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Editorial

Información y transparencia

 


Muy preocupante la información que manejó la semana pasada los conocidos diarios norteamericanos, The New York Times y The Washington Post, en el sentido de que el gobierno federal y el de la Ciudad de México han maquillado las cifras, en torno al número de contagiados y fallecidos. Afirma que en la capital de la República son al menos tres meses más el número que ha reportado el gobierno capitalino. No es la primera vez que los medios impresos del vecino país ponen en evidencia al régimen del presidente Andrés Manuel López Obrador. Y es que hay que recordar que pese a las advertencias y llamados de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el gobierno federal sigue insistiendo en la posibilidad de levantar la cuarentena en ciertas entidades del país que han registrado menos contagios y, por supuesto, menos decesos. 

Desde hace poco más de tres semanas, los gobiernos estatales de Baja California y Tamaulipas, entre otros, discreparon con las cifras emitidas por el gobierno federal. Es decir, no cuadraban con las estadísticas reales que dichos estados tenían de la realidad. El asunto fue “resuelto” por la Secretaría de Salud federal, con el argumento de que esas entidades no reportaban oportunamente a la plataforma de la Federación. Una duda más son las mediciones que ha dicho el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, respecto a que la fórmula matemática aplicada en términos reales, debería ser multiplicada por al menos ocho veces, lo que, en efecto, incrementaría las cifras a niveles sin precedentes. Lo que se ha puesto en tela de juicio es que no se han aplicado las pruebas que la OMS pone como elemento fundamental para ver el impacto del Covid-19 en cada país.

Ex titulares de la Secretaría de Salud federal, como Julio Frenk o José Narro Robles han puesto en tela de juicio el mal manejo de parte del gobierno federal de la pandemia. Y no se trata de improvisados. Conocen el tema a fondo. Empero, lo que se le cuestiona al gobierno de la llamada Cuarta Transformación es que maquillar las cifras, ocultar con una opacidad premeditada la realidad de este gravísimo mal y darles a los ciudadanos una información dolosamente torcida a los mexicanos, no sólo es falto de ética sino una infamia. Esperemos que no ocurra lo mismo en Oaxaca. Que la realidad se diga a la ciudadanía, tan cruda como sea. Al final de todo, será cada quien el que adopte su propio criterio. 

Controvertida designación

La semana pasada, el presidente Andrés Manuel López Obrador, designó como representante del gobierno de la Cuarta Transformación para cuestiones del Covid-19 en la entidad, a la senadora oaxaqueña Susana Harp, por lo que ésta –dijo- tendría que solicitar licencia al cargo que desempeña. La designación no deja de ser controvertida. En principio porque se da en un momento cuando el presidente ha dicho que la curva está “aplanándose” y, se trata de un caso inédito, pues por lo que hemos visto, el gobierno estatal con sus propios medios, salvo el apoyo institucional de la Federación, que está fuera de discusión, ha hecho frente al problema de la pandemia. Se advierte más bien, un propósito eminentemente político y no más. Es importante recordar que en nuestras páginas hemos sido muy recurrentes respecto a las grandes carencias que existen en las instituciones sanitarias federales, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

Si la designación de la senadora Harp Iturribarría es, en efecto, para coadyuvar no sólo a los temas de salud sino a los efectos perniciosos que se advierten en el panorama económico, bienvenida sea. Sin embargo, si se trata de allanar el camino para cuestiones electorales o de futurismo político, consideramos que el presidente ha tenido mal tino. No hay que olvidar que sus colegas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), libran hoy mismo una lucha sin cuartel, ignorando obviamente la emergencia que vivimos, por figurar en el espectro político estatal. Hemos criticado, además, la desafortunada idea de aprovechar estos momentos para realizar proselitismo político, que a todas luces es una especie carente de ética y tacto. El protagonismo de diputados federales y locales y de otros actores que militan en el partido referido, que han buscado aportar algo con sello eminentemente de oportunismo político, ha sido descalificado por la sociedad.

De ser el caso de esta designación será el pueblo oaxaqueño quien lo valide o descalifique. Lo cierto es que no se vale hacerle al buitre en plena emergencia sanitaria, cuando Oaxaca sigue registrando más contagios y más muertes, mientras unos cuantos continúan llevando agua a su molino político. Nada tan despreciable como esto. Esperamos que la designación de manera tan controversial de la senadora Harp, no sea para servir de plataforma, en el momento más inadecuado para los oaxaqueños y el país.