Parque en el olvido
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Opinión

Editorial

Parque en el olvido

 


Uno de los espacios familiares más emblemáticos de la capital, el Paseo Juárez El Llano, aquel que fue en los años setenta del Siglo XX el lugar de encuentros nocturnos de las parejas; el ícono de los paseos florales de los Viernes de Cuaresma; el sitio de los paseos dominicales de los niños, está hoy convertido en un desastre de destrucción y abandono. Algún día fue resguardado por leones de mármol que, según un video que se ha vuelto viral, fueron obra del arquitecto Ernesto Scheleske, igual que los jarrones que rodeaban la fuente, hoy parcialmente destruida, con canteras rotas y en total abandono. A pocos meses del arribo de esta administración municipal se le quiso dar otro giro al espacio de esparcimiento que siempre fue, al convertirlo de manera oficial en fumadero de mariguana. Una forma burda de abusar del poder para transformar esa parte de la historia citadina que ubica a dicho parque como uno de los pulmones vivos para los citadinos.

En temporadas de lluvias en años recientes, nuestro parque ha padecido bajas de consideración, pues al menos tres robustos árboles se han venido abajo. Otros más están viejos y enfermos, pero no existe la voluntad política de las autoridades locales para buscar apoyo y protegerlos. En EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, hemos publicado notas y reportajes sobre el mal estado de la cantera que rodea a la fuente principal, la cual se encuentra inactiva. Gobiernos municipales pasados han reactivado las que existen ahí, pero luego de fallas se olvidan de las mismas. Hay basura y malos olores; las jardineras ya no son más que pedazos de tierra seca sin sentido.

El deterioro ha sido constante y en el mismo ha sido la autoridad municipal la que en diversos períodos ha contribuido a ello. Hace al menos un lustro, para mantener al comercio en la vía pública contento, se habilitó dicho parque para los tianguis de los viernes. Gracias a las protestas de vecinos del mismo, se cambió a la calle de Derechos Humanos. Las luces de alerta del deterioro que han encendido grupos ambientalistas se han ignorado. El ejemplo más crudo fue en los festejos de julio, cuando el municipio cayó en el juego de la Secretaria de Fomento Turístico, Saymi Pineda, quien impuso su voluntad para montar en El Llano, su feria del antojo. De los efectos ya hemos comentado: una mayor destrucción de nuestro pulmón natural. Grasa, suciedad y malos olores fue lo que dejó.

 

Impresionante gentrificación

 

La ciudad de Oaxaca ha padecido en al menos la última década, un impresionante proceso de gentrificación, sobre todo en ciertos barrios antes populares y pintorescos que hoy han devenido lugares de glamour, de turismo, hábitat de extranjeros y, por supuesto, de alta plusvalía. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, la gentrificación es: “El proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo”. Esto es, el desplazamiento de la población humilde original por otra con mayores recursos. La subida del nivel de vida y el nivel de los alquileres ‘expulsa’ a los antiguos habitantes y cambia para siempre la fisionomía de la ciudad

La gentrificación hace que el barrio esté más bonito, sí, pero también provoca incrementos de precios, expulsión de su población, vaciado del tejido social, etc. Para los expertos, gentrificar toma tiempo. Generalmente arquitectos y urbanistas concuerdan en que este proceso se divide en cuatro fases: degradación del barrio, estigmatización del mismo, su resignificación y posterior mercantilización. Muchas veces esto opera bajo presiones políticas y la injerencia de agentes externos. Esto es justamente lo que ha ocurrido en nuestra capital oaxaqueña. Proyectos gubernamentales inciden en la venta de terrenos a bajo precio para la construcción de edificios, hoteles de lujo o boutiques, plazas comerciales y demás. Incluso, la clase política se beneficia con restaurantes, antros y otros, cuando goza de información de primera mano y compra predios.

Los mismos citadinos se sorprenden hoy de que un barrio de curtidores, como fue San Matías Jalatlaco hasta hace una década tal vez, se haya transformado de manera radical. O Santo Tomás Xochimilco, que fue el barrio clásico de los artesanos de textiles hechos en telares de mano. Los pasados festejos de julio mostraron en toda su magnitud este proceso de gentrificación. Se ha perdido por completo su esencia pueblerina; se ha extraviado en un modernismo burdo que nada tiene que ver con el aire provinciano que algún día tuvieron. Son, por el contrario, sitios de terrazas en donde se atiende sólo a extranjeros, inaccesibles para cualquier intruso local. Los precios de los terrenos están por las nubes, es más, los cotizan en dólares.