Gobernar desde la oposición
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

De Paradojas y Utopías

Gobernar desde la oposición

 


1.- Un aide-memoire para despistados

Hasta el gobierno de Diódoro Carrasco, hubo una buena coordinación entre Federación/estado. Gobiernos emanados del PRI, aunque a veces sin simpatía recíproca, trabajaban de manera coordinada. Era la mejor forma de acotar el arribo de los partidos de oposición. La obra pública eliminaba banderas. En 1998, José Murat ganó la gubernatura, asumo que sin la simpatía del entonces presidente, Ernesto Zedillo. La relación se tensó aún más con el arribo de Vicente Fox, en el 2000. Uno de los bastiones de Francisco Labastida, candidato del PRI, era Oaxaca. Para el régimen foxiano fuimos el patito feo. La relación con la Federación fue distante y con fricciones. Es más, J. Murat realizó una protesta en la CDMX para exigirle a Fox apoyo federal. El Cártel 22, entonces dirigido por Alejandro Leal y Joaquín Echeverría, hacían lo propio. Sus titiriteros operaban desde el Palacio de Gobierno. Fueron contadas las veces que Fox vino a Oaxaca, menos incluso, que los viajes de Martha Sahagún.

2.- Bailar con la más fea

La pésima relación con el muratismo permeó en la administración de Ulises Ruiz. En el conflicto de 2006 éste se salvó de milagro. El régimen foxiano lo dejó a su suerte y a través del persignado Carlos Abascal, a la sazón titular de la SEGOB, le dio cuerda a los enemigos enquistados en la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO). “Don Flavio” Sosa era uno de los protagonistas del foxismo. No fue fortuito que en campaña le levantara la mano al de San Cristóbal. La campañita mediática en contra de URO se orquestó desde Los Pinos. “El góber penoso” le decía Carlos Loret. Oaxaca fue una tierra de nadie, lejos de Dios y de la responsabilidad del botudo. Barricadas y volantas violentas de maestros y radicales de toda laya, nos hicieron aparecer como un Estado de excepción. Y la mafia priista ajustando cuentas con el de Chalcatongo. Hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) le echó leña a la hoguera, que ya habían encendido la CNDH y adláteres, para denunciar violaciones a los derechos humanos. La víctima silenciosa: el pueblo oaxaqueño.

3.- Ulisismo y gabinato

Como ya se ha dicho, a URO lo salvó la campana. El reconocimiento del PRI al triunfo de Felipe Calderón en el Congreso, atenuó su caída. Durante el régimen ulisista vino una o dos veces. Pero el ex panista no se la perdonó. Desde Los Pinos empezó a fraguar “una gran alianza” para sacar al PRI del gobierno de Oaxaca. Y lo logró. Apuntaló la candidatura de Gabino Cué, apoyado por PAN-PRD-PT-MC. Pero éste no contó con que su aliado más incondicional, el Cártel 22, le iba a dar la vuelta. La primera vista de Felipe, el 15 de febrero de 2011, fue un pandemónium. Fue acusado de querer privatizar la educación y casi salió por patas, ante la embestida de mentores contra la Policía Federal. Jamás volvió ante un magisterio beligerante que se convirtió en el cancerbero de Oaxaca. Aquella bestia mitológica que resguardaba las puertas del infierno. La relación Cué/Enrique Peña Nieto fue realmente intrascendente. El Cártel 22, ha contribuido a que los presidentes no pisen tierra oaxaqueña: se asumen sus franquicitarios más enconados. Veremos si hacen lo mismo con AMLO.

4.- A. Murat y los nuevos tiempos

Sólo dos años tardó lo que muchos creyeron sería la luna de miel con el gobierno de EPN. No fue tal. Sólo un espejismo. Ni carreteras ni obras. Visitas casi a hurtadillas o desencuentros violentos, como el del 7 de septiembre de 2017. Grupos radicales perforaron con un cohetón el fuselaje de una aeronave del Estado Mayor Presidencial (EMP). Del apoyo a los damnificados por los sismos mejor ni hablar. Fue un ir y venir sin ton ni son. El saldo ahí está. Pero con Andrés Manuel López Obrador se están abriendo nuevas expectativas. El proyecto transístmico va. También las súper carreteras. AMLO ha reiterado una y otra vez su cariño por Oaxaca. Aquí se forjó parte de su triunfo. Hay que aprovechar esa coyuntura. Alejandro Murat tiene frente a sí la gran oportunidad de revertir esa pésima coordinación que se ha dado con la Federación y abonarle al estado, parte de esa deuda histórica que tiene con nosotros el gobierno federal. Gobernar desde la oposición no siempre es algo trágico, sino también un abanico de oportunidades.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
No obstante el respeto y cariño que tengo por la UABJO, nuestra Máxima Casa de Estudios oaxaqueña, celebro la donación del inmueble en donde funcionó el Poder Judicial del Estado a mi Alma Mater: la UNAM. No tengo la menor duda de que Oaxaca será un eje de la investigación científica y humanística.

Consulte nuestra página: www.oaxpress.info
y www.facebook.com/oaxpress.oficial
Twitter: @nathanoax