Castigo a responsables
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Opinión

Editorial

Castigo a responsables

 


En fecha reciente, el gobernador Salomón Jara se refirió a algunos ex presidentes (as) municipales de algunos municipios de la entidad que resultaron afectados por el huracán “Agatha”, en mayo de 2022, quienes habrían malversado o huido prácticamente con los millones que les fueron asignados. Y mencionó por su nombre al de Pluma Hidalgo, de San Mateo Piñas y de Santiago Xanica. Y advirtió que eran sólo algunos de los muchos ediles que habían recibido recursos para paliar la afectación de los damnificados. Sin embargo, volvió a echar la cinta atrás y responsabilizar al gobierno pasado que, como todo mundo sabe, no fue ni depositario ni intermediario de los referidos recursos. Éstos fueron entregados de manera directa por las dependencias federales, tal cual ha sido la política en tiempos de la Cuarta Transformación, que hoy saben el riesgo que implica poner en propia mano sumas millonarias.

De no haber desaparecido como lo hicieron nuestros flamantes diputados federales afiliados al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden), al menos no se hubiera dado tanta corrupción como la de entregar los recursos y otorgarlos sin los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas. Es evidente que las irregularidades empezaron desde el inicio de la evaluación de los daños por el siniestro. Y en EL IMPARCIAL, El Mejor diario de Oaxaca, dimos cuenta de ello a tiempo. Presidentes (as) municipales que, al realizar el censo de afectados, incluyeron a familiares y amigos y no a quienes habían perdido casas, cosechas y otros bienes. Las protestas fueron desoídas por los responsables de levantar el censo, tarea que les fue asignada a los llamados Servidores de la Nación.

La situación que develó el ejecutivo estatal es, por supuesto, la punta del iceberg. Falta mucho por investigar. Pero nada se habrá de conseguir con la denuncia y el escarnio público, como ya hemos dicho, sino a través de expedientes y carpetas de investigación que permitan perseguir de oficio a los responsables de peculado, corrupción o ejercicio indebido de funciones, pues es sólo tarea de buitres, aprovecharse de la desgracia de los damnificados para usar los recursos que les fueron asignados. En las comunidades y municipios afectados saben de estas anomalías e irregularidades. Hay que documentarlas y reunir pruebas para castigar a los responsables conforme lo dispone la ley.

 

De héroes y villanos

 

En breve, la administración de Salomón Jara cumplirá tres meses. Durante ese pequeño espacio de tiempo lo que la ciudadanía oaxaqueña ha escuchado en el discurso oficial, es una serie de diatribas y críticas respecto al antiguo régimen. Sin duda hay algunas que se justifican plenamente, como son las que se refieren a las obras malhechas o dejadas a medias. Todo aquello que tiene que ver con los malos manejos en ciertas áreas educativas que, como ya hemos dicho, deben dejar de ser sólo un circo mediático o de escarnio público, para devenir acusaciones serias y documentadas. Sin embargo, la historia nos enseña que es demasiado prematuro echar las campanas al vuelo para echarle la culpa de todo al de atrás, siguiendo los manidos y abominables métodos de las mañaneras de López Obrador que, para la ciudadanía, usando sus mismas palabras ¡Ya Chole!

Oaxaca ha vivido en los últimos treinta años o más, en medio de disputas políticas, venganzas, descalificaciones y denuestos que poco, muy poco han contribuido a la unidad, a la conciliación y a la solidaridad entre todos los oaxaqueños, sin importar militancia o ideología política. En el nuevo régimen se escuchan mensajes tan burdos como el argumento de que se acabó la corrupción; que aquellos se robaron el dinero, pero aquí no ocurrirá eso, porque todos son limpios, honestos y sin mácula. Es decir, el viejo ardid maniqueo de que los buenos están aquí; los malos son los que se fueron. Los héroes acaban de llegar; los villanos se fueron cargando sus alforjas de dinero. Creemos que es demasiado prematuro echar las campanas el vuelo.

Ese maniqueísmo pernicioso alentado hoy por presuntos ideólogos y fanáticos, no será la panacea para sortear con éxito los gravísimos problemas que enfrenta la entidad. Se entiende: somos una mala calca del gobierno de la llamada Cuarta Transformación, pese a la propia identidad y características de la entidad y de sus habitantes. En todo se quiere imitar al régimen que hoy en día teme un descalabro en las elecciones de 2024. Empero, el gobernador Jara Cruz tiene la gran oportunidad de darle a su gobierno un perfil diferente; más en torno a la unidad; a gobernar para todos, más allá de las premisas políticas e ideológicas que se pregonan en el partido político -¿o movimiento?- que lo llevó al poder estatal. Ser, en toda la extensión de la palabra, un gobernante, verdadero hombre de Estado.