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Opinión

Editorial

Proceso electoral

 


Inició el proceso electoral 2023-2024 para renovar la Presidencia de la República, el Senado y las diputaciones federales, así como las diputaciones locales y las presidencias municipales, y los oaxaqueños esperan que las próximas campañas ayuden a dignificar la política.

La participación ciudadana se distingue por su nivel de involucramiento de los ciudadanos en los asuntos del Estado, particularmente, en la administración pública, lo cual también la distingue de la participación social que se visualiza en organizaciones que defienden intereses particulares o la participación política que se distingue por considerar el papel de los ciudadanos dentro del sistema político, particularmente en los partidos políticos.

Ante los excesos cometidos por políticos y sus familiares exhibidos en las redes sociales, ha llegado el momento de dignificar la carrera política y evitar que el descrédito de todos ellos siga en aumento. Es momento de que la clase política se ponga límites, pues siempre busca su propio beneficio y siguen exhibiendo una enorme rapiña por los recursos económicos de que gozan y los prolonguen a sus familiares, en un exceso que debe ser sancionado por la ley.

Salvo honrosas excepciones, se la pasan deambulando de un cargo de representación popular para amasar fortunas pero jamás responder a las aspiraciones de sus representados. De ahí la necesidad de que la política adquiera honorabilidad, que regrese al país la política de alta calidad, que se fortalezca la democracia, el pluripartidismo y las libertades.

Año con año observamos que los presupuestos para los políticos siempre crecen y crecen, y los recursos en los bolsillos de la gente van decreciendo, eso es totalmente injusto, por eso el país no crece, pero lamentablemente nadie hace nada. Hay una enorme preocupación cómo la clase política ha privilegiado sus intereses y han postergado recursos para temas tan importantes como la salud, infraestructura social, educación y otros más, que van mermando la calidad de vida de los oaxaqueños.

 

Alfabetización

 

Durante la pandemia, los programas de alfabetización de adultos en numerosos países han estado ausentes de los planes de respuesta educativa; dado que la mayoría de los programas de alfabetización de adultos que existían ya habían sido suspendidos, y solo algunos cursos se mantenían de manera virtual, mediante la radio y la televisión o los espacios al aire libre.

La crisis reciente del Covid-19 constituye un crudo recordatorio de la brecha existente entre el discurso político y la realidad: brecha que ya existía aún antes del periodo de contingencia sanitaria y tiene una repercusión negativa en el aprendizaje de los jóvenes y adultos que carecen o disponen de pocas competencias en lectoescritura.

Oaxaca ocupa el tercer lugar en México en población analfabeta de 15 años de edad o más según el Cenco 2020 que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). El grado promedio de analfabetismo en la población de 15 años y más a nivel nacional es de 3.5 y en Oaxaca se ubica en 13.3.

Los avances tecnológicos en varias etapas del proceso de producción y difusión de la información, por ejemplo, en lo que se refiere a la captación de datos, se pasó del papel y lápiz a un dispositivo electrónico, así como la gran mayoría de encuestas económicas ya se levantan por internet.

El reto aún es alto y por ello no debe escatimar ninguna acción que permita reducir la alfabetización, toda vez que la educación representa un claro indicador de desigualdad que existe en muchos países. Abatir el analfabetismo requiere una amplia movilización social, además de que miles de personas e instituciones pueden ayudar a resolver los problemas pendientes.

Se ha planteado que universitarios y normalistas dediquen un tiempo anual a colaborar en la educación de sus conciudadanos privados del acceso a la educación, empresarios, organizaciones sociales y voluntarios, cada uno desde su responsabilidad y desde sus posibilidades. Superar el analfabetismo no supone solamente que las personas adultas tengan la capacidad de comprender un texto y escribirlo, sino que es necesario también abatir el analfabetismo digital y cívico.