Seguridad y nuevo gobierno
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Opinión

De Paradojas y Utopías

Seguridad y nuevo gobierno

 


1).- La podredumbre del país

La inseguridad, es cierto, es un problema nacional. Más de 122 mil homicidios durante lo que va del régimen de López Obrador no es poca cosa. México se desangra con ejecuciones diarias y hasta fusilamientos. Pero el presidente no lo ve así. En su visión populista vivimos en el paraíso. “Un pueblo feliz, feliz”. Porque también las bandas y los sicarios “tienen derechos humanos” —menos Rafael Caro Quintero—. Por ello, su política está cifrada en “abrazos, no balazos”. Según Fray Bartolomé, en Templo Mayor, es que no hay estrategia. No la tiene AMLO. (Reforma, 29 junio, 2022).

Los culpables de todo son los medios, la mafia del poder, Felipe Calderón, los sacerdotes hipócritas o la comunidad judía. Lo triste es que el Ejército Mexicano, la Marina/Armada de México y la Guardia Nacional —los primeros, respetados por los mexicanos en el periodo neoliberal, ahora humillados y vilipendiados— perviven en el abominable papel de matraqueros, aplaudidores y espectadores de la podredumbre paulatina del país. Si no es que convertidos en empresarios, constructores, aduaneros, repartidores de medicina. Todo, menos en lo suyo. Hasta censores de sus mismos generales en retiro. Fascismo puro.

2).- ¿Entidad segura? El mito

Es cierto, Oaxaca no es Guerrero, Guanajuato, Michoacán, Zacatecas o Colima. Pero de seguir con el viejo mito de “las 10 entidades más seguras del país”, no tardamos en serlo. Ese ardid se viene arrastrando desde al menos cuatro sexenios. ¿Cómo usar dicho argumento cuando sólo en lo que va del mes de julio hemos tenido fines de semana con 10 o más ejecuciones? ¿Con una cifra inédita de feminicidios y desapariciones? Estadísticas y mediciones del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) contrastan con la visión de una ciudadanía escéptica, que percibe la realidad tal cual es.

3).- El reto de Salomón

El mapa criminal del estado no es para minimizar. Con certeza, el gobernador electo, Salomón Jara, debe tener clara la película. Existe la evidencia de que en el estado,no sólo en la Cuenca, el Istmo o la Costa, las operaciones de grupos criminales están a todo vapor. Que los “sindicatos mafiosos” —como se expresó AMLO— están a fondo en el Corredor Interoceánico (CIIT) y que hay comunidades, verdaderas tierras de nadie. Jara Cruz ya lo reconoció. Seguridad, salud y trabajo son las demandas que escuchó a lo largo de su campaña. El reto es contemplarlas en su Plan Estatal de Desarrollo que —supongo— será el eje rector de su gobierno.

Uno de los retos en los nuevos gobiernos es poner al mando de las áreas de seguridad a quienes sepan hacer la tarea. No a cuates, advenedizos o ignorantes. Cumplir compromisos o cuotas; recomendados de tal o cual  funcionario, dirigente de partido o falsos expertos que, a la larga, resultan ser un fiasco. Algo más que enviarlos a la escuelita de adoctrinamiento. “De ética y honestidad”. O imposiciones desde la cúpula de la 4T, para darle chamba a los amigos y seguir en lo mismo. A veces expolicías federales destripados, generales retirados o marinos que vienen a regodearse con las miserias de los jodidos. O simples cómplices de los mañosos, que llegan a cerrar el círculo de delincuencia y la impunidad.

4).- Plan Estatal realista

En los viejos cánones de la hegemonía priista, el gobernador electo hacía un auto de fe de la Ley Estatal de Planeación. En plena campaña de proselitismo, el candidato realizaba foros temáticos en regiones y microrregiones. Participaban expertos en diversos rubros, empresarios, productores, cámaras de servicios, colegios de profesionistas, grupos de la sociedad civil y voces reconocidas. Un equipo sistematizaba la demanda social y la ubicaba como prioridad en el Plan Estatal de Desarrollo. El directorio de rubros era enorme: Seguridad, salud, educación, turismo, cultura, ganadería, agricultura, pesca, energías, pueblos indígenas, desarrollo comunitario y muchos más.

Sólo escuchando al pueblo se puede gobernar obedeciendo. Ser un servidor más. De esta manera se debe perfilar un gobierno austero para un pueblo pobre, pero con una entidad con gran potencial. Un régimen emanado de un proceso democrático —aunque con un gran abstencionismo— que ofrece ejercer “desde el territorio y no desde el escritorio”. Más que sólo agradecer el voto de los paisanos, hay que ir recogiendo y documentando sus necesidades, anhelos y sueños. Que no se diga que en Morena no acaban de discernir entre ganar elecciones y hacer un buen gobierno.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— El pésimo manejo en la estrategia de venta de los boletos de La Guelaguetza ha generado una aberrante especulación. ¿Dónde se había visto que una plataforma digital estimara el costo del boleto en 47 mil pesos? ¿Acaso es el Gran Premio de Fórmula 1 o el Súper Bowl? Nunca, como en estos años, la fiesta folklórica de los oaxaqueños había caído tan bajo, al haberse convertido en un burdo negocio. Es la última de este régimen. Ojo para el siguiente gobierno. 

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