Desacato es la moda
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Opinión

Editorial

Desacato es la moda

 


Uno de los clásicos contemporáneos de la filosofía y la ciencia política del Siglo XX, fue Norberto Bobbio. En torno a lo que hemos vivido en México, en los últimos tiempos, retomo un pasaje de una de sus obras. “El funcionamiento correcto de un régimen democrático –dice- sólo es posible a partir del modo de gobernar que, de acuerdo a la tradición que se remonta a los antiguos, se llama el gobierno de las leyes”. En el afán de demoler la estructura del poder judicial, se sigue dando una postura autoritaria, en la que, desde la cabeza del Poder Ejecutivo hasta las patas, ignoran, omiten y se pitorrean de la norma y de las disposiciones de nuestro marco jurídico y constitucional vigente. Hace al menos diez días, una Jueza de Distrito ordenó suspender la impresión y distribución de los cuestionados libros de texto gratuitos. Pero, la responsable, la Secretaría de Educación Pública –la SEP- siguió como si nada.

El desacato y la rebeldía para ceñirse a las disposiciones que marca nuestra Constitución, se han convertido en una moda. Y lo podemos constatar hoy mismo. En nuestra capital y el entorno urbano, hay algo parecido a una selva de espectaculares, bardas pintadas, anuncios en camiones y taxis. Nombres y nombres. Frases y consignas. Se trata de actos anticipados de campaña. Una burda y abierta violación a la Ley y al Código de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales. Un ataque a la equidad, a la imparcialidad y a la legalidad. ¿Cómo llamar a un proceso electoral imparcial, equitativo y en apego a derecho, cuando se permiten acciones a todas luces violatorias a la normatividad vigente en materia de elecciones? Volvemos al tema: hay un desprecio por la ley. Partidos y actores políticos han fomentado un ambiente que, de no ser regulado –con sanciones y medidas punitivas- por los órganos jurisdiccionales federales, estatales y los árbitros federal y estatal, el INE y el IEEPCO, pueden dar al traste con la civilidad en la jornada del 2024.

Si cada uno le dará a nuestro marco legal vigente, su propia interpretación, estamos perdidos. Ya el país se está desmoronando con la violencia y las políticas erráticas en materia de seguridad, que ello sería, así literal, echarle más leña al fogón. La basura electoral, espectaculares y demás anuncios anticipados, porque no son los tiempos marcados para publicidad, pueden contribuir al enrarecimiento de un proceso que el pueblo mexicano exige, debe guiarse por la norma y la civilidad.

 

Acciones más que denuncias

 

Desde el inicio de la administración del gobernador Salomón Jara, en las diversas dependencias del ejecutivo, se detectaron anomalías, desvíos y presunta corrupción de los ex funcionarios. Dichos datos se ventilaron en los medios de comunicación. Empresas que no cumplieron, algunas de ellas de reciente creación y hasta sancionadas por los organismos fiscales; obras mal hechas, pero entregadas como si estuvieran concluidas; operaciones ilícitas como el Cártel del Despojo, entre otras. Luego vinieron las indagatorias, carpetas de investigación y la aprehensión de algunos de los presuntos involucrados. Basta decir que, en opinión de algunos oaxaqueños se trata sólo de pequeños charales, nada de peces gordos. En fin, cada gobierno tiene su forma particular de aplicar la ley. En principio, se sienta un precedente de que no habrá impunidad y se da una lectura a quienes forman parte hoy del gabinete legal y ampliado, de una consigna popular irrebatible: los carniceros de hoy, serán las reses de mañana.

Pero, más allá de esta historia de héroes y villanos, lo importante es saber qué va a pasar con las obras que quedaron inconclusas o aquellas que son un fiasco. Han transcurrido ya ocho meses de la actual administración y las obras de Símbolos Patrios o el llamado Circuito Interior tienen las mismas deficiencias que afloraron en los últimos días del gobierno anterior. Es decir, ¿habrá que conformarnos con que el dinero invertido se fue a la basura, como ha ocurrido con el llamado CityBus, cuyas unidades se utilizan sólo en los festejos de julio y sus paradas son refugio de migrantes? Con certeza aún hay cabos sueltos. De ser así, seguramente hay más probables responsables que tendrán que rendir cuentas ante los órganos de justicia. En tanto ello ocurre, ¿la ciudadanía tendrá que conformarse en ver las obras a que hacemos referencia como monumentos a la corrupción? Es decir, se repite la historia del pasado.

Lo grave es que las obras citadas fueron planteadas, aunque su objetivo se desvió, para el beneficio social de miles de oaxaqueños que, ignoran lo que ocurre en los entretelones palaciegos, partidistas o de vendettas políticas. Existe la certeza de que, si el gobierno de la Primavera Oaxaqueña interviene en el proyecto original de las obras en mención, las concluye y entrega al pueblo oaxaqueño, será un éxito político que le abonará mucho más que tenerlas así, como resabios de un pasado ominoso de corruptelas y complicidades.