Deforestación: Abulia oficial
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Editorial

Deforestación: Abulia oficial

 


El martes 7 de junio, luego de la tormenta que fustigó a la capital oaxaqueña, tuvimos que lamentar la caída de uno de los ejemplares históricos de la flora citadina. En efecto, se vino abajo el añejo laurel de la India, debajo del cual se llevaban a cabo desde los años 60 del siglo pasado, los conciertos dominicales de la Banda de Música del Estado. Se trata del tercer ejemplar que se viene a tierra en los últimos años. Todo ello aparte de las especies que hemos perdido, sobre todo después de aguaceros o rachas de viento, como el viejísimo higo que se precipitó por su propio peso el año pasado, en la Calzada de la República o lA caída reciente de otro ejemplar histórico en el parque Juárez “El Llano”, hace al menos un mes.

En opinión de oaxaqueños que aman a su terruño, en poco tiempo nuestra ciudad quedará convertida en un desierto, ante la pérdida constante de las especies del arbolado urbano y ante la apatía de las autoridades locales para hacer lo que compete para evitar estas lamentables pérdidas. Es importante subrayar que hace un par de meses, cuando se derribaron los flamboyanes que se ubicaban frente a Santo Domingo, precisamente afectados por plagas y hongos, la dependencia correspondiente del municipio de Oaxaca de Juárez, dejó en claro que existe una centena de especies afectadas que podrían correr la misma suerte del laurel que mencionamos líneas arriba. Aquello que la ciudadanía ha querido escuchar de las autoridades es qué se hará para evitar que sigamos perdiendo esa parte de nuestra riqueza forestal urbana.

A lo largo de los últimos años, ciudadanos responsables han denunciado el derribo clandestino de varias especies, así como el peligro que representan árboles afectados por plagas. Con el auxilio de las redes sociales se han difundido fotografías o videos de la situación, incluso de especies históricas en la Alameda de León y el Zócalo, en las que se pueden percibir las afectaciones, gracias al abandono y la apatía gubernamental para atender dichos males. Los focos rojos se encienden luego de que ocurren los siniestros, pero pasan de inmediato al olvido. Por fortuna, no hay desgracias personales qué lamentar. Ello no obsta para que el gobierno de la capital, tome nota de estas pérdidas tan notorias y lamentables, dado que a lo largo de nuestras vidas nos hemos acostumbrado a ver esas especies que han sido testigos de una parte de la historia de nuestra ciudad.

 

Una dura lección

 

Desde hace tiempo, analistas y estudiosos de la política en el país han advertido de un desgaste en el sistema de partidos políticos, en medio de una onerosa democracia que se carga sobre los impuestos de la ciudadanía. Desde el ascenso de la hegemonía priista, siempre se dijo que mantener una abultada nómina de los partidos políticos con los recursos que aportan los contribuyentes, es contra natura, al igual que pagar viajes y excesos de los dirigentes y las cúpulas partidistas. En tela de juicio ha estado también el financiamiento a los partidos políticos y las prerrogativas millonarias que se les otorgan y que sólo sirven para mantener a una casta privilegiada que pervive como parásitos de nuestras contribuciones. La ciudadanía, en general, ha estado en contra, pero nada puede hacer ante un Congreso cooptado por partidos mayoritarios a cuyos actores no les interesa dejar esos privilegios.

Una muestra del hartazgo ciudadano respecto a partidos, coaliciones, candidatos y procesos electorales se dio el pasado domingo 5 de junio en territorio oaxaqueño. Desde la apertura de casillas para la elección de gobernador se observó una gran apatía. Apenas en las elecciones federales y locales intermedias de 2021, se pudo observar una participación más o menos copiosa. Sin embargo, el desinterés, la abulia y el desprecio por el pasado proceso electoral quedó marcado en un abstencionismo de casi el 62 por ciento. Es decir, seis de cada diez oaxaqueños no emitieron el sufragio. El candidato triunfador, Salomón Jara Cruz, lo hizo con una cantidad irrisoria de votos y eso que encabezó una coalición formada por cuatro partidos: Morena y los partidos Verde Ecologista de México (PVEM), del Trabajo (PT) y Unidad Popular (PUP).

Según analistas y estudiosos, ello se debió al desencanto y poco interés que despertaron las campañas políticas de proselitismo. Además de que, el panorama de inseguridad, carestía y otros que existen en el país, han contribuido a este desencanto. El ciudadano de a pie prefirió quedarse en su casa o hacer sus actividades cotidianas de fin de semana que acudir a emitir el sufragio. Si bien el abstencionismo ha sido un mal recurrente en territorio oaxaqueño y, en procesos pasados apenas había superado el 50%, también es cierto que rebasar el 62% ha sido un acto inédito. O los partidos políticos cambian su actitud ante la sociedad o, en breve, seguiremos viendo más apatía ciudadana.