Civilidad, una prioridad
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Editorial

Civilidad, una prioridad

 


Un evento, sin duda relevante, fue el que se llevó a cabo el pasado martes 6 de abril y que, sin duda, forma un hito en la búsqueda de civilidad en el proceso electoral que se avecina. Y fue la firma del Pacto por un Proceso Electoral Cívicamente Responsable, encabezado por el gobernador Alejandro Murat, el cual, según el boletín oficial, reúne las voluntades de representantes de los tres órdenes de gobierno “para garantizar un ambiente pacífico y de absoluto respeto al Estado de Derecho durante las campañas electorales y las próximas elecciones del 6 de junio”. Este Pacto, es similar al que se suscribió hace al menos dos semanas, llamado Acuerdo Nacional por la Democracia. Éste fue también suscrito por el Vocal Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral en Oaxaca (INE), Edgar Humberto Arias Alba, y el presidente del Consejo General del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO), Gustavo Meixueiro Nájera.

El pacto, tiene mucho que ver con lo que hemos propuesto en los últimos días, respecto a elevar la calidad de las campañas, evitar los denuestos y descalificaciones, además de hacer propuestas viables y en apego a la realidad política de nuestro estado. En el evento referido, el presidente del Consejo General del IEEPCO señaló que “la democracia es una forma de vida que garantiza los derechos individuales del ser humano, por ello contiene principios, reglas e instituciones que organizan las relaciones sociales y los procedimientos para elegir a las autoridades públicas”, por ello, agregó, “es preciso que todos los órganos de su contribución a un proceso electoral que cumpla con los principios de certeza, legalidad e independencia”.

Por su parte, el Vocal Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE), reafirmó el objetivo de fortalecer los vínculos institucionales y “comprometernos públicamente para, desde cada ámbito de competencia, implementar las acciones necesarias para que el proceso electoral se lleve a cabo bajo los principios de equidad, imparcialidad, legalidad y objetividad en la contienda”. Se trata de crear un ambiente de civilidad, tolerancia y respeto a la libre competencia, como eje de nuestra democracia participativa. Se llegó al convencimiento de que existe un rechazo a cualquier acción de violencia que inhiba la participación de la ciudadanía en el proceso electoral, y de manera especialmente enérgica el repudio a todo acto de violencia política contra las mujeres en razón de género.

Los infalibles bloqueos 

La Semana Mayor, el período vacacional decembrino o los fines de semana largos, no importan a quienes ya están cebados en el montaje de bloqueos carreteros, sobre todo en la región del Istmo de Tehuantepec. Es impresionante la impunidad de los grupos que, por quítame estas pajas, cierran las vías para exigirle al gobierno o a particulares, la solución de sus demandas. Si partimos de la premisa de que la pandemia ha traído consigo un gravísimo deterioro económico; que miles y miles de oaxaqueños se han quedado sin trabajo y luchan para llevar el gasto a casa, esta práctica nociva y perniciosa representa un nuevo revés. Impedir el tránsito o cobrar elevadas cuotas para permitir la libre circulación debe ser castigado con todo el peso de la ley. No hay pretexto ni razón alguna que justifique esta permanente agresión a los derechos civiles de miles y miles de personas que, por necesidad, salud, placer o trabajo, tienen que viajar.

Durante al menos tres días en la semana anterior, grupos de vecinos de Santa Cruz Tagolaba, municipio de Santo Domingo Tehuantepec, cerraron el famoso Puente de Fierro, para protestar por lo que ellos dijeron, los abusos del cacique de dicha agencia, Anastasio Gutiérrez García, conocido con el mote de “Tacho Canasta”. Se trata de un asunto particular del que la ciudadanía afectada no tiene injerencia. Eso no importa. La cultura del chantaje está tan desarrollada que así sea un tema familiar, se hace pagar a otros los agravios. Los bloqueos en dicho sitio, convertido en una especie de entrada única a Tehuantepec, Juchitán y Chiapas, se hacen con toda la mala fe y con el avieso propósito de dañar impunemente. Otra población a cuyos vecinos les fascina este tipo de acciones es Magdalena Tequisistlán. Sólo se plantan en el puente y cierran cualquier acceso a la zona istmeña. Pero ninguna autoridad les detiene. Actúan como vulgares chantajistas sin que nadie les toque un pelo.

La zona comprendida entre la Ventosa y los límites con Veracruz en la carretera Transístmica, es rehén permanente de comuneros, poblaciones mixes, zoques, zapotecas o de organizaciones sociales que la han tomado como plataforma de presión social y política. Por ello, muchas veces nos hemos preguntado: ¿y con este secuestro permanente aún se puede soñar con la terminación del llamado Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec? Sinceramente, tenemos nuestras dudas y muy justificadas.