordioso como Cristo, es la suprema enseñanza de quien fue procesado injustamente, condenado, sentenciado a morir en una Cruz, coronado de espinas como Rey de esclavos y hombres libres.