Activismo pernicioso y manipulado
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Editorial

Activismo pernicioso y manipulado

 


Ésta fue la tercera semana que los los citadinos, habitantes de poblaciones de los Valles Centrales y viajeros, estuvimos bajo asedio de un grupo de pseudo-normalistas, que han creado un escenario de ingobernabilidad y ataques a la paz social. Me queda claro que no se trata de un movimiento genuino, de demandas o exigencias justas, sino de acciones de provocación manipuladas con un perverso afán de ganancia política. En la columna dominical de El Mejor diario de Oaxaca, se develó la naturaleza exacta, en la que se inscriben los atropellos y abusos de estos vándalos. Nada, absolutamente nada tienen que ver con demandas genuinas de los estudiantes ni, mucho menos, con exigencias académicas, laborales, de mejora en las instituciones ni otras. Hay un abierto interés de provocación para emular al 2006 y contaminar el proceso electoral, pero, sobre todo, llevar agua al molino del partido político que hoy tiene la supremacía a nivel nacional.

Es una lástima que jóvenes enjundiosos y rebeldes sean cooptados como viles mercenarios; como golpeadores del pueblo; como punta de lanza de intereses político-partidistas, que los ponen como carne de cañón. Su falso radicalismo, sus supuestas demandas, que defienden como si éstas fueran reales y justas, revelan una ingenuidad patética, mientras sus titiriteros, desde la oscuridad o el anonimato, mueven los hilos y los ubican como vulgares marionetas. Esta semana, durante tres días mantuvieron cerrado el Aeropuerto. Antes, lo fueron centros comerciales, oficinas públicas. Lo mismo robaron cheques de maestros que incendiaron y asaltaron camiones de mercancía, la cual regalaron, asumiéndose el Robin Hood del Siglo XXI. Esto es, van de la Seca a la Meca, sin rumbo, sin idea clara, como veleta, al viento que les marcan sus manipuladores. 

Quisieran mostrarse ante el pueblo al que golpean como revolucionarios, progresistas, luchadores sociales, que buscan mejorar el estatus quo de la sociedad, pero ante ésta sólo devienen como ignorantes, fanáticos, convenencieros y mercenarios. Con la venia de sus manejadores, buscan el aplauso del obrero, el campesino, el estudiante y el pueblo en general, sin saber que los métodos para golpear, han creado entre los diversos sectores sociales, un hartazgo justificado. Estoy convencido de que sus acciones sólo han generado repudio social. Han incubado un odio insano hacia su supuesta lucha.

Capital, víctima de abulia oficial

El pasado domingo, nuestra capital, Oaxaca de Juárez, cumplió 489 años de haber sido elevada a la categoría de ciudad. Según nuestros cronistas o historiadores, unos que han hurgado en archivos y memoranda, es decir, han hecho historiografía y otros, los costumbristas, que nos cuentan sólo la parte anecdótica, coinciden en que hubo una Cédula Real, emitida en Medina del Campo, España, el 25 de abril de 1532, firmada por el Rey Carlos V, por la cual nuestra capital, que fue denominada la muy noble y leal ciudad de Antequera, fue elevada a la categoría de ciudad. En años anteriores, cuando la normalidad lo permitió, los festejos de aniversario eran un derroche de fervor histórico. Las Mañanitas para empezar. Bandas de música y chirimías. Tamaladas. Conferencias, entrega de reconocimientos, medallas o diplomas a oaxaqueños distinguidos, vivos o post mortem y un sinfín de eventos. Este año y el anterior han sido de austeridad y discreción total, por la pandemia. Sin embargo, hay cuestiones en las que vale la pena reflexionar, sobre nuestra histórica capital.

La ciudad luce las huellas visibles del deterioro, del vandalismo y el abandono. Vale la pena preguntarse el por qué se ha permitido que el Centro Histórico se encuentre hoy mismo convertido en un gigantesco tianguis. Causa extrañeza que aquí nadie mueva un dedo para restituir a la capital su esplendor de ciudad colonial, única en su género. Muchos se llenan la boca al mencionar que Oaxaca es una de las ciudades más socorridas del mundo para atraer turismo; que como ella no hay dos. Que ha sido calificada por revistas y medios especializados como uno de los destinos culturales más bellos de México. Pero poco se menciona la falta de políticas públicas para frenar la anarquía del comercio en la vía pública, el transporte, el imparable crecimiento urbano, la afectación a edificios coloniales, la doble fila o la inseguridad. 

¿Dónde quedaron los paseos nocturnos al ritmo de las marimbas del Estado? ¿Degustar un café en la quietud de los laureles y de los portales de Flores o Clavería? Eso es parte de la historia. ¿Cómo permitimos que poco a poco grupos y organizaciones que viven de la dádiva gubernamental se fueran apropiando de dicho espacio que, al menos durante el Siglo XX, fue el lugar de esparcimiento de las familias oaxaqueñas? Lo triste de todo ello es que, el síndrome que nos dejó el 2006 y el de Nochixtlán en 2016, ha creado en las autoridades un miedo cerval para actuar.