150º Aniversario luctuoso
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Opinión

Editorial

150º Aniversario luctuoso

 


Extraño pero cierto. Pese a ser uno de los símbolos de la Cuarta Transformación y uno de los personajes a los que a menudo se refiere el presidente Andrés Manuel López Obrador, como uno de los íconos de la creación de México como nación libre y con un cuerpo jurídico integral, poco se haya reparado que hoy, 18 de julio, se cumplen 150 años del fallecimiento del Patricio, el Benemérito de América, también conocido como El Coloso de Guelatao, don Benito Juárez. En efecto, fue un día como hoy, aquejado por una grave enfermedad, incurable en esos tiempos, falleció en el Palacio Nacional, a los 66 años de edad, víctima se dijo de angina de pecho. Con certeza pues, tal cual se acostumbra en nuestro sistema político mexicano, habrá homenajes, discursos, arengas fúnebres, ofrendas florales y todo ese circo, tan usual para recordar a nuestros héroes nacionales.

Juárez ha sido reconocido como el más universal de nuestros íconos y el más mexicano de los oaxaqueños. Impulsor del movimiento de Reforma, promovió la creación de un verdadero Estado fundamentado en el liberalismo europeo. El historiador oaxaqueño, don Fernando Iturribarría, en su obra “La Generación oaxaqueña de 1857”, lo ubicó junto con otros reconocidos liberales, como los creadores de las llamadas leyes de Reforma, una de las cuales marcó la distancia entre la Iglesia y el Estado, como la desamortización de los bienes del clero; la ley del Registro Civil; la secularización de los panteones, entre otras. Mucho se ha escrito sobre el llamado Patricio de Guelatao; de su biografía y de su historia, como un hombre de carácter duro y sólido, que le permitió enfrentar la intervención francesa, teniendo al frente del Ejército Mexicano a un grupo de grandes generales, como don Porfirio Díaz y no tocarse el corazón cuando tuvo que acabar con las pretensiones de monarcas europeos, como Maximiliano de Habsburgo, a quien mandó fusilar junto con otros traidores mexicanos: Miguel Miramón y Tomás Mejía.

Dejó para la posteridad frases célebres que han sido parte del discurso no sólo de presidentes y políticos mexicanos, sino incluso de mandatarios de otros países: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”. Otra de sus grandes aportaciones a la historia patria fue la lucha contra la corrupción que, desafortunadamente en nuestro país ha sido letra muerta, cuando en una de sus obras afirmó que el servidor público debe acostumbrarse a vivir con la medianía del estipendio que le otorga el poder público, poniendo un dique al uso de los recursos públicos para provecho personal.

 

Aberrante rezago educativo

 

Aunque ya es común escuchar en la actual administración que el magisterio oaxaqueño afiliado a la Sección 22 del SNTE, dejó de lado su permanente movilización para dedicarse a la docencia y a cumplir los planes y programas escolares, la realidad demuestra otra cosa. Es cierto, en los últimos años, como sociedad, no hemos padecido los excesos y atropellos tan usuales en los más de 40 años del llamado Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación (MDTEO). Todo ello –afirman las fuentes oficiales- gracias a la política de diálogo y más diálogo que hasta el día de hoy ha impulsado el gobernador Alejandro Murat. Hasta ahí todo bien. Mucho de ello tiene que ver con la política de que la solución en temas educativos está concentrada en la Secretaría de Educación Pública (SEP), por tanto, las peticiones y exigencias de tipo económico, plazas, incrementos salariales y demás prebendas, que anteriormente se resolvían en la entidad, ya no son posibles.

En el trasfondo de todo ello, existe una realidad inocultable: el desapego del magisterio a su tarea docente continuó como antaño. Los años de contingencia sanitaria, es decir, de marzo de 2020 hasta el día de hoy en muchos centros escolares, la ausencia de los mentores continúa. Si bien el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), informa sobre actividades que lleva a cabo, la verdad es que durante el tiempo de las clases virtuales, en las que se argumentó la pobreza en las comunidades y problemas de conectividad, los alumnos quedaron a la deriva. El maestro de educación básica en general, se dedicó a otras cosas y no a enseñar. Eso sí, cobrando puntualmente su quincena, sin recato alguno. Es más. En cientos de centros de trabajo se puede comprobar hoy mismo, la ausencia de miles de trabajadores de la educación que, de hecho, siguen de vacaciones.

La disposición de la SEP de que no pueden reprobar a sus alumnos, como una nueva dinámica educativa, les vino a muchos “como anillo al dedo”. En estos tiempos de evaluación estarán poniendo calificaciones aprobatorias a educandos de primer año de primaria que no conocen las vocales ni las consonantes; que tampoco saben las operaciones matemáticas elementales. O de otros grados que llevan arrastrando años de rezago, justamente los años que el magisterio afiliado a la Sección 22, se dedicó a la politiquería, a enarbolar posturas ideológicas, menos a participar con ética, en el proceso enseñanza-aprendizaje.