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Editorial

Inicia campaña

 


Según el calendario de las autoridades sanitarias, desde ayer inició la campaña de vacunación en contra de la influenza que, como es sabido, tiene como propósito proteger de males respiratorios y pulmonares a la sociedad, con especial interés en las personas mayores de sesenta años. Estamos ya en pleno otoño y por la intensa temporada de lluvias que hemos tenido en los últimos meses, se presume que también tendremos un invierno frío, que es eje de las enfermedades respiratorias severas, cuyas consecuencias pueden ser mortales de no prever su propagación. Hay preocupación entre el Sector Salud del país y de la entidad, pues si bien estamos en semáforo amarillo, como ya lo hemos comentado, los contagios de Covid-19 han crecido de manera exponencial, sin darnos la tranquilidad de que estamos transitando hacia mejores niveles de contagio y muerte. Lo que nos extraña es que a estas alturas no se hayan difundido los pormenores de la campaña contra la influenza, cuya semejanza con la pandemia, es preocupante.

En años anteriores, la difusión en medios de comunicación, para que la ciudadanía se acerque a centros hospitalarios o puestos ex profeso para recibir su dosis de vacuna, era algo común. No debe haber mayor dilación para ello. Es urgente que el pueblo, sobre todo los adultos mayores que están en mayor riesgo, sepan de la importancia de esta campaña de vacunación. Se entiende que la prioridad hoy en día es evitar la proliferación de contagios del Covid-19, pero no podemos ignorar que, si se lleva a cabo con éxito una campaña contra la influenza, puede influir en reducir los efectos letales que hasta hoy ha tenido la pandemia. Hay que recordar que, en las primeras etapas del coronavirus, muchos contagios y decesos se confundieron con influenza.

Esperamos que la amenaza de paro en los Servicios de Salud en Oaxaca (SSO), que ha sido una bandera de la Sección 35 del Sindicato Nacional de los Trabajadores de Salud (SNTSA), en virtud de que exigen un pago millonario para todos los trabajadores, del llamado bono Covid-19, no sea un obstáculo para que las autoridades emprendan la referida campaña de vacunación. Hay que entender que no son tiempos de presiones, de chantaje o exigencias, cuando todo mundo ve las deficiencias y pobreza que existe en el país para responder con éxito a un mal que hasta este martes había cobrado la vida de más de 76 mil mexicanos.

¿Celebración o vandalismo?

Hoy se celebran 52 años de la brutal represión del movimiento estudiantil de 1968. Muchos alumnos de escuelas y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), preparatorias y otros, sucumbieron luego de una manifestación en la llamada Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, Ciudad de México. Nuestro país no fue ajeno a una lucha mundial de los jóvenes, que irrumpieron en varios países para exigir transformaciones radicales en el sistema político y de enseñanza. Sin embargo, el resultado fue fatal. Las calles se llenaron de sangre y el Palacio de Lecumberri, en donde funcionaba la prisión, fue el destino de jóvenes dirigentes o viejos luchadores sociales. Después de esto, el país fue otro. La represión –esa sí- en contra de los movimientos estudiantiles se reafirmó el 10 de junio de 1971, llamado con eufemismo “El Jueves de Corpus”, cuando golpeadores contratados por el gobierno, arremetieron en contra de estudiantes y maestros, que realizaron una marcha desde la Escuela Nacional de Maestros hacia la Secretaría de Gobernación.

Los primeros años de este aniversario, con el recuerdo de la represión aún fresco, quienes asistieron lo recuerdan como históricos. Participación de grupos de música de protesta, marchas silenciosas, discursos incendiarios, también reflexivos, etc. Pero no pasaron muchos años en que dicha celebración deviniera desfogue de frustraciones, vandalismo, reto a las autoridades y saqueo. Hoy en día, el eslogan de “Dos de octubre no se olvida”, ya no es la remembranza de los jóvenes que perdieron la vida, que fueron torturados o consignados a prisión, sino una serie de acciones fuera de la ley y destrucción, que ha pervertido esa lucha libertaria, gracias a la manipulación de partidos políticos o adláteres de gobiernos. En Oaxaca no hemos estado mejor.   

Cada año, grupos pertenecientes a organizaciones violentas y vividoras del erario estatal arremeten contra todo a su paso. En un acto de cobardía, los autores de destrozos y vandalismo se cubren la cara. Ello no obsta, desde luego, para que las autoridades sepan los nombres de quiénes están detrás. No dudemos que los grupos que en plena pandemia se han instalado en el zócalo de la capital, como es el Frente Popular Revolucionario (FPR), el Frente 14 de junio, el membrete denominado “Sol Rojo”, o porros de la UABJO, entre otros, estén “preparándose” para hacer de esta celebración un desfogue de vandalismo, destrucción y violencia.