Cientos de amantes
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Cientos de amantes

 


Cientos de amantes de la naturaleza y del ejercicio, disfrutamos de manera cotidiana ir a caminar o correr a los Viveros de Coyoacán. A mi modo de ver los viveros se asemejan a un bosque encantado, en donde los visitantes dependiendo de la hora en que asistamos podemos sorprendernos si es a muy temprana hora con el rocío de la mañana, que reviste el follaje de los árboles y los setos, cuando calienta el sol, el escenario se convierte en una escena de película de Disney donde podemos vernos rodeados por cientos de ojos curiosos de las traviesas ardillas que salen a nuestro encuentro, algunas simplemente para saludarnos y darnos la bienvenida, otras, las más, para ver si alguien les ofrece un cacahuate que roen con agradecimiento y furor.
En un rincón de los Viveros de Coyoacán, doña Lupita desde hace 30 años vigila cada día el santuario de la salud, recinto sagrado al que de manera cotidiana visitamos los católicos para consagrar nuestro día a la Guadalupana y a nuestro padre Jesucristo; siempre está limpio y ordenado, luciendo sendos floreros repletos de alcatraces y otras variedades de flores, a donde también acuden las ardillas a beber agua y especies de insectos y aves se deleitan con su néctar.
Muchos de entre quienes amamos la naturaleza, estamos convencidos del poder sanador de los árboles, en algunas culturas se tiene la firme creencia de que los árboles nos escuchan y si uno les pide autorización y les abraza, ellos nos pueden contagiar de su salud, vitalidad, fortaleza, optimismo y en suma de su energía, para retomar nuestras actividades con renovados bríos.
Cierto es que es un privilegio acudir a los Viveros. Los expertos manifiestan que los árboles pueden contar, recordar y aprender de sus experiencias. Asimismo pueden transferir sus conocimientos en tiempo real a las platas que los rodean; reciben el legado de sabiduría de los árboles madres, los ejemplares más antiguos y dominantes del entorno.
Además de gozar el colorido de los Viveros, conforme a la estación; por ejemplo en otoño las hojas son de color naranja, ahora mismo, en invierno, los troncos de los árboles están desnudos para cambiar de atuendo con la primavera, para lucir tanto la alegría como el verdor de su follaje.
Se preguntarán porqué dedicar éste espacio a uno de los pulmones más valiosos de la zona sur de la Ciudad de México. Pues bien, el próximo 24 de febrero, se celebra la 12 carrera-convivencia de 5 kilómetros amigos Viveros, los participantes dan un donativo de 200 pesos, el cien por ciento de lo recaudado, se invierte en mantener la pista y los servicios de los Viveros. Esperemos éste año muchos se animen a participar, porque habrá una ruta que recorre el interior y el exterior del parque que tiene 39 hectáreas, unos correrán, otros caminarán y gozarán en familia de este particular evento.
Y es que debeos tener presente que la característica más emblemática de los Viveros de Coyoacán, es que fungen como centro de reproducción de plantas, aquí se cultiva una gran variedad de especies como eucalipto, sauce y pino, muchas de ellas son destinadas a embellecer las avenidas y calles de nuestra Ciudad de México.
Hoy día los Viveros reproducen 20 especies nativas e introducidas entre las que destacan jacarandas, truenos y grevíleas. Además es uno de los principales centros de compostaje en la Ciudad que sirve para fertilizar y nutrir a las plantas.
Las bondades de los Viveros de Coyoacán podrían dar para redactar varias cuartillas más, baste con las aquí citadas, para que contribuyamos a la noble labor de mantener y enaltecer a este parque que nos brinda su oxígeno y belleza a quienes amamos la naturaleza y el ejercicio.
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