Inseguridad: Buscar culpables
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Editorial

Inseguridad: Buscar culpables

 


El pasado lunes, en su conferencia de prensa semanal, el gobernador Salomón Jara reconoció que Oaxaca vive una situación preocupante de inseguridad, homicidios y feminicidios. Sin embargo, lejos de plantear alguna estrategia gubernamental para evitar la zozobra y el miedo entre la población que dicha situación ha generado, volvió a los lugares comunes en el gobierno de la llamada Cuarta Transformación: echar la culpa al pasado o, mejor dicho, aventurar nombres de posibles culpables. Dijo: “espero que no esté detrás el señor José Murat”. Para muchos fue una declaración desafortunada, habida cuenta de que quien acusa está obligado a probar, además de que, el tema no es para la guasa, la broma de mal gusto o tomarlo a la ligera. Oaxaca está enfrentando un serio problema de seguridad. Y ello lo sabe muy bien la dupla que fue designada para atender dicho rubro: el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana y la Secretaria Ejecutiva del Sistema Estatal de Seguridad Pública (SESESP), Iván García Álvarez y Natalia Karina Barón Ortiz, respectivamente.

Sin hacer comparaciones ociosas, el antiguo régimen palidece ante la estadística creciente de homicidios y ejecuciones que se han dado en los dos meses que lleva la actual administración. Los grupos y organizaciones que atienden la violencia de género han estimado que suman ya 24 feminicidios, incluyendo el de dos mujeres más: la del cadáver encontrado en Santiago Suchilquitongo y la asesinada presuntamente por su pareja sentimental en San Andrés Huayapam. Si en la administración pasada se consideraba que Oaxaca era una de las entidades más inseguras para las mujeres, en el actual gobierno las cosas han empeorado. El argumento de que México vive los latigazos de la inseguridad, no es pretexto para encogerse de hombros o regodearse en la comodidad de la disculpa.

Más que buscar culpables o echarle la pelotita al de atrás, el gobierno estatal debe admitir que existe un problema serio, además, reconocer que su gobierno no tiene hasta el momento una política seria de enfrentar este desafío. No debe omitir que, entre las corporaciones policiales, como es el caso de la Policía Estatal hay un total desencanto respecto a los mandos que les han impuesto, que no reconoce ni los méritos obtenidos en años de servicio ni el conocimiento de la realidad oaxaqueña. Todo ello, concatenado, ha dado lugar a que para justificar el fracaso oficial se sigan inventando historia de villanos.

 

El Día de la Candelaria

 

Hay una tradición y costumbre muy arraigada entre los mexicanos y los oaxaqueños no somos la excepción: la celebración en esta fecha, del Día de la Candelaria, que se festeja exactamente 40 días después de Navidad. Según los datos que buscamos en Internet, según la liturgia católica, en este día la Virgen se purificó después del nacimiento del niño Dios y llevó candelas a la Iglesia para que estas fueran bendecidas. Éste era el festejo original, sin embargo, en la época del Virreinato llegó a México y el día de la Candelaria coincidió con la temporada de siembra que iniciaba el 2 de febrero y se festejaba con exquisitos tamales como platillo principal. Según los expertos en temas religiosos, el 2 de febrero, la Virgen solía ser la protagonista del festejo. Desde entonces, se quedó como costumbre acudir a la iglesia para agradecer que el niño Dios trajera luz a los corazones de la humanidad.

Se trata, sin duda alguna, de una tradición enraizada en el entorno judeo-cristiano que, en nuestras costumbres se ha estilizado con la celebración de los Reyes Magos el 6 de enero de cada año y con la partida de la llamada Rosca de Reyes. Al menos en México tiene vinculación con la elaboración de la misma, la cual es enriquecida no con los pedazos de ate que la adorna, sino con los muñequitos de plástico que asemejan bebés que esconde en su interior y que, al partir la rosca al azar, hay quien los saca en suerte. Ello da lugar a comentarios sanos y que, como castigo a quien obtuvo dicho resultado, tiene que pagar los tamales y el atole con que se festeja el Día de la Candelaria. Por tanto, en hogares, oficinas, mercados, escuelas y otros, amigos y patrones, pagan los ricos tamales de mole, rajas, dulce y demás, que se disfrutan en las mesas.

El festejo del Día de la Candelaria es para los sociólogos parte del sincretismo entre la cultura prehispánica, católica y judía que se ha modificado con el paso del tiempo. Y es que, como vimos, hace mucho tiempo que en el día de la Candelaria principalmente se celebraba la purificación de la Virgen, pero a partir de la primera década del siglo XX la celebración del niño Dios tomó muchísima fuerza en México igual que la idea de colocarle distintos atuendos. Es más, es parte de la tradición, asimismo, que se lo lleve a la iglesia para recibir la bendición del sacerdote, lo que implica una ceremonia religiosa.