Rezago: Lastre irreversible
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Editorial

Rezago: Lastre irreversible

 


El análisis del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), respecto a nuestra entidad, no tiene desperdicio. En efecto, arrastramos un lastre de inmediatez y poca imaginación. En los poderes ejecutivo y legislativo siguen sin dar pie con bola para aportar alternativas viables, en estos momentos de crisis sanitaria, a los graves problemas económicos. Oaxaca sigue estando con Guerrero y Chiapas, a la zaga del desarrollo nacional, pero también de creatividad para paliar lo que se advierte a la vuelta de la esquina: una crisis económica nunca vista. Las medidas que adoptó al inicio de esta contingencia el gobierno de Alejandro Murat fueron, en efecto, sólo un paliativo, pero insuficiente como respuesta a la quiebra de cientos de micro, pequeñas y medianas empresas, así como para miles de oaxaqueños que han perdido sus empleos. No existe pues, en este momento, un programa integral de apoyo a los sectores más afectados por la pandemia de Covid-19.

Es importante subrayar que, como en su momento lo abordamos en este mismo espacio, a los supuestos beneficiarios de los apoyos económicos, casi simbólicos al inicio de la contingencia, se les metió en una dinámica burocrática inédita. Muchos no lograron ni un peso. Se les exigían decenas de requisitos, documentos, avales, etc. Hoy en día es patético ver decenas o cientos de locales en el Centro Histórico y en otros rumbos de la capital, ya vacíos y con letreros de renta. Ni incentivos fiscales ni apoyos económicos. Simplemente las autoridades los han dejado morir, sin darle a propietarios y trabajadores alguna alternativa de supervivencia. El resultado está a la vista. Los efectos económicos de la pandemia se advierten graves.

Para hacer más grave este cuadro, las áreas de supervisión y vigilancia del municipio de Oaxaca de Juárez se dedicaron durante estas últimas semanas a clausurar negocios, con el argumento de que no eran esenciales o, restaurantes de comida rápida, que no cumplían con el requisito de “sólo para llevar”. Ello alentó el cierre definitivo de negocios, ante las onerosas multas o pagos por reapertura. Es decir, lejos de otorgar alternativas para estimular el desarrollo económico y la actividad comercial, los golpes han puesto a los pequeños y medianos empresarios en una sola alternativa: cerrar definitivamente sus negocios y despedir a los trabajadores.  

Oportunismo político

No es un secreto que la figura presidencial, que hace poco más de un año alcanzaba cifras inéditas de popularidad, se ha ido desmoronando poco a poco. Los dislates verbales y la descalificación permanente a sus adversarios u opositores, elemento básico en todo gobierno democrático; el mal manejo de la crisis sanitaria; la falta de alternativas para sacar adelante a la economía; las prácticas abiertas de corrupción; el conflicto de intereses de servidores públicos cercanos a Andrés Manuel López Obrador y la superficialidad con la que se ve la agenda política nacional, entre otros, ha creado un ambiente nocivo para el gobierno de la llamada Cuarta Transformación. Está tomando cuerpo un movimiento nacional opositor que nadie puede soslayar. 

A ello hay que añadir el desgajamiento del mismo equipo presidencial, como son las renuncias recientes de Mónica Maccise del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) –organismo que el ejecutivo federal dijo desconocer-, de la Subsecretaria de Integración y Desarrollo de la Secretaría de Salud, Asa Cristina Laurell y la de Mara Gómez Pérez, de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, que pone al presidente en el dilema de no atender en su administración la famosa equidad de género y discriminación que tanto pregonó en campaña, pues las tres ex funcionarias fueron, en su momento, víctimas de ninguneo o trato despótico. Todo ello, ha construido en el entorno presidencial, un ambiente de rechazo. A ello había que agregar la escalada en contra de las energías limpias y el ninguneo hacia los grupos empresariales y opositores a sus grandes proyectos.

A nadie sorprendió pues, el oportunismo de los dirigentes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido del Trabajo (PT), los dos últimos, verdaderas franquicias particulares, al suscribir un pacto para apoyar la gestión del presidente de México, la semana pasada. Sólo los ingenuos desconocen que el partido del presidente, Morena, ya tiene problemas para alcanzar los consensos en el Poder Legislativo, por lo que necesita alianzas y que, por tanto, requiere consolidar su permanencia. Lo que en poco repararon los artífices de tan importante coalición es que, a los mexicanos y a los oaxaqueños, en estos tiempos de una mal conducida política sanitaria, poco les importan partidos, elecciones o futurismo político.   


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