El Crematorio
A dos años
México en la actualidad se debate entre la zozobra e incertidumbre, ante un panorama desolador para hacer frente a una pandemia, que agudiza una crisis económica y social, que estamos muy lejos de superar. Pues se dice que indiscutiblemente existen ideologías donde las desigualdades imperan, la pobreza y la marginación son su sostén, el aire viciado que les permite vivir. Por ello sus dirigentes, aunque pregonen a los cuatro vientos, y digan luchar por la igualdad, por el desarrollo social y por la prosperidad; debemos dudar que ese sea su verdadero objetivo.
Cuando en un estado hay abundancia y todo va bien, cuando el bienestar alcanza a la mayoría de la población, estas ideologías aplican la política de las ratas. Como ellas se mantienen bajo tierra, en las alcantarillas, aletargadas, expectantes, a la espera de la llegada de las vacas flacas, de esas cíclicas e inevitables crisis. Llegadas estas y aprovechando el malestar social, económico y político, salen a la superficie para constituirse en la voz del cambio, en el portavoz y salvador del pueblo. Pero su único propósito es hacerse del poder. Aunque sea habitual camuflarlo en una maraña de discursos populistas, en realidad solo están obedeciendo a sus propios intereses. Y cuando llegan y toman las riendas del poder, optan por mantener a la mayor cantidad de gente posible viviendo, directa o indirectamente, de los fondos y ayudas del estado, para ejercer permanente influencia sobre la ciudadanía y así garantizar su continuidad, su permanencia en el poder, eliminando cualquier voz disconforme. Por eso, la confusión reina en el pueblo, con tantas mentiras y buenos deseos, no sabemos si vamos bien o si vamos mal, lo cierto es que los gobernícolas en turno, no aplican ninguna política de austeridad real, que garantice un futuro promisorio para todos. Y ya pasaron dos años.