Gobiernos locales renuentes
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Editorial

Gobiernos locales renuentes

 


No es un secreto. Las fuentes policiales del gobierno estatal y federal, por supuesto, deben tener identificados a presidentes (as) municipales de centenas de ayuntamientos oaxaqueños, que cargan tras de sí la sospecha de colaborar con grupos criminales. Muchos de ellos emanaron del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Hace un par de semanas, el gobernador Alejandro Murat arremetió en contra del Cabildo de Juchitán de Zaragoza, en donde dijo, habría miembros de la mafia. Salvo una carta enviada a la opinión pública, no hubo argumentos sólidos para rebatir dicha afirmación. Posteriormente, en reunión con reporteros y columnistas, el mismo ejecutivo estatal sostuvo que luego de estar en la Costa oaxaqueña para acordar con algunos presidentes municipales el reforzamiento de la seguridad, con el apoyo de la Marina/Armada de México, el presidente de Santa María Huatulco, José Hernández Cárdenas se negó a ello.

Desde luego que no es una excepción. Poco se sabe, por ejemplo, que luego del atentado criminal que sufrió el presidente municipal de San Pedro Tapanatepec, Humberto López Parrazales, se soltaron los mensajes en redes sociales, en donde sus mismos paisanos revelaban su presunta relación con grupos delictivos. Es más, desde octubre de 2020, su nombre apareció en una narco-manta, en donde un supuesto Cártel del Istmo, lo señalaba de ciertas operaciones fuera de la ley. Esta comunidad, al igual que otras de la zona limítrofe con Chiapas, están permeadas por delincuentes. Hace un par de meses, el Ejército Mexicano obligó al piloto de una avioneta a descender. Ahí quedaron tirados vehículos y al menos cuatro toneladas de droga.

Cualquier persona ajena a la citada población se extraña de que todas las entradas estén bloqueadas con zanjas y montones de tierra, lo que se ha querido maquillar con el argumento del temor a los contagios de Covid-19, aunque el propósito es otro: evitar que grupos ajenos a las bandas que ahí operan lleguen a ajustar cuentas. Otro municipio, Chahuites, no se salva de esta situación. En sus alrededores han aterrizado al menos tres avionetas, presuntamente cargadas de droga. Pese a que elementos de la Marina/Armada de México realizan intensos patrullajes, la comisión de delitos graves como el homicidio calificado, están a la orden del día. La zona lagunar y del Mar Muerto que pertenece a Tapanatepec, es el sitio ideal para operaciones de grupos criminales.

 

Ignorancia y necedad

 

Oaxaca registra una de las tasas más bajas en el programa de vacunación contra la Covid-19, han mencionado algunos medios de comunicación, impresos y audiovisuales. Y en efecto así es. Si bien es cierto que el número de contagios por la nueva cepa ómicron, ha ido aminorado, también es cierto que no se han detenido. Siguen creando angustia y preocupación entre los oaxaqueños. Es evidente –como lo hemos mencionado en este espacio editorial- que la única alternativa para hacerle frente a este virus letal, es la vacuna, sea cual fuera su marca o manufactura. Durante el mes de enero se registraron miles de casos y, en algunos lugares del país, volvió a ser una de las principales causas de muerte. Pero, ¿cuál fue el diagnóstico que especialistas y expertos dieron en torno al crecimiento en el número de hospitalizaciones y decesos? La mayoría de las víctimas no había recibido una sola dosis del biológico.

Y es que, en el país, como lo hemos visto en nuestro estado, aún hay personas que, por ignorancia, torpeza o prejuicios religiosos, insisten en que el virus no existe. Tienen frente a sí un panorama triste y desolador de comunidades que vieron diezmada a su población, con familias completas fallecidas y panteones llenos de cadáveres, pero no asimilan la realidad. Hay decenas de poblaciones oaxaqueñas que, antes de las campañas de vacunación tuvieron que enterrar cadáver sobre cadáver o ampliar los panteones para poder dar sepultura a quienes fallecieron del mal. Juchitán de Zaragoza es un ejemplo. En Oaxaca de Juárez, los panteones existentes no recibían más cuerpos. Sin embargo, hay quienes insisten en que el virus es una invención, no solamente por torpeza sino estupidez.

Tal como lo publicamos la semana pasada, la Guardia Nacional tuvo que regresar por vía aérea, a la capital oaxaqueña más de veinte mil dosis del biológico, de Astrazeneca y Pfizer, de la zona de Pinotepa Nacional, ante la negativa de ciudadanos de aplicársela. Y dicha región ha registrado uno de los niveles más altos de contagios en las últimas semanas. ¿Cómo salvar la vida ante esta negativa, que se da de espaldas a los hechos que hemos visto durante cerca de dos años? Las autoridades han hecho su parte y nadie puede obligar a nadie a aplicarse la vacuna. Tampoco habrá responsabilidad oficial ante este panorama de necedad.