Migración, un desafío
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Editorial

Migración, un desafío

 


A más de un mes de haberse dado los hechos dolorosos de Ciudad Juárez y a fin de que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), haga una revisión minuciosa de las condiciones en que operan las estaciones migratorias y albergues, muchas de ellas fueron cerradas a nivel nacional, incluyendo tres en Oaxaca: el que opera en San Pedro Tapanatepec, La Venta y Huatulco. De dos ellos hemos comentado en este espacio editorial, habida cuenta de los abusos que se cometen en los mismos y la corrupción en la que participan desde los mandos superiores hasta los modestos elementos que hacen las revisiones. Hace un par de semanas, en un reportaje transmitido en un canal de la televisión comercial se involucra a quien actualmente se desempeña como delegada estatal del Instituto Nacional de Migración (INM), en abusos en contra de los migrantes y en actos de corrupción, con documentación falsa y otros temas.

El fenómeno de la explotación y los abusos en contra de quienes han recorrido miles de kilómetros en medio de penurias y sobreviviendo no es nada nuevo. Desde hace años, elementos de la citada institución, además de los cuerpos policiales estatales y de la Federación, han hecho de los migrantes su mina de oro. Es más, se sabe que, hace algunos años, hasta practicaban la trata con mujeres centroamericanas. Las explotaban. Hoy en día, hasta la Policía Estatal instaló su propio retén en La Reforma Yautepec. La colusión con grupos de “polleros” y hasta criminales, tampoco es algo nuevo. Sin embargo, las denuncias de ello nunca han prosperado. Se siguen cometiendo abusos con una impunidad inaudita. Es un aciert0 el cierre de las estaciones migratorias y los albergues, para que la CNDH pueda constatar los atropellos y abusos que ahí se cometen en sitios que no cuentan con las condiciones mínimas de seguridad para el fin que las dispusieron.

Hoy en día es una verdadera tragedia humanitaria ver caravanas de migrantes de Centroamérica, de Venezuela, Bolivia, Perú y hasta de países árabes y africanos, caminar por la carretera 190, con niños en sus brazos, a la intemperie y en espera de la mano caritativa que les regale un bote de agua. O en la misma capital del estado o ciudades intermedias, limpiando parabrisas en los cruceros, pidiendo la moneda para seguir su camino hacia la frontera con los Estados Unidos, en busca del sueño americano.

 

Seguridad, bajo fuego

 

Cada mesa de seguridad, que se celebra los miércoles, los responsables: el titular de la Secretaría de Gobierno, Jesús Romero López; el secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Iván García Álvarez y la titular de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Estatal de Seguridad Pública, Natalia Karina Barón Ortiz, se sacan de la manga, igual que en el pasado, estadísticas para demostrar que el índice de delitos se ha reducido en Oaxaca y que la entidad va viento en popa. En la administración pasada, parecía un disco rayado la insistencia de los funcionarios y del mismo gobernador, en el sentido de que la nuestra era de las más seguras del país. Una y otra vez, en este espacio editorial y en columnas, refutamos dicho mito. Sin embargo, pese a ello, siempre se insistió en el mismo. Las cosas parecen no haber cambiado mucho. Seguimos en las mismas y se engaña al ejecutivo estatal, con cifras falsas e información alejada de la realidad.

La semana pasada, justo cuando los citados daban a conocer sus cifras alegres, habían aparecido dos narco-mantas amenazantes en dos agencias municipales de Oaxaca de Juárez. El día de la mesa de seguridad, apareció el cadáver desmembrado de un sujeto en terrenos de Cuilapan de Guerrero. Según la autoridad municipal se trataba de hechos ajenos al municipio, dado que apareció una cartulina con un mensaje amenazante dirigido a un tal “comandante chaparro”. El viernes siguiente aparecieron los cadáveres de una mujer y un hombre atados de manos, en estado de descomposición, en la Colonia Volcanes. Al inicio de semana se encontró el cadáver de una mujer en jurisdicción de Ocotlán de Morelos, con huellas de golpes y heridas, lo cual permitió configurarlo bajo el protocolo de feminicidio. Y el fin de semana anterior, el cuerpo de un adolescente, alumno del COBAO, fue encontrado en Niltepec.

Con este panorama es difícil si no es que imposible asegurar que el índice delictivo en la entidad se haya reducido. Vale la pena reconocer que 298 homicidios dolosos en el primer cuatrimestre de 2023 no es para echar las campanas al vuelo. Es una cifra inédita y, ciertamente, preocupante, dado que un porcentaje mayor de estos ilícitos se inscribe en producto de vendettas o ajustes de cuentas entre grupos criminales. Lejos de echar a volar las cifras alegres, lo que deben hacer los responsables de la mesa de seguridad es reconocer el problema y buscar alternativas para paliar dicha situación. Y no incurrir en las mismas prácticas del pasado: tratar de sorprender al ejecutivo estatal y al pueblo oaxaqueño.